Contar la vida

Me pongo las gafas y me las quito mientras leo. Ahora mismo las tengo encima de la cabeza. Me he levantado tragando saliva para probar la garganta. ¿Me habré puesto malo? Tomo un poco de leche con miel y un Paracetamol. Facebook me recuerda que el año pasado empezaba por estas fechas Los vencejos, de Aramburu. ¡Cómo me gustó! La Navidad y un poco más allá es tiempo de lecturas distendidas. En otro recuerdo, que no había compartido en público, un minicuento que leo con sorpresa mientras me pregunto si lo escribí yo. Sí, definitivamente es mío, y lo mejor: no me parece mal. Únicamente cambio un tiempo verbal y modifico la opción de compartir solo para mí a la de para todos. En los auriculares, Billy Joel. ¿Se hacen preguntan los matrimonios? Preguntas como «¿tienes miedo?». Me temo que no. Unas páginas de Luis Aragón en El coño de Irene: «Hay gente que cuenta la vida de los demás. O la suya. ¿Por qué extremo la toman?».

Jesús de la Palma 

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