Tortas de aceite
Hemos merendado tortas de aceite de Inés Rosales; “las legítimas y acreditadas”, según reza la leyenda impresa en el envoltorio. M. A. ha merendado un puré de frutas y ahora está sentado en su trona, emocionado, viéndonos merendar y diciendo pa-pa-pa-pa y dando palmadas en la mesa compañera de la trona. En un descuido ha arrancado un trozo de plástico del envoltorio de las tortas y no para de manipularlo y llevárselo a la boca, tan emocionado que grita: «¡Ah, ah, ah!». Como diciéndonos a su mamá y a mí: «¡Mirad, mirad lo que tengo!». Los adultos, lamentablemente, no somos tan fáciles de contentar; aunque con los años nos moderamos y cada vez vamos necesitando menos aparataje parafernalístico para el satisfactorio funcionamiento de las emociones. Terminada la merienda he retomado la lectura de “Maniac” y le he puesto un rato en la tele a M. A. Pocoyó en inglés. Recuerdo la primera vez que escuché hablar en inglés, tendría unos siete años. Unos señores de una academia fueron al colegio a ofertar sus clases de apoyo y mis padres me apuntaron. La España de 1982 no era la de 2024. Hoy los canales de televisión tienen la opción de cambiar de idioma. En 1982 apenas si se podía cambiar de canal, porque solo había dos.
Jesús de la Palma
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