Reconciliación

Discusión sin importancia, en torno a lo cotidiano. Pienso durante horas razones sólidas sobre las que fundamentar mis argumentos. Rozo la epifanía: «¿Lo ves? Las cosas son así. No hay mucho más que añadir». Cuando nos vemos me desinflo. Las cosas no están tan claras como me las estaba dibujando en aquel mapa mental, de hace tan solo unas horas, que manejaba con ínfulas de táctico militar. Comemos con la televisión de fondo y hablamos como si nada, porque en realidad no ha pasado nada. Más tarde, en la consulta del fisioterapeuta, una paciente que tengo delante habla de largo con el administrativo, quien se muestra amable, pero claramente angustiado ante la interminable perorata de aquella. Es inquiriente y aburridísima; habla sin parar. Me imagino lo que tiene que ser convivir con ella y se me olvida cualquier atisbo de resentimiento con C. Cuando vuelva me reconciliaré sin reservas.

Jesús de la Palma 

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