Calavera

Quedamos con X. e Y (son iniciales ficticias). C. se levanta y me quedo a solas con X.: Y. ha llegado más tarde. «El silencio se podía cortar con un cuchillo», le comento después a C. X. le da a Y. su regalo de Reyes allí mismo. Una sudadera de una marca muy conocida, cuyo logotipo es una calavera. Me saco un chascarrillo de la manga para mostrarme distendido: «Esa marca es de macarras (sonriendo)». “La parte contratante de la primera parte” se queda perpleja y responde con un no grave, afectado. Rectifico: «Ya, lo sé, es de pijos, de gente bien, lo decía por la calavera. De hecho, yo tengo una camisa y me gusta la marca (en realidad, me gustaba, ahora me inspira rechazo, por el tipo de público al que va destinada). Este tipo de acontecimientos son los que me hacen pensar en que mi pesimismo, mi sentimiento trágico de la vida, es alegre y no solemne y plomizo.

Jesús de la Palma

Comentarios

Entradas populares de este blog

Yo no soy malo (ficción narrativa)

Lecturas nocturnas

“Fresas salvajes”, “Olive Kitteridge” y “Panza de burro”