“Tale”, ¿de Mileto?

C. va a casa de la vecina y cuando vuelve me cuenta que tienen un perro chico y que Manuel Abril se lo ha quedado mirando. «Se llama Tale». «¿Cómo?». «Sí, por un filósofo, me ha dicho, que se llamaba así». «Ah, Tales de Mileto». La intriga me puede. Al rato hemos vuelto; tenía que volver solo ella, pero yo me he apuntado a la visita. «Me ha llamado mucho la atención que el perrillo se llame Tale, por el filósofo». C. me había advertido de que la vecina es parlanchina. En efecto, da un largo rodeo. Al marido le gusta la Historia, y cuenta cómo llegó el perro a la casa justo cuando la hija estaba en el instituto, con Aristóteles; pero Aristóteles era un nombre largo y buscaban un nombre más corto. De ahí pasa a Roma. Estuvieron de viaje y el marido se entendió muy bien con el guía. Menciona a Ciro, aunque creo que confunde época y lugar. A mí también me cuesta ordenar el pensamiento durante unos segundos: «Sí, claro, el rey». Curiosidades aparte, son unas personas encantadoras.

Jesús de la Palma 

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