El pañuelo rosa
No hace mucho le enseñé en un escaparate un pañuelo para el cuello. Le dije que iría divina con él; muy elegante. Le dibujé un atuendo con pañuelo mientras subíamos las escaleras mecánicas del centro comercial y dejábamos atrás los maniquíes sin quitarles la vista. Me dijo que no. No era para ella. Han pasado las semanas desde aquello sin cambios en su atuendo, hasta que hace unos días decidió probar con uno de mis pañuelos. Antes he ido y le he comprado uno, rosa, que tanto le gusta. No obstante, cuando ha salido, se ha vuelto a poner el mío. Al preguntarle, me ha sonreído: «Es que combina mejor con lo que llevo».
Jesús de la Palma
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