Abandono las redes sociales, me paso a la anónima escritura del blog. Recelo ante algún posible lector y a la vez necesidad de lectores. Como en la vida: ganas de vivir y morir al tiempo.
El monólogo interior no me aflige. Convivo con él con la más absoluta naturalidad, a la manera de esos médiums que cohabitan con los fantasmas, como en una suerte de comuna platónica. A menudo me pregunto cuándo empezó todo, y en cada ocasión obtengo una respuesta distinta, lo que no es impedimento para que siempre termine encontrando el camino de vuelta a lo que considero que más se acerca a la verdad. Todo pudo empezar cuando, siendo muy chico, y ante una de las regañinas de turno, le repliqué a mi padre que yo tenía mis derechos. Como ni determinista ni existencialista, no considero que no pudiera haber cambiado de alguna manera mi destino; no obstante, no me cabe duda de que tanto el carácter como las circunstancias influyeron de manera decisiva en quien me terminé convirtiendo. Me gustaría poder contar una historia en la que no hubiera pasado nada; pasearme por los aledaños de los acontecimientos y detenerme en cada detalle; describir cada esquina y cada pilar, cada pared, ca...
—Me da igual morirme —dijo el hombre—. Pero no me deje aquí solo. —A mí también me da igual morirme. De hecho, me gustaría, siempre que sea rápido. Elizabeth Strout, “Olive Kitteridge”. ***** “Cuando se acababa la novela y las nubes nos golpeaban el tope de la frente, a Isora le invadía una tristeza extraña, como lejana, así como un martilleo era su tristeza, como un picapinos perforando la madera piquipiquipiquipiqui y repetía me quiero quitar la vida, me quiero morir. Y lo decía así, con esas palabras, como si tuviera cincuenta años y no diez”. Andrea Abreu, “Panza de burro”. ...
Ayer, jugando con el bebé, me vomitó en la cara. Se acababa de tomar el biberón y ella llevaba un rato advirtiéndomelo. Me pidió que no me moviera, porque estábamos muy graciosos, y nos hizo una foto en la que yo salgo riendo y pringado de cuajo. La cara de él es de estupefacción, y de lo más tierna y cómica, pues el juego se paró de pronto y parecía no entender nada. De fondo sonaba “Canas de viajar”, en La 2 de televisión, el programa conducido por el arquitecto y esteta chileno Federico Sánchez, donde mostraron, de forma didáctica y amable, varios de los sellos de identidad arquitectónicos de Segovia y Tenerife. Jesús de la Palma
Comentarios
Publicar un comentario