Máximo aislamiento

En uno de los documentales que he visto durante estos días se habla de las superestrellas de la infamia, de los criminales más sanguinarios que han pasado por la prisión de máxima seguridad de ADX Florence, abierta en 1994 y también conocida como la Alcatraz de las Montañas Rocosas. Aunque en la ADX las entrevistas están prohibidas, un medio de comunicación consigue entrevistar a Garrett Linderman, actualmente en otra prisión. El periodista lo insta a desarrollar su idea sobre la brutalidad del aislamiento y Garrett responde que «destroza el espíritu humano, la mente humana». Esta frase me hace recordar el confinamiento de 2020, con el que bien se podría establecer un símil con la ADX de Florence, en cuanto a que si en aquella se da el aíslamiento dentro del aislamiento, a través de una normativa más rígida en cuanto a visitas y tiempo fuera de la celda; en el confinamiento se aisló a la población con la amenaza real del desempleo, los desahucios, la acumulación de deudas… Por si fuera poco, se instó a la la población a cantar canciones y a aplaudir desde los balcones, lo cual tiene un macabro trasfondo psicológico, pues del mismo modo que a los presos estadounidenses, entre otras prácticas, se les priva de su propio atuendo y se los viste con uniformes y calzados que los despersonalizan y los hacen sentirse humillados, inferiores, poner a cantar y a aplaudir a una población caída en desgracia tiene los mismos efectos humillantes y despersonalizadores.

Jesús de la Palma 

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