El trapo de la cocina

Pasadas las diez de la noche había decidido no escribir hoy más. Ha sido un día largo. Pero ella me ha dicho algo en la cocina que me ha traído hasta aquí. 

Como he puesto el trapo de la cocina en remojo, con agua y un chorreón de lejía, para desinfectarlo, me ha llamado la atención: «¡Después de una hora la lejía no hace efecto!». 

En realidad ha dicho que «¡más de una hora la lejía no hace efecto!». Pero para expresarlo más claramente, en lenguaje escrito, he tergiversado un poco los términos. 

Me ha sonado tan literaria su frase que he tenido que pasarme por aquí para escribirla. 

Pasan pocas cosas en el diario, aunque a veces, como ahora, tengo la impresión de que menos aún deberían pasar. 

La meta es escribir el diario, o un cuento o la novela, únicamente con las piezas laterales del puzzle. Con lo que sucede mientras transcurren los acontecimientos. 

Siempre que escribo una entrada para el diario se la muestro a ella, y siempre le hago la misma pregunta: «¿Tiene algún interés literario?». 

La meta es que narrar que he puesto el trapo de la cocina en remojo con agua y lejía despierte el interés del que lee. 

Jesús de la Palma 

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