Periódico y café

Podría escribir el diario solo con lo que observo, pienso y leo en cada cafetería que voy. Gran parte y una parte muy importante de mi vida ha transcurrido y transcurre en las cafeterías. Hoy mismo, después de hojear el periódico, he le leído unas páginas de los Diarios de Cheever en la aplicación de Kindle, que también tengo instalada en el teléfono. No sería capaz de abrirme en canal como él. Confieso pecadillos; pero la procesión de ánimas cuitadas y suplicantes va por dentro. Los Diarios de Cheever están tan vivos como él, que a sus sesenta y ocho años, y tras una vida única, con todo el peso de la palabra, y con un ánimo, según él mismo confiesa, hecho de heridas supurantes y curas milagrosas, se reivindica: «Sostengo que aún poseo capacidad para ser feliz». Creo que todo el mundo debería leer sus Diarios, bien para deleitarse, bien para escandalizarse. 

Jesús de la Palma 





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