El suicidio
Intuía que El suicidio (1897), la obra de Durkheim, iba a ser un análisis frío y árido sobre un asunto tan sensible y cargado de emotividad como el suicidio. No me equivocaba. Viniendo de la lectura, como vengo, de El Dios Salvaje, el contraste es muy acusado; son dos formas antagónicas de afrontar el debate sobre una cuestión tan espinosa. En una parte en la que Durkheim se centra en analizar cuales son las horas y los días más proclives entre ambos sexos para tomar la fatídica y final decisión de terminar con todo, reparo en un fragmento dedicado al domingo, a saber: «Se observa que ese día la tasa femenina se eleva, pues es cuando las mujeres salen del retiro en el que están el resto de la semana y participan un poco de la vida común».
Jesús de la Palma
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