Rutina
La aspiradora es una liberación del trabajo esclavo al que somete el espíritu tiránico del cepillo de barrer. Me gusta limpiar y ordenar. Me relaja. El orden me relaja, junto con la limpieza. Ver un espacio limpio y ordenado. Supongo que los matemáticos se refugian en los números para huir del caos exterior. Me imagino las ciencias exactas como un búnker antimisiles. Únicamente le encuentro una pega: la altura del mango. Para mi estatura, 1,87, le vendrían bien diez centímetros más. Mientras la paso, me detengo en la báscula del dormitorio. Me subo en ella: 92 kilos. Desde que soy adulto he oscilado entre dos medidas de peso, que a su vez oscilaban entre dos medidas muy próximas entre ellas. Durante la etapa de juventud he oscilado entre los 85 y los 87 kilos; en la de madurez, entre los 92 y los 93. Me gusta limpiar y ordenar porque un hombre sin rutina es una bestia atormentada. Las sociedades avanzadas ya no castigan al pobre con el hambre, sino con la amenaza del desempleo y la consecuente ausencia de rutina.
Jesús de la Palma
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