Tabaco y alcohol
En los supermercados venden tabaco. Ya me he acostumbrado a ver las vitrinas en las líneas de caja. Tampoco es de extrañar: en la península venden alcohol. Aquí también lo venden con igual naturalidad. Mientras esperaba para pagar una papilla de ocho cereales sin azúcar, no para el bebé, sino para mí; uno de los pocos vicios que me han quedado, el señor de delante le indicaba a la cajera una marca de tabaco y le pedía dos cajetillas. No era mucho mayor que yo y estaba, más que pálido, blanquecino, cosa de extrañar en una tierra donde hace sol los trescientos sesenta y cinco días del año y las playas son su mayor atractivo. He tenido la sensación de ver a un espectro invocando a la muerte. Dejar de fumar, según cuenta Cioran en sus Cuadernos, fue la decisión más importante de su vida y de de la que más orgulloso se sentía. Jesús de la Palma