Tócala (otra vez), Sam

Que los jóvenes no sepan quién fue Humphrey Bogart es trágico y natural a la vez. A mí Bogart me pilló a desmano; tardé en encontrarlo, ya que no había redes sociales y me llevaba nada menos que dos generaciones; pero aun así lo hice, y me quedé con él. Me costó entender su papel de galán; un hombre que ni era guapo ni corpulento. Tengo una colección de deuvedés de cine en blanco y negro en la que hay más de una de sus películas. Fue mi padre quien se preocupó de armármela; iba cada sábado al quiosco de prensa para comprar la que tocara. Ahora el aparato de deuvedé está desenchufado y guardado en un cajón, y las películas, olvidadas en una estantería, cerca del recuerdo de mi padre. No obstante no puedo olvidar Casa Blanca; debería haber un canal de televisión donde emitieran las películas de Bogart durante todo el día, con tertulias intercaladas, y que todas las noches, sobre las diez, dieran Casablanca: «Tócala (otra vez), Sam». Lo que sería un aviso de que el día siguiente estaría al llegar. Siempre he vivido a contratiempo, y por eso me gusta Humphrey Bogart, porque es atemporal. Un hombre. El hombre.

Jesús de la Palma



Comentarios

Entradas populares de este blog

Yo no soy malo (ficción narrativa)

“Fresas salvajes”, “Olive Kitteridge” y “Panza de burro”

Cuajo