Pollito

Tras leer en “Olive Kitteridge”, la novela de Elizabeth Strout, que «Anita dejó que los peces se congelaran durante el invierno; dijo que había oído que se podía hacer, que se descongelarían en primavera», recuerdo que de chico se me ocurrió coger un huevo del frigorífico y meterlo debajo de la almohada para darle calor y tener así un pollito con el que jugar.

Jesús de la Palma 

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