Criminales exconvictos y sus esposas

Mi inglés no es demasiado bueno; me defiendo. Ayer escuchaba una conversación entre Michael Franzese y Michael Thompson. El primero es un ex jefe criminal de la familia Colombo; Thompson, un ex componente de la Hermandad Aria que pasó cuarenta y cinco años en prisión por un doble asesinato de que se declara inocente. Le conté a ella con orgullo cuánto duraba la entrevista y se la resumí para que viera que la había entendido en gran parte. «Y ha sido con los auriculares, mientras paseaba con el niño; sin subtítulos», añadí. Le conté la parte concerniente a las mujeres. Al final de la entrevista, Franzese deja claro que dos hombres como ellos no habrían salido vivos de semejantes experiencias de no haber sido por el apoyo incondicional de sus esposas. Cuando Franzese hace referencia a cómo conoció a la suya, deja claro que no conoce el caso de ninguna familia involucrada en la mafia que no haya terminado devastada por las consecuencias. Él mismo se pone como ejemplo: un padre que pasó décadas en prisión, una hermana drogadicta y un hermano que testificó en los tribunales contra su propio padre. De modo que cuando conoció a la que sería su esposa, contando esta con tan solo veinte años, se preguntaba cómo iba hacerle eso a una chica tan joven. Thompson, por su parte, narra que conoció a la suya en prisión, cuando está trabajaba brindando apoyo a los presos alojados en el corredor de la muerte. Mientras se lo cuento, no sin sentir cierta emoción, asiente, sabe que hay mujeres así, y me dice que las puede llegar a entender. 

Jesús de la Palma 



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