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Mostrando entradas de enero, 2024

La calle Estribo

En la calle Estribo, no recuerdo si en la esquina con Zacatín o Reyes Católicos, había un supermercado donde iba cuando chico a comprar con papá y mamá. Lo cerraron pronto, quiero decir siendo yo aún muy niño; no sé cuánto tiempo llevaba allí. Un día cogí un paquete de yogures, supongo que de sabores, y los eché en la cesta, carro o lo que fuera, por mi cuenta. Hoy M. A. ha vuelto comer yogur; se ha terminado su primer yogur. Yogur blanco, sin azúcar. Se lo hemos dado en varias veces. Me habría gustado que papá y mamá hubieran visto a su nieto comer yogur.  Jesús de la Palma 

Prisiones estadounidenses

Doy por finalizado por ahora el bloque temático audiovisual sobre prisiones estadounidenses. He tenido suficiente. El impacto emocional es más que notable y hay que dosificarse. Trevor MacDonald entrevista a un infame criminal en el corredor de la muerte. Su crimen es tan despreciable que no merece mención. Reparo en una parte significativa de su testimonio. MacDonald hace alusión al extraordinario estado de orden y limpieza de la celda. El reo se justifica: «Como no leo, y solo veo la televisión, donde repiten una y otra vez los mismos programas, tengo que emplear mi tiempo en algo y me he enfocado en la limpieza y el orden». A lo largo del documental, de cuarenta y cinco minutos, otro preso muestra orgulloso su humilde biblioteca, y cuando MacDonald le pregunta al respecto, aquel se muestra de lo más comunicativo, deseoso de compartir la materia de su aprendizaje.  Jesús de la Palma

Dennis Wayne

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Unas cuantas páginas de la obra de Durkheim. Poco más de cincuenta. En 1865, un veintitrés por ciento de los soldados de la Marina aún no sabían leer, y un veintisiete por ciento no sabían escribir . Más abajo señala que no cabe duda de que la tasa de suicidios es excepcionalmente baja entre las capas superiores de la sociedad. Relaciona asimismo la instrucción intelectual con el suicidio cuando asegura que en Prusia (años 1883-1899) el cuerpo de funcionarios públicos, que constituye una aristocracia intelectual, está por encima de todas las demás profesiones en cuanto a la tasa de suicidios. En Aljazeera en inglés (YouTube) , el caso de Dennis Wayne, un preso estadounidense condenado por diversos atracos a mano armada, y sin delitos de sangre, a más de ochenta años de prisión, de los cuales ha pasado veintisiete en régimen de aislamiento, lo cual vulnera todos sus derechos como reo. Veintitrés horas al día en una celda de aislamiento sin posibilidad de contacto con familiares o amig

Pena de muerte

Vuelvo al caso de Fredrick Baer, asesino confeso de una madre joven y su hija de cuatro años, a las que no conocía de nada. Trevor MacDonald realiza un excelente trabajo como entrevistador, manteniendo en todo momento una actitud imparcial. Es la segunda vez a lo largo de los años que veo este encuentro entre asesino y entrevistador. En esta ocasión encuentro una nueva línea de interpretación. Fredrick Baer, quien ha cometido uno de los crímenes más atroces imaginables, se muestra arrepentido, no obstante, su táctica de autocompasión deja tan frío al espectador como el propio crimen. Baer ha estudiado el sumario y se ha aprendido las fechas de nacimiento de sus víctimas, sus nombres completos y ha asumido que inevitablemente ambas formarán parte de su vida hasta el final, del mismo modo que él participó de forma fatalmente decisiva en la de ellas. Es una forma macabra de establecer un vínculo emocional con las víctimas, como, en menor grado de violencia, el secuestrador establece, en s

El suicidio

Intuía que El suicidio (1897), la obra de Durkheim, iba a ser un análisis frío y árido sobre un asunto tan sensible y cargado de emotividad como el suicidio. No me equivocaba. Viniendo de la lectura, como vengo, de El Dios Salvaje, el contraste es muy acusado; son dos formas antagónicas de afrontar el debate sobre una cuestión tan espinosa. En una parte en la que Durkheim se centra en analizar cuales son las horas y los días más proclives entre ambos sexos para tomar la fatídica y final decisión de terminar con todo, reparo en un fragmento dedicado al domingo, a saber: «Se observa que ese día la tasa femenina se eleva, pues es cuando las mujeres salen del retiro en el que están el resto de la semana y participan un poco de la vida común». Jesús de la Palma 

Misa de once

Domingo. He bajado con Manuel Abril hasta el paseo marítimo. Al subir hemos pasado por la puerta de la iglesia, que rebosaba feligreses. Si yo hubiera ido a la misa de once habría sido buscando justicia y consuelo.  Jesús de la Palma 

Petición de fianza

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La audiencia para la fianza de Richard Kuklinski afortunadamente está grabada. Kuklinski, asesino a sueldo de la mafia italiana, y condenado por seis asesinatos, una vez en prisión confesó haber matado a entre cien y doscientos hombres. Durante la audiencia se muestra impertérrito, haciendo alarde de su sobrenombre: “Iceman (hombre de hielo)”; un apodo que se ganó por congelar a sus víctimas. Pero el personaje principal de la trama judicial es el abogado de la defensa, un letrado veterano, con treinta y seis años de experiencia a sus espaldas, que no se reprime a la hora de tildar como ridícula la petición por parte de la fiscalía de una fianza de dos millones de dólares de 1986, y quien alega asimismo, en defensa de Kuklinski, que lleva veinticinco años casado, con tres hijos, uno de ellos educado en una universidad católica; un hombre de familia. Esta es la parte que particularmente llama mi atención: ¿cómo puede llevar una vida familiar un asesino a sueldo sin que su mujer e hijos s

Flores y chumberas

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Otra entrevista de Charles Manson. El público se pronuncia en los comentarios. Para la mayoría gana la opinión de que es la mejor entrevista que se le ha hecho. Señalan que Ron Reegan Jr. no lo juzga y le deja total libertad para expresarse. Manson lleva entrando en instituciones de castigo desde los diez años. Resulta paradójico por eso mismo escucharlo decir que la prisión es una institución reformadora. A la pregunta de Reegan de qué habría sido de él de no haber estado institucionalizado desde tan temprano, Manson es tajante: «No habría crecido». Manson incide: «La prisión me ha salvado muchas veces». Y continúa: «La prisión es como un monasterio, vienes aquí, te recoges y tienes la oportunidad de volver a hacerlo bien». Independientemente de los crímenes cometidos por Manson, los cuales no vengo a juzgar, no es la primera vez que escucho en una entrevista a alguien que ha pasado por la cárcel emitir un juicio idéntico al de Manson. La perversión del sistema no solo radica en sus a

Bad album covers

Ayer descubrí una página en Facebook: “Bad album covers (portadas feas de discos)”. La concurrencia se queja en los comentarios de que van a abandonar la página porque se repite y porque recurre a portadas de discos que no tienen nada de bizarras, pero para el recién llegado es todo un hallazgo, un gabinete de curiosidades nada desdeñable. Jesús de la Palma 

“Tale”, ¿de Mileto?

C. va a casa de la vecina y cuando vuelve me cuenta que tienen un perro chico y que Manuel Abril se lo ha quedado mirando. «Se llama Tale». «¿Cómo?». «Sí, por un filósofo, me ha dicho, que se llamaba así». «Ah, Tales de Mileto». La intriga me puede. Al rato hemos vuelto; tenía que volver solo ella, pero yo me he apuntado a la visita. «Me ha llamado mucho la atención que el perrillo se llame Tale, por el filósofo». C. me había advertido de que la vecina es parlanchina. En efecto, da un largo rodeo. Al marido le gusta la Historia, y cuenta cómo llegó el perro a la casa justo cuando la hija estaba en el instituto, con Aristóteles; pero Aristóteles era un nombre largo y buscaban un nombre más corto. De ahí pasa a Roma. Estuvieron de viaje y el marido se entendió muy bien con el guía. Menciona a Ciro, aunque creo que confunde época y lugar. A mí también me cuesta ordenar el pensamiento durante unos segundos: «Sí, claro, el rey». Curiosidades aparte, son unas personas encantadoras. Jesús de

Cornamenta

Ser rico te permite, entre otras muchas cosas, emparejarte con una mujer cincuenta años más joven que tú. Groucho era ese tipo de hombre; por lo que se ve, no le importaba ser humillado y maltratado físicamente, ni siquiera en público, o que ella disfrutara de otros hombres. Marilyn Suzanne “Erin” Fleming llevó otra vez el entusiasmo y la ilusión a la vida de Groucho, cuando él creía haberlos perdido para siempre, pero ¿a qué precio? Me pregunto qué pasa por la mente de un genio del humor, yo, que veo la vida con una gravedad tan plomiza y una pátina tan oscura y soy incapaz de hacer una broma; mucho menos de contar un chiste. Al contrario que a Groucho, me aterroriza pensar solo en el hecho de ser un cornudo; a tal punto que los dramas cinematográficos que más impacto emocional me han causado, exceptuando "They shoot horses, don't they?", que aborda las consecuencias de la miseria de forma directa, abierta, descarnada, cuentan historias de cornudos: “Stromboli, tierra de

Pegadito como una lapa

Anoche me reía mientras leía “El mundo según Groucho (de la nada a la pobreza)”, Manuel Abril, que merodeaba por alrededor y se me subía encima, pegadito como una lapa, también se reía, y entonces me contagiaba la risa y nos volvíamos a reír juntos. Más o menos sobre la mitad del libro, sale a relucir el matrimonio de Groucho junto a Eden Hartford, cuarenta años más joven. A principios de 1969, Groucho había llegado a una mala etapa en su vida, tanto en el plano físico como en el profesional: padecía problemas de próstata y una dolencia crónica de vejiga que le causaba muchos dolores, y se encontraba profundamente arrepentido de su última actuación en el cine con “Skidoo”, que resultó un auténtico fracaso. Eden lo abandonó ese mismo mes de enero. Jesús de la Palma 

Último capítulo

Termino MANIAC, la novela de Labatut. El libro, en conjunto, está bien, lo he disfrutado. El último capítulo no me ha dicho nada; más centrado en los tejemanejes de la IA que en el drama humano, me ha dejado frío. Eso sí, nada más terminarlo me he puesto a jugar al ajedrez en línea. Hacía años que no jugaba, y nunca lo había hecho con una máquina. He elegido a un contrincante fácil; aun así, a los dos minutos estaba perdiendo un caballo, y la maquinita, en un alarde de superioridad, se ha pitorreado de mí. El que termine el libro comprenderá mi arrebato. Aunque me ha venido bien, la verdad, recordar mi interés por el juego; solo por eso ha merecido la pena la lectura. Durante estos días, entremedias de las trescientas y pico páginas de la trama tejida por Labatut, he leído unas cuantas páginas de “El mundo según Groucho Marx (de la nada a la pobreza)”, de David Brown, y cómo me he reído, porque, qué necesario es reírse, y qué difícil es hacer reír y cuánto aprende uno de los buenos cóm

Droga ideológica

La Academia Española de Dermatología y Verenología recomienda una ducha diaria como máximo, advirtiendo de que la piel puede perder hasta un 25% de su hidratación natural en el proceso; no obstante, no me extrañaría encontrarme con el eufórico y delirante mensaje de algún influencer asegurando que ducharse menos de cinco veces al día es de guarros, así como no ir dos veces al día al gimnasio, de gordos, o no conducir un Ferrari, de fracasados. En las redes sociales se puede encontrar droga ideológica con un noventa y nueve por ciento de pureza, y a manos llenas, tan peligrosa o más que el fentanilo. Esta mañana me he lavado la cara y he metido el peine debajo del grifo para peinarme; me duché anoche, en previsión, porque esta mañana me he levantado antes que de costumbre. Me he acordado de mi padre, que también se duchaba antes de acostarse, y por la mañana se lavaba la cara y metía el peine debajo del grifo. Mi padre me hablaba de su padre, mi abuelo, que murió joven y al que no llegu

Gatillos

Hay gatillos aquí detrás, un poco más arriba. Los llamo y vienen, aun sin conocerme demasiado. Asoman las cabecitas con recelo aunque con curiosidad. «Muy mal», les digo. «Mumal, mumal, mumal». «Muy mal» porque son gatetes y hacen trastadas: cosas de gatetes que tanta gracia nos hacen a los amantes de los gatetes. Más que el mensaje, reconocen el tono de mi voz. Todavía no les he llevado chucherías de gatillos porque hace poco que nos conocemos, pero ya he visto que hay quien los alimenta. En Facebook sigo varios perfiles de colonias felinas, siempre gestionadas por mujeres; no importa si en Madrid, Granada o Gran Canaria. Los gatillos son un gran consuelo, siempre que veo uno me voy directo hacia él, y lo llamo; normalmente me rehúyen, pero a veces doy con uno manso, que se deja tocar. He probado a tener gatetes dentro de la casa, pero no soporto los pelos, siento una fobia insuperable. He de contentarme con los callejeritos o alguno casero asomado a la ventana al que decirle cosas. S

Fe cristiana

Sigo con la lectura de “Maniac”, donde sin duda Labatut ha llevado a cabo un exahustivo trabajo de investigación. Escribir novelas no es sentarse a imaginar, hay un duro trabajo de picapedrero detrás. Sobre todo me interesan los aspectos psicológicos de los genios que desfilan por MANIAC, más que sus hallazgos matemáticos: suicidios, matrimonios infernales, locura, depresión; la desesperación, el miedo terrible experimentado por John von Neumann, un racionalista acérrimo, poco antes de morir, que lo hace encomendarse a la fe cristiana. Jesús de la Palma 

Gödel

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Pues está muy bien “Maniac”, el libro de Labatut. Se lee rápido, desde luego, pero no “en una tarde”, como he llegado a leer en alguna parte. Primeramente porque hay que detenerse e investigar, a no ser que se sea un gran conocedor de la vida y obra de los matemáticos más insignes. En dos días he leído algo más de cien páginas, de las trescientas veintisiete de las que consta la obra. Voy por Gödel, un genio de la disciplina, casado con Adele Nimbursky Porkert, una bailarina de cabaret estadounidense. El final del genio resulta conmovedor. Sufría un temor obsesivo a ser envenenado, y no comía a menos que su esposa le preparara la comida. Según diversas fuentes: «A finales de 1977, Adele fue hospitalizada durante seis meses y no pudo continuar preparándole la comida. En su ausencia, Gödel rehusó comer, hasta el punto de dejarse morir de hambre. Al momento de su muerte pesaba unos 30 kg». Jesús de la Palma

¿La verdad ante todo?

¿Cualquier cosa antes que decir la verdad? Pongamos por caso un ejemplo de lo más común: si por un descuido me hubiera saltado un estop y hubiera estado a punto de tener un accidente y además, en un incontrolable estallido de ira y autodefensa, hubiera sido yo el que le hubiera increpado al otro coche, por muy impetuosa que fuese la necesidad de contarlo, no lo haría, ante todo por temor a ser juzgado moralmente y, ¿porqué no?, por temor a ser delatado. El correveidileismo puede alcanzar cotas de maldad insospechadas.  Hoy hay cámaras de vigilancia hasta debajo de las alcantarillas, y entre nosotros hemos pasado a relacionarnos, y esto se ha acusado tras la plandemia, en términos de pillaje y delación. No se trata entonces de subirse al tren de la mentira, de la inmoralidad; sino de preservar la integridad física y emocional.  He pasado de ser un hombre locuaz y de acción a contemplar el mundo en relativo silencio y con una sosegada aunque resignada pasividad. He llegado a la conclusió

Tortas de aceite

Hemos merendado tortas de aceite de Inés Rosales; “las legítimas y acreditadas”, según reza la leyenda impresa en el envoltorio. M. A. ha merendado un puré de frutas y ahora está sentado en su trona, emocionado, viéndonos merendar y diciendo pa-pa-pa-pa y dando palmadas en la mesa compañera de la trona. En un descuido ha arrancado un trozo de plástico del envoltorio de las tortas y no para de manipularlo y llevárselo a la boca, tan emocionado que grita: «¡Ah, ah, ah!». Como diciéndonos a su mamá y a mí: «¡Mirad, mirad lo que tengo!». Los adultos, lamentablemente, no somos tan fáciles de contentar; aunque con los años nos moderamos y cada vez vamos necesitando menos aparataje parafernalístico para el satisfactorio funcionamiento de las emociones. Terminada la merienda he retomado la lectura de “Maniac” y le he puesto un rato en la tele a M. A. Pocoyó en inglés. Recuerdo la primera vez que escuché hablar en inglés, tendría unos siete años. Unos señores de una academia fueron al colegio a

Maniac

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Benjamín Labatut tiene cara de chileno; al menos así me gusta verlo, y de escritor, también tiene cara de escritor. ¿Tiene cara de escritor? No. Nadie diría a simple vista que lo es. No existe tal cosa como la cara de escritor. Yo tampoco tengo cara de escritor, y eso que no puedo parar de escribir. Me miro al espejo y lo último que veo es a un escritor. Cualquier cosa menos un escritor. Veo a un hombre, eso sí. Sé que soy un hombre cuando me miro al espejo; un hombre con una historia, una historia que siempre estoy tentado de narrar; de narrarla como escritor, pero como no me veo como escritor, me siento incapaz. Ese ímpetu narrativo de Labatut que me ha cautivado ya en las primeras páginas de “Maniac” y que necesitaría para arrancarme como novelista, no lo tengo; no lo encuentro. Quizá algún día. Labatut me recuerda en su estética a los nostálgicos poperos de los ochenta. Labatut es un moderno, si un hombre del siglo XXII viera una foto suya pensaría que fue un hombre moderno. Yo, al

Casper Odison

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Tras treinta y nueve años y ocho meses en prisión, Casper Odison, al que los telespectadores conocemos de la saga documental televisiva “Las prisiones más duras de América”, es entrevistado por Shaun Attwood en su canal de YouTube. Odison lleva apenas seis meses en libertad y, según las cuentas, tiene sesenta años, aunque aparenta veinte menos. Resulta increíble pensar que alguien haya podido soportar semejante infierno, y más aún, salir más o menos entero, como a primera vista parece ser su caso. La entrevista es larga, algo más de tres horas: cuatro décadas dan para mucho. Attwood la resuelve con maestría: lo deja hablar largo y tendido, sin interrupciones o, en su caso, las oportunas. Rondando la primera hora del encuentro Casper narra sus comienzos en la Hermandad Aria; un miembro veterano se le acerca y le pregunta que cual es su filosofía, su propósito en la vida. Casper, de veintitrés años, se queda perplejo, sin saber qué responder; no sabe de qué le hablan. Días después le pas

Fin de lectura

“El Dios Salvaje: Ensayo sobre el suicidio” es un libro que derrocha sentido y sensibilidad. Mantiene la atención hasta el último punto y nos regala una experiencia personal como colofón que nada más cerrar el libro nos hace sentir huérfanos de lecturas. ¿Cómo abrir un nuevo libro después de esto? Como después de un sabroso y opíparo banquete, hay que digerirlo. Dar tiempo a la digestión. Los teóricos que cogen la vida con pinzas desde sus escritorios esterilizados se me quedan chicos frente a las embarradas experiencias personales de El Dios Salvaje. Jesús de la Palma 

Calabaza cruda

Anoche confundí un táper de calabaza pelada con uno de papaya. Cuando fui a darle un bocado me llevé la sorpresa. Mientras tanto, ella se reía: «Es para el puré de M. A.». Lejos de pensar en una imagen de comedia norteamericana, chata y vacía, para darle empaque imaginé la escena con un aire castizo, berlanguiano; una escena costumbrista, en blanco y negro, más cercana a la tragicomedia. De trágico tenía la textura amarga y áspera de la calabaza cruda y el matiz natural que le imprimen a la escena todos los años de vida que llevo a la espalda, que ya van siendo unos cuantos, y no hay nadie a mi edad, por muy ciego que esté, que no le haya visto los colmillos al lobo. Jesús de la Palma 

Hart Creen

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Me detengo en el caso de Hart Creen. Al Álvarez lo menciona al final de “El Dios Salvaje: Ensayo sobre el suicidio”; un ensayo, por cierto, que encaja perfectamente en la definición de ensayo en tanto que la honra. Al adentrarse en sus páginas, el lector se topa con un documento sólido, con un despliegue narrativo cargado de sensibilidad y erudición que lo hará devorar las páginas con intriga y avidez. Volviendo a Creen, poeta estadounidense, se suicidó debido al tormento que le producía su condición de homosexual. En 1932, cuando se encontraba realizando en barco el viaje de vuelta desde México a Nueva York, trató de entablar relaciones con un marinero, lo cual hizo que la tripulación le pegara una paliza. Se arrojó pocas horas después desde la borda del barco delante de decenas de testigos gritando: «¡Adiós a todos!».  Jesús de la Palma

¿El tiempo está loco?

Pues va ser verdad: el tiempo está loco. Esta noche he pasado frío con la misma ropa que hace un par de noches pasé calor. Y viento, viento ahí fuera, y yo dentro, dentro de mí, ensimismado con esa ligera sensación de frío que me ha mantenido en semialerta durante el último tramo de la noche. ¿El tiempo está loco? Ha habido días en los que he pasado por varios estados de ánimo, ¿estoy loco? ¿Todos estamos locos? ¿El mundo está loco? «El tiempo está loco», me decía la mujer al salir de la tienda. ¡Qué ganas de hablar! También yo a veces he hablado con desconocidos y no por ello he creído estar loco. No, el tiempo no está loco, dialoga con nosotros y pasa por diferentes estados de ánimo. Anoche, antes de acostarme, un vídeo del infame Charles Manson. ¿Loco? Cuesta creerlo. Una revisión de la condicional, donde da un repaso a su vida con un lenguaje estructurado y una elaborada cronología. «He pasado tres años esperando a que ustedes me reciban y me interrumpen cada dos palabras», se diri

Nueve meses

Una señora me habla del tiempo cuando salimos más o menos a la vez de la tienda. Yo he ido a devolver no sé qué de C. Me han dado un tiquet que no caduca. En realidad me ha enviado a dos tiendas y en las dos me han dado un tiquet. En ninguna devolvían el dinero. La señora que me hablaba se quejaba de que «el tiempo está loco». Suelo ser amable con la gente que me aborda con naturalidad para comentar cualquier asunto sin importancia. Yo me he estoy haciendo al clima de aquí, pero le he respondido como si llevara con él toda la vida. Ayer por la tarde, ya habiendo anochecido, se podía ver la humedad, y casi parpalra, a la luz de las farolas. Si alguien te aborda por la calle para hablar del tiempo climatológico, aunque sea para quejarse, es que más o menos está de buen humor, ese día, al menos, la vida no le ha pasado por encima. Después de devolver sus cosas he ido a cambiar un pantalón mío. Me he comprado tres iguales, aunque de colores diferentes; colores muy discretos, solo que el qu

Máximo aislamiento

En uno de los documentales que he visto durante estos días se habla de las superestrellas de la infamia, de los criminales más sanguinarios que han pasado por la prisión de máxima seguridad de ADX Florence, abierta en 1994 y también conocida como la Alcatraz de las Montañas Rocosas. Aunque en la ADX las entrevistas están prohibidas, un medio de comunicación consigue entrevistar a Garrett Linderman, actualmente en otra prisión. El periodista lo insta a desarrollar su idea sobre la brutalidad del aislamiento y Garrett responde que «destroza el espíritu humano, la mente humana». Esta frase me hace recordar el confinamiento de 2020, con el que bien se podría establecer un símil con la ADX de Florence, en cuanto a que si en aquella se da el aíslamiento dentro del aislamiento, a través de una normativa más rígida en cuanto a visitas y tiempo fuera de la celda; en el confinamiento se aisló a la población con la amenaza real del desempleo, los desahucios, la acumulación de deudas… Por si fuera

Lucía Joyce

Una clase de José María Álvarez sobre Lucía Joyce y su locura. Beckett la utilizó para acercarse a su padre. Vida errática de James Joyce; su esposa era totalmente dependiente de él. Más tarde unas páginas sobre la vida de William Cowper. Más que la muerte, sus fracasados intentos de suicidio buscaban ahondar en la locura. Volverse loco para escapar de las responsabilidades agotadoras de la vida cotidiana. El delirio como refugio de un delirio mayor. Jesús de la Palma 

Abcesos de caballo

Anoche estuve un rato pegado al teléfono antes de dormir, viendo vídeos cortos de saneamiento y curación de abcesos en las pezuñas de los caballos. Si ves uno, la plataforma te los muestra sin parar, y son adictivos; la mayoría acumulan miles y hasta cientos de miles de visitas. Otro plato fuerte de las plataformas son los vídeos de deportes de riesgo profesionales y amateur: gente, normalmente joven, que se juega literalmente la vida por un instante de gloria. En El dios salvaje, Al Álvarez arroja luz de forma clara y satisfactoria sobre la lógica de los deportes de riesgo: «Se aumenta adrede la demanda de esfuerzo y concentración para, por así decir, limpiarse la mente de trivialidades. Pienso que habrá gente que se mata así: para alcanzar una calma y un dominio que en la vida rutinaria no encontraron nunca». Jesús de la Palma 

Crisis de vivienda (y de valores)

En el telediario de La 1 han dicho que los jóvenes (como si los mayores viviéramos en Marte) tienen que dedicar, de media, el 93,4% de su sueldo al alquiler, por lo que en la mayoría de casos les resulta imposible independizarse; como solución, optan por alquilar entre varios. Hace un par de días dijeron que por cada piso en alquiler había veinticinco candidatos. Lo que más llama la atención es que emiten este tipo de noticias, que son una catástrofe en sí mismas, como el que anuncia que al día siguiente va a llover. Jesús de la Palma 

El dios salvaje

Dentro del supermercado hay un puesto de comida china con la cocina abierta. Lo regenta un asiático entrado en años. No habla español y se comunica con los clientes a través de una pantalla, donde se realizan los pedidos. Eliges y te imprime un resguardo; sigues con la compra, y cuando vuelves, lo tienes ya preparado sobre el mostrador. Ayer tardé en recoger mi arroz porque tuve que esperar más de la cuenta en la sección de charcutería. Cuando volví, el hombre me sonrió con cara de alivio y, atropelladamente, en un español primitivo, me dijo con expresión de alivio que pensaba que me había olvidado. Leí por la noche; un capítulo de El dios salvaje, un ensayo sobre el suicidio a través de la historia. Al Álvarez dedica el segundo capítulo a hacer un recorrido por la visión de este en la Antigüedad. Tras el capítulo dedicado a Silvia Plath, de un tacto exquisito, me sorprende con una erudición y una capacidad de síntesis fuera de lo común sobre el tema.  Jesús de la Palma 

Acento de Graná

En cuanto articulo palabra reparan en mi acento. El médico: «Usted no es de aquí, ¿verdad?». «No, de Granada». «Ah, Granada; mucho calor en verano y mucho frío en invierno; nada, nada…». A continuación ha hecho referencia al clima de Milán, también inconveniente. Le digo que la pierna me ha dolido más con el frío durante la Navidad y me ha dado la razón. En la explanada de fuera han montado una carpa de circo; el principal reclamo es el dibujo de una amazona. Desde que vi Noche de circo no puedo evitar mirar los espectáculos circenses con cierta melancolía. De ahí voy a tomar café, no hojeo, como de costumbre, el XLSemanal, con Pérez-Reverte y De Prada. Unas cuantas páginas de Tan poca vida, la novela de Hanya Yanagihara. Más tarde voy al supermercado, en la cola para pagar tengo delante a un señor mayor; solo lleva dos pequeñas cuñas de queso, tiene un prominente bigote y la barba de días. «Hace lo que puede», me digo. Reparo en que en una muñeca lleva aún una pulsera identificativa d

Como un gato

Esta tarde tengo médico, para lo de la pierna. La pierna me ha estado fastidiando con el frío, no he podido dar un paso en días. Fui a urgencias la semana pasada y algo me pincharon que me mejoró.  A los gatos también les duelen las piernas, porque ellos también cumplen años, pero no andan por ahí todo el día quejándose: «Me duele la pierna, me duele la pierna…». Yo me he quejado bastante los días que me ha dolido más: «Estoy que no puedo dar un paso… No puedo dar un paso».  He leído en un par de ratos, entre anoche, antes de acostarme, y está mañana, antes de que amaneciera, la novela de Jon Fosse, Blancura , que más que una novela es un cuento largo que la editorial ha estirado hasta las ochenta y tantas páginas mediante los exagerados espacios entre renglones y la letra gorda. Es, si se quiere, un cuento largo, pero para estirar el chicle del Nobel la gente hace virguerias. Se encuentra, una vez dentro, un despliegue narrativo sobre una alfombra adornada con palabras redundantes par

Domingo, he existido

Me puedo imaginar a Kafka escribiendo en su diario «hoy domingo me he recortado los pelos de las orejas y la nariz; los de las orejas aún son rubios y solo puedo verlos al trasluz». Después me he recortado la barba y he estado viendo fragmentos de diversas entrevistas a personalidades públicas en inglés. No he leído nada; he salido a pasear y a echarle gasolina al coche. He dado biberones, un puré de frutas para merendar y he cambiado pañales. He pensado durante todo el día y el corazón tampoco ha dejado de latir. Si pudiera anotar en papel cada uno de los pensamientos (los sueños también lo son) y la enumeración latidos desde que nací, tendría que comprar o alquilar una nave de por lo menos mil metros cuadrados y habilitarla con pasillos y estanterías para su almacenamiento. Me puedo imaginar a Kafka escribiendo en su diario: «Domingo. Nada. He existido». Jesús de la Palma 

Katt Williams

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Katt Williams es un comediante afroamericano al que le sigo la pista desde hace años. Siempre me han llamado la atención sus arriesgados estilismos; con lo chico que es tiene una presencia imponente y un desparpajo cautivador. En una entrevista reciente concedida a Shannon Sharpe en Club Shay Shay, la cual se ha hecho viral, alcanzando los dieciocho millones de visitas en cuarentena y ocho horas, me he enterado de que ha adoptado a siete niños, pero lo que venía a comentar es una declaración que se ha hecho doblemente viral, pues en un momento de la conversación, Williams asegura haberse leído tres mil libros al año, de no ficción, desde los ocho años de edad hasta los doce. Una cifra que promedia más de ocho libros por día y que la gente no ha tardado en caricaturizar, causando tal revuelo mediático que hasta Wikipedia hace alusión a ello. Independientemente de quien sea este delirante testimonio, conviene citarlo, más que nada, porque es paradigmático de cómo funciona, en la era de l

Aún joven

Aún me considero joven; solo los jóvenes no se consideran jóvenes, ellos siempre quieren ser mayores de lo que son en realidad. No obstante me he quedado desfasado en muchos aspectos de la vida cotidiana. No me gusta el reguetón ni presto atención a determinadas redes sociales. Ayer mismo fui a comprarme unos pantalones y opté por un modelo clásico y cómodo. Son de tela antigua, como la de los que llevaba mi padre y todos los hombres de su generación, solo que han sofisticado el corte y en la etiqueta han escrito jogging , porque al ser un modelo híbrido, entre arreglados, pero informales, tienen una guita en cintura y la raya vertical marcada. En el probador, una pareja comentaba un audio de guásap; él lo reprodujo a una velocidad superior. Esto ya me sonaba por mi hijo mayor, pero a mí nunca se me hubiera ocurrido hacerlo; también para eso estoy desfasado. La tendencia en cuanto a los audios de guásap, por lo que se ve, es enviarlos cortos y escucharlos al doble de velocidad. «Con ra

Criminales exconvictos y sus esposas

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Mi inglés no es demasiado bueno; me defiendo. Ayer escuchaba una conversación entre Michael Franzese y Michael Thompson. El primero es un ex jefe criminal de la familia Colombo; Thompson, un ex componente de la Hermandad Aria que pasó cuarenta y cinco años en prisión por un doble asesinato de que se declara inocente. Le conté a ella con orgullo cuánto duraba la entrevista y se la resumí para que viera que la había entendido en gran parte. «Y ha sido con los auriculares, mientras paseaba con el niño; sin subtítulos», añadí. Le conté la parte concerniente a las mujeres. Al final de la entrevista, Franzese deja claro que dos hombres como ellos no habrían salido vivos de semejantes experiencias de no haber sido por el apoyo incondicional de sus esposas. Cuando Franzese hace referencia a cómo conoció a la suya, deja claro que no conoce el caso de ninguna familia involucrada en la mafia que no haya terminado devastada por las consecuencias. Él mismo se pone como ejemplo: un padre que pasó dé

Cacerolada

En el telediario, crisis habitacional: veintiséis interesados por cada vivienda en alquiler, y ni hablar de los precios, absolutamente descompensados con respecto a los salarios. Le recuerdo a ella una tarde, durante la plandemia, cuando levantaron las restricciones, que salimos a pasear y, a la hora de los aplausos, que gustosamente hubiera cambiado por caceroladas diarias, pasamos por la puerta de un edificio donde había un vecino asomado al balcón que tocaba la guitarra y cantaba la canción bandera del timo del siglo: el éxito del Dúo Dinámico, “Resistiré”. Arriba y abajo y enfrente, los demás vecinos acompañaban a coro al hombre orquesta. Pensé, para ser completamente honesto, que «menuda panda de gilipollas»; luego estaba lo de los cartelitos del “todo saldrá bien”. ¿Bien? Todo ha ido de puto culo: la vivienda, la cesta de la compra, la tendencia a la desaparición del efectivo, la desatención en las oficinas bancarias y el incremento abusivo de comisiones. La crisis del coronaviru

Prurito narrativo

Ella lee a veces mis entradas del diario, bien porque yo se las muestro, bien porque las encuentra en Facebook. Me gusta cuando les regala un corazón o cuando me dice de viva voz que «está muy bien lo último que has escrito, me ha gustado mucho». Ella es más lectora, no tiene, como yo, ese prurito narrativo, insalvable y condicionante hasta límites inconfesables. En El dios salvaje, Al Álvarez analiza la separación pasajera de Ted Hughes y Sylvia Plath: «Es probable que cuando dos poetas originales, ambiciosos, plenamente dedicados se unen en matrimonio, y los dos son productivos, cada poema que escribe uno le dé al otro la sensación de que lo ha extraído de su cráneo». Jesús de la Palma 

Casa por perreo

La generación Y se caracteriza por haber perdido el derecho a una vivienda digna y un empleo de calidad y haber ganado el derecho a la droga legal y a perreo libre. Jesús de la Palma 

Dotados para la muerte

Hay seres dotados para la muerte a los que no hiere la muerte, porque ellos en sí mismos son muerte, aliados de la eternidad. Los demás morimos, muertos por la muerte, sin saber muy bien qué es la muerte; sin morir del todo, porque tampoco, quizá, estuvimos vivos, porque para sentir la vida hay primero que estar dotado para la muerte, ser, en cierto modo, muerte. Decía Sylvia Plath que «morir es un arte», y también que «yo lo hago excepcionalmente bien». Jesús de la Palma 

One hit wonder?

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Recomendar libros a quien no lo pide es como despertar a alguien en mitad de la noche y contarle una de nuestras miles de millones de preocupaciones; como contarle el final de la película que nos hemos quedado viendo a su lado mientras dormía y que ni siquiera llegó a ver empezar. Es por eso que me abstendré de recomendar Panza de burro, por mucho que la haya disfrutado. Es una novela iniciática, además de inicial, porque adentra a la autora, Andrea Abreu, en la exclusiva sociedad de escritores exitosos. La novela, publicada en 2020, al año siguiente llevaba 20 000 ejemplares vendidos en su undécima edición; el libro ha sido publicado en treinta países y traducido al inglés, italiano, alemán y francés. Según la última actualización de Wikipedia, al momento alcanza la decimoséptima edición y ha vendido los derechos para una adaptación cinematográfica. Cuento todo esto, o más bien lo adjunto; lo copio y lo pego, porque más o menos por la mitad de la trama estuve tentado de buscar a la au

Mierda en lata, mierda para todos

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La trayectoria comercial de “Mierda de artista”, de Piero Manzoni, es el paradigma de la diversidad, demuestra que hay gente para todo, y, principalmente, que si se deja volar la imaginación sin un lastre filosófico que nos mantenga a una altura razonable respecto al suelo, aquella puede perder la noción de realidad y vagar por los inescrutados caminos del delirio. En 2007, la Tate Modern londinense adquirió una de las latas de mierda de Manzoni por 30.000 dólares; ese mismo año, otra se subastó por 108.000, y en 2016 se vendió una por 300.000. La mierda forma una parte muy importante de la vida del ciudadano; mierda en el discurso político, periodístico; en el lúdico y el eclesiástico. Ayer mismo, en relación a este último, veía un vídeo en Youtube del padre Javier Luzón, sacerdote y antiguo profesor de antropología filosófica, titulado No soporto el intrusismo profesional entre psicólogos, psiquiatras y exorcistas. El padre Luzón refiere el caso reciente de una mujer que, tras cruzar

Panza de burro

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La primera vez que vi Panza de burro , la novela, fue en un estante de novedades literarias que había en una de las bibliotecas públicas de la red de bibliotecas de Canarias. Me llamó la atención la portada. ¡Qué fuerza! Brutalismo quinqui. Esto, creo recordar, fue el año pasado, en 2023. El libro es de 2020. Finalmente me lo he comprado en 2024. El estilo libre y frenético de escritura al que se adhiere la autora, al principio me ha causado cierto recelo, pero yendo por la página cincuenta y ocho ya me he acostumbrado a leer güevo, güeno, barbi, güesos, cachoputa, shit, la bitch, agüela, o sinson  como nombre de perro, por Simpson. Cuando llegado a esta cota de lectura ya me había hecho al estilo dinámico y desenfadado de vulgarismos y neologismos y canarismos, en el capítulo comerse a isora , comienzo a leer y no tardo en percatarme de que, además, está escrito de corrido, esto es, sin signos de puntuación y, por si fuera poco, sin mayúscula inicial ni para los nombres propios. El ca

Sobre libros y discos; música y literatura y más

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Con tres Premios Grammy y más de cien millones de discos vendidos, dudo que muchos jóvenes de hoy conozcan y mucho menos le hayan dedicado tiempo a escuchar su música. Hablo de Stevie Wonder, de quien me aparece una foto en redes y tengo que ir al buscador para saber si sigue vivo, porque su olvido musical es manifiesto y equivale a una muerte trapacera y silenciosa. Tengo algunos discos suyos de vinilo, que hace años que no escucho, porque llevo años sin encender el tocadiscos. La discográfica Motown es, en su disciplina, similar a la Academia de Atenas; Berry Gordy es el Platón de la música soul.  Se suelen verter montañas de basura sobre obras geniales, bien de música o literatura.  El espíritu de Stevie Wonder, sin embargo, es seguro, o al menos así me gusta pensarlo, que permanecerá con nosotros por el resto de los días, como el de Prince o el de Michael Jackson; pero quedarán para un selecto grupo de espíritus tocados por la exquisita sensibilidad que se necesita para no caer en

“Fresas salvajes”, “Olive Kitteridge” y “Panza de burro”

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—Me da igual morirme —dijo el hombre—. Pero no me deje aquí solo.  —A mí también me da igual morirme. De hecho, me gustaría, siempre que sea rápido. Elizabeth Strout, “Olive Kitteridge”.                                                              ***** “Cuando se acababa la novela y las nubes nos golpeaban el tope de la frente, a Isora le invadía una tristeza extraña, como lejana, así como un martilleo era su tristeza, como un picapinos perforando la madera piquipiquipiquipiqui y repetía me quiero quitar la vida, me quiero morir. Y lo decía así, con esas palabras, como si tuviera cincuenta años y no diez”. Andrea Abreu, “Panza de burro”.                                                               ***** El fotograma pertenece a “Fresas salvajes”, de Ingmar Bergman.

Canallitas

Es común que, a partir de cierta edad, las mujeres con malas experiencias en relaciones de pareja busquen ante todo un hombre bueno . Ese matiz canallesco que apreciaban en la juventud se convierte ahora en la principal traba para establecer un lazo conyugal. Normalmente, cuando una mujer de mediana edad se reúne con sus amigas para contarles sobre la nueva pareja, la primera cualidad que resalta del compañero es la bondad. «Es muy bueno», asegura, mientras las otras asienten. En cuanto a las amigas, una vez a solas, sin la enjuiciada como testigo, se dicen entre ellas: «Este no le va a dar problemas». Jesús de la Palma 

Los lunes al sol

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Madrid goza de cerca de trescientos días de sol al año, lo que atrae a un considerable número de turistas, no solo a la capital, sino al resto de ciudades del país. España es en general un país soleado, y de eso dan buena cuenta las agencias de publicidad contratadas por el Gobierno. El sol es nuestra seña de identidad. He reparado en ello tras ver un par de videos de algunas de las ciudades y pueblos más gélidos del mundo, como es el caso de Yakutsk, con una temperatura media de entre -29 y -36 °C en invierno, aunque se han llegado a registrar temperaturas de -64,4 °C. Una de las cosas que más ha llamado mi atención del vídeo de Kun B en Español  es el nivel de vida de los yakutos, con un costo de unos 700$ mensuales y unos salarios comprendidos entre los 100$ y 1500$, lo que no solo da para vivir decentemente, sino para llevar una cuenta de ahorro más que saneada, que es el pilar fundamental para una buena salud tanto física como emocional. En fin, lo que se esperaría que fuera el de

Intuición

De las tres fotos que me hicieron ayer con M. A. en brazos durante la comida de Reyes la que más me gusta es esa en la que no salgo posando, sino gesticulando y con la boca abierta: le decía a L., mi sobrino de cuatro años, que no pusiera las manos delante de la cámara. De hecho, la foto es tan imperfecta que también aparece la mano de L. Es la foto que más me gusta porque es la más natural. Este tipo de fotografías son fruto de una época; cuando de los carretes se aprovechaba hasta el último negativo; hoy, con el dominio de las redes sociales y su idiosincrasia particular, las fotografías impresas están en vías de extinción. Ahora se edita hasta el más ínfimo detalle; incluso el teléfono más sencillo tiene la opción de aclarar el color de los dientes o disimular las ojeras. Este grado de frivolidad me espanta y me hace desconfiar hasta sentir en ocasiones una sensación de desasosiego que troca en pavor.  Todo cambia, y yo, por edad, he decidido detener la marcha, plantarme. Eso de ir

Tienes miedo

Me pongo las gafas y me las quito mientras leo. Ahora mismo las tengo encima de la cabeza. Me he levantado tragando saliva para probar la garganta. ¿Me habré puesto malo? Tomo un poco de leche con miel y un Paracetamol. Facebook me recuerda que el año pasado empezaba por estas fechas Los vencejos , de Aramburu. ¡Cómo me gustó! La Navidad y un poco más allá es tiempo de lecturas distendidas. En otro recuerdo, que no había compartido en público, un minicuento que leo con sorpresa mientras me pregunto si lo escribí yo. Sí, definitivamente es mío, y lo mejor: no me parece mal. Únicamente cambio un tiempo verbal y modifico la opción de compartir solo para mí a la de para todos. En los auriculares, Billy Joel. ¿Se hacen preguntan los matrimonios? Preguntas como «¿tienes miedo?». Me temo que no. Unas páginas de Luis Aragón en El coño de Irene : «Hay gente que cuenta la vida de los demás. O la suya. ¿Por qué extremo la toman?». Jesús de la Palma 

Contar la vida

Me pongo las gafas y me las quito mientras leo. Ahora mismo las tengo encima de la cabeza. Me he levantado tragando saliva para probar la garganta. ¿Me habré puesto malo? Tomo un poco de leche con miel y un Paracetamol. Facebook me recuerda que el año pasado empezaba por estas fechas Los vencejos,  de Aramburu. ¡Cómo me gustó! La Navidad y un poco más allá es tiempo de lecturas distendidas. En otro recuerdo, que no había compartido en público, un minicuento que leo con sorpresa mientras me pregunto si lo escribí yo. Sí, definitivamente es mío, y lo mejor: no me parece mal. Únicamente cambio un tiempo verbal y modifico la opción de compartir  solo para mí  a la de  para todos . En los auriculares, Billy Joel. ¿Se hacen preguntan los matrimonios? Preguntas como «¿tienes miedo?». Me temo que no. Unas páginas de Luis Aragón en El coño de Irene: «Hay gente que cuenta la vida de los demás. O la suya. ¿Por qué extremo la toman?». Jesús de la Palma 

Abelardo (minicuento)

Abelardo no sabe qué es el comunismo ni el liberalismo económico ni el colectivismo. Sabe que se tiene que levantar y trabajar. Levantarse de la cama ya es un trabajo en sí mismo. Sabe que tiene que luchar por la supervivencia. Las superestructuras socioeconómicas no las conoce. Piensa que el pobre debe rebelarse contra el rico que lo explota. Cree en la insurrección. No cree en la insurrección colectiva, cree en el anarquismo individualista. Cree que la vida no merece la pena y por eso cree en los mártires anónimos. Cree que la vida en sociedad es inviable para el pobre. «La historia lo viene  demostrando a lo largo de los siglos. Cualquier rico del siglo XXI preferiría la eutanasia antes que perder su fortuna y convertirse en un trabajador precario», argumenta en sus constantes soliloquios. En lo tocante a la realidad tangible, habita su pequeña parcela de bienestar, con sus infiernos circundantes, más o menos ardientes, pero hasta ahora, soportables. No ha venido al mundo para cambi

Un despertar feliz

Ayer fue el despertar más feliz de mi vida. Al menos así lo veo hoy por hoy. No hablo de una felicidad chillona, estrambótica, afectada, sino serena, comedida, reflexiva. Abrí los ojos muy temprano y estuve leyendo. Luego se despertaron ella y el niño. Leer y estar junto a ellos, en eso consiste mi felicidad.  Jesús de la Palma 

Noche de Reyes

He leído poco hoy, apenas un par de páginas mientras esperaba a la secadora en la lavandería.  Una entrevista al excapo Michael Franzese realizada por Dj Vlad. «Crecí odiando a la policía». Aún escucho el eco de su sentencia. Más adelante, en el transcurso de la conversación, narra cómo los seguimientos a su padre por parte del FBI eran abiertos, y no encubiertos, como se conciben en la actualidad. Asegura que siempre había un coche de policía en la puerta de su casa. No dejo de pensar en el personaje durante un buena parte del día. Sobrevivir a la mafia y no ser repudiado por aquella no es cosa baladí. Leo los comentarios del vídeo y el criterio unánime es de alabanza. Todos coinciden en lo prodigioso de la hazaña de Franzese.  A última hora me he acercado a comprar ropa de cama; la tienda estará como a unos trescientos metros de la casa. Un par de puertas antes de la tienda, una librería de libros usados en el bajo de un edificio centenario. Ha sido toda una sorpresa. He entrado y es

Resentimiento

Me he convertido, o mejor dicho, siempre he sido un resentido con la sociedad. Desde chico no entendía el funcionamiento del mundo, no encajaba en el molde social. Desde que recuerdo he mirado con recelo y escepticismo. He aprendido, no obstante, a ser un resentido pacífico, paciente, por momentos indiferente. Guerras, abusos de poder, corrupción estatal, y ¿quién soy yo? Lo único que está en mi mano es estudiar: observar los acontecimientos con mirada crítica, apoyada en juicios eruditos de los que ya pensaron gloriosamente antes de mí.  Jesús de la Palma 

Pollito

Tras leer en “Olive Kitteridge”, la novela de Elizabeth Strout, que «Anita dejó que los peces se congelaran durante el invierno; dijo que había oído que se podía hacer, que se descongelarían en primavera», recuerdo que de chico se me ocurrió coger un huevo del frigorífico y meterlo debajo de la almohada para darle calor y tener así un pollito con el que jugar. Jesús de la Palma 

Dulce melancolía

Tengo una foto de M. A. con dos lágrimas reposándole en el surco de los ojos. Los ojos vidriosos emiten el reflejo. Su expresión es dulcemente melancólica. Ha llorado porque el plástico de lluvia con el que hemos cubierto el carricoche le impedía la visión. Se la he hecho una vez dentro, en la cafetería. Allí mismo se ha comido un potito. Nosotros hemos tomado café y un croasán a la plancha, con jamón y queso. Más tarde hemos ido a comprar algunos regalos para Reyes. Entre otras cosas, buscábamos un libro, que no estaba; teníamos una segunda opción, que tampoco. En los estantes de los más vendidos , un título me llama la atención. Recuerdo que quizá tenga la edición en formato digital; lo busco, y sí, efectivamente, lo tengo. Me llama la atención la portada: una figura escorzada; un rostro que oscila entre el placer y el dolor. El editor rechazó en un principio la imagen, pero era condición  sine qua non para el autor. Prefiero no mencionar el título hasta haberlo leído. Recientemente

Calavera

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Quedamos con X. e Y (son iniciales ficticias). C. se levanta y me quedo a solas con X.: Y. ha llegado más tarde. «El silencio se podía cortar con un cuchillo», le comento después a C. X. le da a Y. su regalo de Reyes allí mismo. Una sudadera de una marca muy conocida, cuyo logotipo es una calavera. Me saco un chascarrillo de la manga para mostrarme distendido: «Esa marca es de macarras (sonriendo)». “La parte contratante de la primera parte” se queda perpleja y responde con un no grave, afectado. Rectifico: «Ya, lo sé, es de pijos, de gente bien, lo decía por la calavera. De hecho, yo tengo una camisa y me gusta la marca (en realidad, me gustaba, ahora me inspira rechazo, por el tipo de público al que va destinada). Este tipo de acontecimientos son los que me hacen pensar en que mi pesimismo, mi sentimiento trágico de la vida, es alegre y no solemne y plomizo. Jesús de la Palma

Rutina

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La aspiradora es una liberación del trabajo esclavo al que somete el espíritu tiránico del cepillo de barrer. Me gusta limpiar y ordenar. Me relaja. El orden me relaja, junto con la limpieza. Ver un espacio limpio y ordenado. Supongo que los matemáticos se refugian en los números para huir del caos exterior. Me imagino las ciencias exactas como un búnker antimisiles. Únicamente le encuentro una pega: la altura del mango. Para mi estatura, 1,87, le vendrían bien diez centímetros más. Mientras la paso, me detengo en la báscula del dormitorio. Me subo en ella: 92 kilos. Desde que soy adulto he oscilado entre dos medidas de peso, que a su vez oscilaban entre dos medidas muy próximas entre ellas. Durante la etapa de juventud he oscilado entre los 85 y los 87 kilos; en la de madurez, entre los 92 y los 93. Me gusta limpiar y ordenar porque un hombre sin rutina es una bestia atormentada. Las sociedades avanzadas ya no castigan al pobre con el hambre, sino con la amenaza del desempleo y la con

Ganarle tiempo al tiempo

Estoy con el bebé, que duerme en su carrito, sentado en la terraza de una cafetería, leyendo Olive Kitteridge . Con el café con leche, que lo he pedido corto y el camarero lo ha confundido con un cortado, me ha puesto una pequeña magdalena con pepitas de chocolate; un bocado de cortesía que he abierto por curiosidad y he dejado junto al plato. Un perro chico ladra, y su dueño fuma; deseo que se vayan. Por fin se mitiga el ruido y el aire se hace respirable. Aparece un repartidor de bebidas y se detiene en la puerta, habla por teléfono de su jefe, y de que si luego tiene tiempo, se pasará . Tiempo: hay una sutil diferencia entre disfrutarlo y padecerlo. Muchos, si no todos los males de los hombres, vienen por no saber o no poder quedarse quietos; por no pensar antes de hacer. En cuanto a Kitteridge , una frase inspiradora: «Se le pasó por la cabeza la idea de que, en cualquier momento que lo necesitara, podía matarse». Me gusta pensar que solo la gente capaz de detenerse a pensar es cap

Grietas que son abismos

Las sociedades de bienestar tienen grietas que son abismos. Hay en ellas quienes se pasan la vida cayendo en una interminable espiral de agonía, hasta que la muerte aparece como una liberación; los hay, en otro plano que, teniendo asegurada no solo la subsistencia, sino el derecho al sueño, se enfrentan a dilemas morales capaces de resquebrajar los cimientos de una seguridad en apariencia inquebrantable. El ciclo de la vida, aun con todas las comodidades propias de las sociedades occidentales, se muestra implacable en su cometido. Todo está escrito en materia biológica. Es ley de vida. Hay quienes, entre los que me incluyo, se enfrentan con agrado a la paulatina bajada de la libido que se acusa con el transcurrir de los años; andar por ahí como un caballo desbocado no es recomendable en ningún ámbito de la vida, tampoco en el sexual. No obstante, me ha helado la sangre leer en Olive Kitteridge , la novela de Elizabeth Strout, una escena de matrimonio en la que Harmon se acerca en la i

Nochevieja 2023

Voy por la página ciento veinte. Es uno de Enero. He pasado de celebrar el santo de mi padre a hacerlo con el de mi hijo. Este día siempre será especial, tendrá una marca en el calendario. En la página anterior del libro, Harmon se dirige a Bonnie, su esposa: «No sé, Bonnie. Este año me ha deprimido un poco la Navidad». En Nochevieja se estaban acostando alrededor de las diez. En cuanto mí, he tenido navidades peores; es más, esta Navidad ha sido de las mejores que recuerdo, si no la mejor. Sí, la mejor.  Jesús de la Palma 

Un elefante...

Despertar con niños es cantar hasta diez veces Un elefante se balanceaba : «Diez elefantes se balanceaban...». Más tarde hemos salido a dar un paseo y a jugar. S. ha resbalado y se ha caído. No ha sido nada, pero he sabido leer en sus ojos; estaba tan desconsolado que he ido a cogerlo en brazos y darle mimos: «¿Cómo estás, mi vida; dónde te has hecho daño?». Al poco se ha repuesto. Ya de vuelta lo he comentado con su madre: «¿Sabes, solo necesitaba atención? Hay un escritor, no me acuerdo cómo se llama; sí, Stig Dagerman; decía que nuestra necesidad de consuelo es insaciable ». Le he referido entonces un pasaje de Olive Kitteridge : «Aquella horrible historia del hombre que saltó —y sobrevivió—, que se había paseado por el puente Golden Gate durante una hora, llorando, y había dicho que, si alguien se hubiera parado a preguntarle por qué lloraba, no habría saltado». Jesús de la Palma