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Mostrando entradas de agosto, 2023

Quincuagésima ola de feminismo

Lo acabo de consultar y tengo doscientos cuarenta y ocho “amigos” en Facebook. Antes de la plandemia tenía alrededor de mil quinientos. Pero fui eliminando a todos los que estaban del lado de los aplausos en los balcones, de cantar cancioncillas y de los que llamaban “héroes” a los sanitarios. De esos doscientos y pico amigos con los que me he quedado hay uno o dos o tres a los que considero verdaderos amigos, y otros tantos a los que aprecio bastante. El resto está conformado por gente a la que no conozco y tampoco sé muy bien por qué son mis “amigos”, y por personas que, aunque no tengo la menor interacción con ellos, me interesa lo que publican. De estos últimos, eliminé a uno de la lista hace unos días porque publicó una foto en la Plaza del Callao, en Madrid, en un acto feminista donde se condenaba una acción de cuyas características prefiero no acordarme. Y no quiero acordarme porque no comulgo en absoluto con este feminismo de cuadragésima o quincuagésima ola, quién sabe por cua

Puerta de embarque

Llegamos al embarque justos de tiempo. El vuelo de enlace se ha retrasado. El avión está lleno. La azafata, muy cortésmente, nos apremia. Guardamos el equipaje y tomamos asiento de forma un tanto atropellada. Ella carga con el niño y yo guardo las bolsas de mano en los compartimentos superiores. No me da tiempo a coger la tableta para leer durante el trayecto y voy sentado junto a la ventana, de modo que, por no molestar, me resigno. Decido entonces leer en el teléfono. Abro la aplicación de Kindle, y dentro, los “Cuadernos” de Cioran; tan socorridos para este tipo de circunstancias. Un tres de enero de 1968 narra su encuentro con Paul Celan, al que no ve desde hace un año y quien ha pasado varios meses en un hospital psiquiátrico. Cioran escribe que Celan no habla de ello, y advierte que «se equivoca, puesto que, si hablara, no tendría ese aire violento (y que siempre tenemos cuando disimulamos algo capital que se supone que todo el mundo conoce)». La entrada del diario me deja clavad

Falacias argumentativas

Vengo a desayunar a la cafetería que venía con mi padre.  Es tarde y las mesas donde nos sentábamos, junto a la ventana, están vacías.  Ya he desayunado antes, en mi casa, pero he venido para recordarlo.  Están los camareros de siempre.  De camino hacia aquí he pensado qué diría si me preguntaban por él. No lo han hecho porque no hay la suficiente confianza. Aunque de sobra nos conocemos, nunca hemos entablado conversación más allá de la pura cortesía propia del saludo y la despedida. Lo he pensado como cuando pienso qué haría si fuera rico. La mayoría del tiempo se piensan cosas sin sentido Ha sido como estar con él.  Hay un dicho que expresa la idea de que es mejor no volver a los sitios donde se fue feliz. Pero la esencia de mi carácter es la transgresión de las normas escritas y no escritas.  He tomado “manchada y media de tomate”. Para servirme, la camera de la barra le ha dicho al compañero que atiende las mesas: «La “manchada” es para ese joven». ¿Joven? Ella no es mayor que yo,

Actualidad

Vivo entre libros, me refugio en ellos como me refugio en la familia de las inclemencias ideológicas y materiales del mundo exterior. Hojeo los “Diarios (1939-1972)” de Max Aub. Los tengo, en una cuidadosa edición de Alba Editorial, desde hace más de una década y todavía no los he leído completos. Hay algunas partes subrayadas, de las veces que los abro al azar y olisqueo algunos párrafos a ver qué encuentro. «Se niegan a sí mismos con tal de olvidarse y pasar desapercibidos de la policía (de la policía que hoy reina en todas las partes del mundo, sin excepción)», escribe un 13 de mayo de 1954. En 2023 sigue reinando la policía material y la del pensamiento, uno acude a cualquier reunión informal, entre amigos o familia, y se tocan los temas en boga. Se habla de lo que hay que hablar, de lo que interesa que se hable. Algo a lo que me niego, pues la actualidad está de actualidad desde que se tienen registros de escritura, por eso me resisto a hablar con alguien que me hable de “actualid

Harry y Lisa

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Aunque son anónimos, bien podrían llamarse Harry y Lisa, porque son estadounidenses. En Instagram hay infinidad de páginas que muestran los estragos causados por la epidemia de fentanilo, el opioide que ha arrasado con todos los hábitos de drogadicción anteriores, causando, en 2022, las tres cuartas partes de las muertes por sobredosis: dos mil personas por semana. Harry y Lisa se han atado mutuamente a una banda elástica para no perderse. Mientras Lisa se separa, Harry siente el tirón de la cinta y reacciona. Son una pareja de mediana edad, con la capacidad volitiva anulada. No creo que al tomar la iniciativa de marcharse del lugar Lisa sepa muy bien hacia donde se  dirige, simplemente, camina por inercia. Son imágenes duras, y lo más preocupante es que están a la vista de todos, basta con googlearlo: “epidemia de fentanilo, imágenes”. La realidad actual de la primera potencia económica mundial es más sanguinaria y desquiciada que ningún relato distópico redactado hasta el momento. Ha

Inamistad

Inamistad: neologismo. Soy inamigo de los fanatismos. Hay en mí un poso de resignación compatible con la doctrina cristiana. Aun así, este me impide entregarme ciegamente a los mandatos divinos. Creo y no creo, como vivo y no vivo. Inamistad porque soy demasiado pequeño, insignificante, para tener enemigos. Además, la enemistad es agotadora. Para tener muchos amigos hay que tener una voluntad de crecimiento, o al menos de continuidad, acrítica; para tener enemigos basta con tener poder. La inamistad es una disconformidad, el término medio del odio; un odio mesurado, no corrosivo; tampoco meditado en exceso, más espontáneo, natural; un sentimiento equilibrado, efectivamente contrarrestado con la adecuada dosis de resignación. Jesús de la Palma 

Viaje inminente

Viaje inminente.  Poca lectura en los últimos días, a un ritmo, de media, de tres a cuatro páginas por jornada. Grecia, la Antigüedad.  Hoy, comida de despedida en familia. Somos muchos y charlamos distendidamente: actualidad, crianza de los hijos, deporte, alimentación... En el momento para el descanso aprovecho para leer unas páginas, en estas ocasiones suelo recurrir a los diarios: entradas cortas e independientes entre sí. Perfectas para momentos de lectura puntual. Cioran, un 27 de septiembre de 1959, escribe: «Accesos de cólera de la mañana a la noche. Me peleo con los comerciantes, con todo el mundo. Tras cada arrebato, sentimiento de humillación. Reacciones de individuo “odioso” y, en consecuencia, asco de uno mismo. Todo aquel que vende algo me pone fuera de mí». En este momento nada me gustaría más que poder hablar con Cioran y decirle que lo entiendo, porque a mí me sucede lo mismo. Exactamente lo mismo. Fuera de mi entorno más íntimo tengo la sensación de estar en la jungla

Final de verano

Finales de agosto. Ayer vi el Sol ponerse de camino al gimnasio, no recuerdo la hora, pero calculo que sobre las nueve. Hoy a las nueve y media ya era de noche. «¡Qué alegría, se acaba el verano!», me he dicho. Recuerdo con incomodidad una de esas tórridas noches de este pasado julio, en la que salimos y pasadas las diez aún había luz. No querría el verano ni aunque fuera rico, porque de ser así, me iría a pasarlo a un lugar donde no fuera verano, o al menos donde no hiciera calor y hubiera nubes y chubascos. El regocijo que siento al final del verano es la recompensa por haber superado una estación yerma, infernal. El verano, como la juventud, tiene un tono demasiado alto; tanto el uno como la otra queman. Ahora que ya puedo decir que he dejado atrás definitivamente el periodo de juventud, me siento como en un día con ligeros chubascos, tal cual hoy, de finales de agosto. Mi tono vital es melancólico, no me pueden gustar el verano ni la juventud. Ahora que me he convertido en un hombr

Ideales

Anoche emitieron un capítulo de Curro Jiménez , la serie televisiva, en La 2. En un momento de la trama, el propio Curro se pronuncia: «Yo no soy un idealista, a mí siempre me han movido el hambre, la desesperación y la persecución». ¿Qué mueve a la ciudadanía hoy, asediada por las cargas  impositivas, desesperada por el miedo a perder el trabajo o a no llegar a final de mes? Ningún ideal puede regir su comportamiento o manera de pensar de forma consciente. La base de la sociedad en su conjunto es un ente inmerso en una encarnizada batalla por la supervivencia en un circuito cerrado al más puro estilo distópico de los guiones más delirantes y encarnizados. De este modo no resulta difícil entender la alta tasa de éxito de los discursos populistas, sin importar lo alejados que estén de la realidad. Jesús de la Palma 

Charla entre amigos

Ayer hablamos sobre Los santos inocentes  con E., que no había leído el libro, pero sí había visto la película. Le dije que, en mi opinión, la película superaba al libro.  El libro se podría decir que es la semilla y la película la flor.  En un momento de la charla, nos emocionamos al recordar el ajusticiamiento del “señorito Iván”. Más tarde, ya casi para despedirnos, ensaladilla rusa, boquerones, rosada, y una entrañable y enriquecedora charla mediante, salió el genio de Cela a colación. Cuando hice mención a La familia de Pascual Duarte , puse el acento en su magnífico comienzo; concretamente en el primer párrafo, un claro ejercicio narrativo de determinismo duro y uno de los momentos cumbres de la literatura; él, por su parte, mencionó el final.  Él ha leído Cien años de soledad  y yo no, a él le gustó La conjura de los necios  y a mí no. Esto último lo hemos hablado en otras ocasiones. De todos modos, uno, desde luego, puede cambiar de opinión, y también puede recorrer los caminos

Gobierno progresista

Sin filosofía todo se reduce a la mercatilización de las ideas y a la aniquilación de una ética cosmopolita. Sin filosofía todo se reduce a un debate de partidos, a un diálogo de sordos. Los de derecha embistiendo contra los de izquierda y viceversa. Aquí, puesto que no entra en juego la lógica, y se apela principalmente a las emociones, el miedo juega un papel primordial. El Roto tiene una viñeta ambientada en un laboratorio muy ilustrativa, a saber: «Unas gotitas de miedo nunca vienen mal para consolidar las democracias». El debate se centra entonces en las acusaciones mutuas por parte de los dirigentes políticos y sus allegados, voceros y benefactores; un debate que los electores replican como replica el perro la voz de su amo. Ahora que gobierna “la izquierda” nos inoculan el miedo al fascismo y a la barbarie; a la pérdida de derechos. «Tengo miedo», leía días antes de las recientes elecciones en España en una publicación de redes sociales. El miedo era a VOX; el lobo del cuento de

Sin término medio; o más acá, o más allá

Para mis intereses, que a este respecto son más bien modestos, el estudio introductorio a la vida y obra de Mariano José de Larra que aparece en la selección de escritos que tengo entre manos, titulada “Artículos y costumbres”, me ha parecido oportuno, decente. Este me remite a uno de sus artículos, titulado “Nochebuena de 1836”, que destila amargura, melancolía; un pesimismo negro. Se me antoja Larra, el autor, un hombre de gesto arrogante, elitista, pero no por ello deja de decir ciertas verdades, como que «en el hombre que sirve, hasta la voz parece pedir permiso para sonar». Y es que no nos educan para servir, la más noble de las tareas, sino para mostrarnos serviles frente a los que desde una posición de privilegio nos agravian y desvalijan sin contemplaciones. Me seducen los escritores pesimistas, su racional negrura de pensamiento. Leerlos es lo más parecido a tomar una onza de chocolate amargo, un delicioso café solo, sin azúcar; quizá encuentro en ellos aquello que tanto anhel

Una generación extinta

Mi padre leyó lo que pudo a lo largo de su vida. Ya se sabe, los problemas y las obligaciones en la edad adulta... Me contaba que de niño leía a Emilio Salgari y a Daniel Defoe. De todos modos siempre lo recuerdo dormido a la hora de la siesta con un libro entre las manos. Desde luego, no le faltaba voluntad. También me contaba que de niño le chiflaban las aventuras de El Jabato. Los libros que había en mi casa eran todos de colección, de los que se compraban por catálogo, con los títulos ya predeterminados; conformados, eso sí, por grandes clásicos de la literatura universal. Con la música le sucedía igual, aparte de Manolo Escobar, le gustaba la clásica, y tenía una colección de discos de vinilo comprados también por catálogo, y conformada por los grandes genios: Bach, Mozart, Beethoven... Algo similar le sucedía con los viajes: no salía fuera a no ser que fuese a un viaje organizado, con visitas guiadas a cada monumento de cada ciudad. La única vez que fue por libre puso rumbo al Va

Perros del poder

Personalmente no me llevo bien con la autoridad en el plano anímico. En la práctica cumplo la ley a rajatabla, pero mi opinión dista un océano de mi forma de actuar. La ley está hecha para favorecer a una élite corrupta, podrida moralmente desde lo más profundo de su interior. No hay justicia sino para los ricos.  Aunque me repugne, entiendo que los que forman casta defiendan sus intereses de clase, no obstante me cuesta entender a los grupis de los poderosos, reptiles de baja estofa; personajes de lo más rastrero y servil, porque no es lo mismo ser el grupi de un cantante que de alguien que maneja o tiene estrecha relación con quienes manejan los hilos del poder. Aquellos son seres inocentes; estos, perros del diablo. Destacan entre estos últimos principalmente periodistas y todo tipo de líderes de opinión. Ayer me salía al paso en una red social la imagen de una de estas hienas del demonio, de ideología de ultraderecha, que se dedica, junto a un grupo de matones, al desalojo de espac

Un océano de irracionalidad.

Leo “Alcestis”, el drama satírico de Eurípides. M. A. está a mi lado, mediodormido, muy apocado para lo que él es. Esta mañana le han puesto cuatro vacunas. Como estoy en el salón, también con ella, la tele, aunque muy bajita, sigue encendida. Emiten un concurso en La 1. Fernando Romay, el exbasloncestista y ya sexagenario, responde preguntas tipo test. Una de ellas es el número y el género del grupo musical infantil de los ochenta Parchís; en la siguiente ocasión el presentador le muestra una copa menstrual y le da cuatro posibles respuestas, entre ellas, un embudo para aceite y una ventosa para fisioterapia; después de unos cuantos chascarrillos entre invitado y presentador, Romay, interpretando el papel de hombre desconcertado, finalmente acierta entre aplausos. Esto me ha llevado a pensar que cuando era chico quería ser adolescente, y cuando era adolescente, un joven fornido, y entonces, un adulto. Todo ello porque nunca estaba a gusto entre las personas de mi rango de edad; quería

Vida inteligente

Aunque no es fácil encontrarlo, gracias a Dios, fuera del discurso imperante, secuestrado por la élite financiera, hay vida inteligente. Ese discurso de trabaja o muere, porque no existe la sociedad, sino el individuo. Hace unos días, en un momento de espera, mientras deslizaba el dedo sobre la pantalla del teléfono viendo contenido creado para estupidizarnos aún más de lo que ya estamos como sociedad, me detuve en un vídeo donde aparecía un joven con una severa discapacidad física cargando sacos a destajo; la imagen era inhumana, y rodada en un país en vías de desarrollo; cualquiera con un mínimo de sentido común se habría sentido dolido, consternado, indignado; no obstante, la mayoría de los comentarios, provinientes de occidentales, tenían un tono de revancha, con el que incitaban a copiar su ejemplo. ¿Donde queda la esperanza de cambio, de mejora, cuando los propios esclavos son los mismos que piden más cadenas? Jesús de la Palma 

Conversaciones

Que las conversaciones de guásap entre parejas evolucionan con el tiempo es algo universalmente sabido y por supuesto natural. No hay nada de qué extrañarse. El mundo virtual está repleto memes y chascarrillos al respecto. En lo personal no soy demasiado proclive a las bromas, y por eso le doy también a eso su correspondiente pátina de nostalgia. Lamentablemente no guardo las primeras conversaciones que tuve con ella; ha transcurrido tanto tiempo que por una u otra circunstancia se han perdido. Pero intuyo que aquellos primeros mensajes eran tanto o más empalagosos que una novela de Megan Maxwell. Con los años esto ha cambiado radicalmente; ahora el grueso de nuestras conversaciones se nutre de archivos PDF, listas de la compra, recordatorios de tareas y fotos, sobre todo del bebé, pues si las hace ella, le pido que me las mande, y viceversa. Un ejemplo de todo ello es nuestra última conversación, en la que yo me limito a escribir: «Cacota grande». A lo que ella responde: «¡Madre mía!

Gestos

Mi padre se sentaba aquí, justo en este lado del sofá donde estoy yo ahora. Su espíritu me posee y escribo sobre él. Tras la muerte de los padres toda vida afectiva se torna una huída. Se huye del presente, se busca desconsoladamente, bien en el pasado, en el profundo y oscuro refugio de la soledad; bien con miras a futuro, deseantes de poder encontrar quien nos dé consuelo. Llevo su anillo y me peino con su peine. Cada vez que cruzo el pasillo acaricio su foto. Los buenos días y las buenas noches se los doy a las fotos de ambos. Aquella jactancia de juventud que me decía que estábamos solos en el mundo ha sido aniquilada por un poder superior a cualquier entendimiento. Pensar en ellos es pensar en Dios; hablar con ellos, tocar sus fotografías; peinarme con su peine y llevar su anillo, ¿qué son, sino una teología? Jesús de la Palma 

¿Futuro, qué futuro?

El telediario abre con la noticia del futuro de un jovencito o jovencita; no recuerdo bien el sexo ni quiero acordarme. Es de buena familia e inicia sus estudios en una academia muy particular; hasta le dedican un breve monográfico.  En España están castigadas muy severamente las habladurías sobre según qué quienes.  La mayoría de los jóvenes, y no tan jóvenes, de nuestro país, no tienen futuro: aun con estudios superiores, han de contentarse con vivir de alquiler, y en muchos casos, compartiendo piso, y trasladarse en patinete eléctrico. Lo de formar una familia y tener una vivienda en propiedad parecen fantasmas, anacronismos de tiempos oscuros y pasados. Ahora tenemos libertad para acostarnos todos con todos y la libertad de comprar preservativos y consumir pornografía y elegir nuestra identidad sexual y hasta de especie. Y no, esto último no es ninguna broma, el transespecismo es una práctica en auge. Eso sí, la libertad de expresión sigue coartada, y el derecho a un trabajo y vivi

Lazos

Hemos merendado con M. Ellas se han pedido dos granizados y una porción de tarta para compartir; yo, un café frapé sin nata. M. se ha hecho fotos con el bebé y lo ha tenido en brazos. Es una chica encantadora. Hemos hablado sobre todo un poco, ha sido una de esas conversaciones que trascienden más en el ánimo que en el intelecto; tan necesarias. Qué necesario es sentirse querido, estrechar lazos de amistad, bien con amigos, bien con familiares. Después M. se ha marchado, había quedado con una amiga. Nosotros hemos seguido dando una vuelta y finalmente hemos decidido cenar fuera. Ella me ha hecho fotos con el bebé, en todas salía muy serio. En la última, y tras un reclamo suyo, he tratado de tener un gesto más amable. Uno no puede salir serio con un bebé en brazos. No sé sonreír para las fotos. Soy una persona de gesto serio, quizá porque soy bastante serio. Muy serio. También soy amable, muy amable. Decía de los lazos... Estábamos aún los tres y un amigo me ha abordado por la espalda y

Política a paladas

La esperanza de los países se va por el desagüe en gran medida cuando sus referentes intelectuales son los dirigentes políticos. El grueso de cualquier sociedad de cultura occidental orienta el debate público principalmente a la política, con el inconveniente de que lejos de hacerse con ella un debate analítico, indagatorio, por parte de la ciudadanía, aquella se consume a paladas; cual pelícano engullendo pescado, así se traga la baura ideológica el elector promedio. El debate político es pura demagogia, que en algunos casos llega a cotas de delirio insospechadas. Esto lo veo ahora en Argentina como lo veía no hace ni un mes en España. En cualquier caso, la cuestión viene de antiguo; ya Platón, cuando define al sofista como un ilusionista, quiere resaltar su capacidad de asombrar a los incautos con imitaciones que parecen ser reales. Jesús de la Palma 

50 aniversario del hiphop

Hay dos grupos de hiphop por los que siento predilección. Uno de blancos, Non Phixion, con marcadas influencias musicales del heavy metal y un impetuoso mensaje de crítica social y política; el otro, de negros, es Mobb Deep, con un mensaje violento que reclama la visibilidad de los bajos fondos neoyorquinos.  Ambos grupos han desaparecido.  El primero, Non Phixion, se disolvió; el otro, Mobb Deep, sigue en activo, aunque con un matiz muy importante, ya que uno de los dos componentes, Prodigy of Mobb Deep, falleció en 2017, y ahora el grupo, con un nuevo integrante, Big Noyd, solo hace giras con canciones de siempre, sin la posibilidad de volver al estudio a crear nuevo material.  A los dos grupos he tenido la suerte de verlos en directo; a Mobb Deep hasta en dos ocasiones. Cada uno de los grupos tenía su líder; de Non Phixion, Ill Bill, y de Mobb Deep, el lamentablemente fallecido Prodigy.  No obstante, hoy solo vengo a hablar de Ill Bill, pues aunque Prodigy, en sus últimos días, come

Lavadero de cerebros

Ayer ella me enseñó una foto de Javier Milei y me preguntó que si sabía quién era; al responderle que sí, que si su pelo era de verdad; me mostré asertivo de nuevo y le dije que lo apodan “el peluca Milei”. Hoy han abierto el telediario de La 1 con la noticia de su victoria en las elecciones primarias. Más adelante han dado otra noticia, intercalada con imágenes de abusos por parte de la autoridad competente en materia de prisiones: tres presos se han suicidado este pasado fin de semana en diferentes cárceles italianas. También han hecho referencia al catastrófico incendio en la isla de Maui. Más tarde, un artículo de la revista National Geographic sobre los hikikomori: hombres jóvenes que no han participado en la sociedad o mostrado el deseo de hacerlo durante al menos un año y dependen completamente de sus padres. Según narra el articulista, Laurence Butet-Roch,en 2019, el psicólogo Saitō Tamaki llegó a hablar de la posibilidad de que hasta diez millones de personas hayan optado por

Teeteto

Sócrates termina su deleitante “Teeteto” con la siguiente frase: «Ahora tengo que comparecer en el Pórtico del Rey para responder a la acusación que Meleto ha formulado sobre mí. Pero mañana temprano, Teodoro, volveremos aquí». ¿No cabe, pues, preguntarse si hay un gesto más noble por ese amor a la sabiduría que es el único que hace viable la vida entre los hombres? Dedicarse a debatir sobre qué es el saber mientras se tiene encima la espada de Damocles, qué gesto de valentía y honradez. Ya lo advierte el propio Sócrates en la “Apología”, a saber: «A mí la muerte, si no resulta un poco rudo decirlo, me importa un bledo». De este modo, ¿cómo no iban a desterrar la filosofía de las aulas y el debate público esta plaga de sabandijas que tenemos como gobernantes? Jesús de la Palma 

Licorice pizza

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“Licorice pizza”, no recuerdo haberme tragado una película tan mala en mucho tiempo. La he visto porque la recomendaba alguien en quien confiaba. Se atreve el director y guionista, Paul Thomas Anderson, hasta con un patético homenaje a “Taxi driver”, cuando un extraño observa desde fuera las oficinas acristaladas y a pie de calle de un candidato político en campaña. La trama es tan irreal que es poco menos que un insulto a la inteligencia: un crío de quince años que monta un negocio detrás de otro y que también es actor y que se medioenamora de la coprotagonista, una joven de veinticinco que no lo toma en serio del todo y que tiene una nariz judía que capta la atención del espectador desde el primer momento; quizá lo único reseñable de la cinta. Una trama de constantes encuentros y encontronazos entre la pareja cuyo final tendrá que descubrir el espectador, pero que a un servidor le ha parecido la estafa más grande de una calurosa tarde de domingo de agosto que recuerda en muchos años.

La magia está en la mente

Me miro en la foto de hoy, la que me he hecho con la camiseta de Robert De Niro en “El rey de la comedia”, y me veo mayor. Esto es así porque durante todo el tiempo anterior he sido más joven que ahora, pero si Dios me guarda la salud, un día veré la misma foto y me veré joven donde hoy me veo mayor. Ayer por la tarde, M., de cinco añitos, me preguntó la edad. A lo que le respondí con otra pregunta: «¿Cuántos años crees que tengo?». Milagrosamente, acertó. Acto seguido, a ella. Y sí, con el mismo resultado. Ninguno de los dos dábamos crédito. He llegado a ese momento de la vida donde, aunque no la oculto, no siento la necesidad de decir la edad.  Acabo de ver la película que narra la vida de Alan Turing. La que es su prometida durante un breve periodo de tiempo, tras confesarle él su homosexualidad, cede, transige y le dice que no le importa, que los une algo más importante, que son sus mentes. No obstante él se niega a seguir con el compromiso.  Me ha parecido una película muy intelig

Meritocracia

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Siento una acusada sensación de rechazo hacia las personas, muchas de ellas famosas y de éxito, que aseguran que la llave para conseguir las metas que cada uno se proponga es la constancia. Internet está plagado de mensajes cortos y fatalmente contundentes de ese tipo. Todos vienen a decir más o menos lo mismo: «Si pones el suficiente empeño por tu parte, lo conseguirás». Como si no hubiera detrás de cada uno de nosotros unos condicionantes biológicos y socioeconómicos que determinarán nuestra conducta y sus resultados. Como si un Paracetamol valiera para todo; para aliviar un dolor de muelas y para curar el sida o el cáncer. Se me viene a la mente el patéticamente persistente Rupert Pupkin, el protagonista de “El rey de la comedia”, la cinta de Scorsesse, magistralmente interpretado por Robert de Niro. Un fracasado de manual. La constancia no lo es todo, es más; sin los medios adecuados, la constancia es un suicidio. Cuando se dice que la constancia es la clave del éxito se está defen

Siete lenguas de fuego

Si pudiera ponerme delante de Dios, le preguntaría que para qué inventó el verano, donde todo es estéril e infernal.  Hoy ni siquiera he podido leer, y para colmo no sé dónde he puesto el mando a distancia del ventilador de techo.  Si pudiera elegir ser un superhéroe, pediría ser El Hombre de Hielo.  Cuando he salido a media tarde para reunirme en el centro comercial con ella, el bebé, mi cuñada y mis sobrinos, siete lenguas de fuego me han perseguido durante todo el camino en la moto. Nada más verme, mis sobrinos, junto a su amigo, que también es como de la familia, se han abalanzado sombre mí: «Tito, tito, tito...». El primero de todos, el mayor, al que he cogido en brazos y me lo he comido a besos. A continuación: «Tito, queremos monedas para los columpios». Ellas ya los habían montado, y C. me ha dicho con la mirada que ya estaba bien, que  no; pero ¿quién se puede resistir? Al final han sido dos partidas en la máquina de aire hockey y un paseo en un coche con sonidos.  Más tarde e

Biberón

M. A. cumple cuatro meses en una semana. Ya nos ve a su mamá y a mí, y nos sonríe, y también ve el biberón cuando lo tiene delante y abre la boquita y hace el reflejo de succión. Mientras se lo toma, junta las manitas como en posición de rezo, como queriendo agarrar el biberón, afianzar el alimento. Ahora que ve con más claridad, ha mejorado en su comportamiento cuando le hago las pausas, porque ya no llora desesperadamente por no saber adonde ha ido su alimento. Hasta no hace mucho esto era así: cuando aún no veía los objetos y no sabía donde había ido el biberón, si estaba lejos o cerca, si había desaparecido o no, el llanto era estruendoso y desconsolado; primitivo. Ahora que lo ve, si le dejo un poco más de tiempo para que descanse, la queja es más sosegada, puesto que lo ve, digamos, en un horizonte muy cercano; es consciente de que no ha perdido el alimento, que está ahí para él, y, simplemente, lo reclama mediante una queja administrativa. Todo esto me ha hecho pensar en la vida

Lecturas nocturnas

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Hay noches, como la de hoy, en las que estoy demasiado cansado para seguir el hilo de la lectura que tengo entre manos, sobre todo si es una lectura compleja, de ordinario filosófica. Pero sucede que tampoco me puedo ir a dormir sin leer un par de páginas; si quiera unas líneas. En noches así solo me apetecen los diarios abiertos al azar o temas muy concretos en los que más o menos ando versado; a estos últimos acudo a libros ya leídos y que por lo tanto tienen anotaciones que me guían hacia lo que estimo más relevante. Esta noche he cogido los “Diarios” de Pizarnik y “La esquizofrenia incipiente”, de Klaus Conrad. La esquizofrenia (o más acertadamente, las esquizofrenias) es una enfermedad que me preocupa, por la que siento un profundo interés, quizá porque tenga mucha más relación con la realidad no esquizofrénica de lo que se piensa, pues todo brote psicótico tiene un detonante, una motivación. En cuanto a los diarios, me gusta ir al día en curso y ver lo que allí escribieron unos u

Un tonto preocupado

No conocerás a un tonto preocupado, porque el tonto siempre anda buscando el lado bueno de las cosas, ya sea que le roben, le engañen, lo maltraten, o lo exploten. El tonto siempre pone al mal tiempo buena cara. Sócrates lo expresa de forma cristalina en el diálogo al que da nombre su interlocutor y donde se debate la cuestión del saber: «Sufres los dolores del parto, Teeteto, porque no eres estéril y llevas el fruto dentro de ti». Y es que el tonto, que ante todo está aquejado de imbecilidad, es principalmente estéril, estéril para la vida inteligente, que es pura confrontación. Ya lo decía Cela: «No es lo mismo estar dormido que estar durmiendo, como no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo». Jesús de la Palma 

Primeros de agosto (2023)

Primeros de agosto. Hoy hemos salido a dar un paseo a última hora y a cenar fuera. Hasta pasadas las diez y media el calor era tan intenso que dificultaba la respiración.  Hemos ido al mismo sitio donde estuvimos el año pasado con J. y su pareja por estas fechas, día arriba, día abajo.  Yo lo conocí esa noche, pero ella siempre me hablaba de su querido primo.  Prejubilado como estaba, comenzó a cursar un grado en Historia. Recuerdo que yo le hablé de Tucídides y el mencionó a San Agustín. Quedamos en estar en contacto. Poco después, falleció.  Cuando hoy se lo he recordado a ella, he visto cómo se emocionaba. Al buzón ya solo llegan facturas de luz y agua y propaganda. Hoy, sin embargo, al salir, lo hemos abierto y nos hemos encontrado una carta escrita a mano. Alguien la ha dejado allí directamente. En el lugar de la dirección, han escrito: “Para la familia”. Dentro del sobre, una carta manuscrita, de más o menos tres cuartas partes de un folio por una cara que comienza con un enuncia

Siervos y señores

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El telediario de La 1 abre con la noticia de la marcha de la política de Iván Espinosa de los Monteros, hijo de Carlos Espinosa de los Monteros y Bernaldo de Quirós, IV marqués de Valtierra, lo que me hace recordar una frase antológica, digo antológica, y digo bien, porque la escuché no hace ni dos años, y de viva voz, por parte de un mileurista, quien se pronunciaba de la siguiente guisa y a voz alzada: «A mí el único político que me representa es Espinosa de los monteros». Por otra parte, nada nuevo luce bajo el Sol, sino que todo sigue igual, se replica una vez más la España que tan bien supo retratar Delibes en “Los santos inocentes”. Jesús de la Palma 

Campesino

Si el conocimiento es un campo que sembrar, yo soy un campesino. Luego están los terratenientes, que dominan con maestría grandes parcelas de materias concretas. Yo no tengo que ver con esa gente, en algunos casos, puedo sentir admiración, y hasta ahí llegó mi cometido. Soy un lego en todos los asuntos que tengan que ver con la instrucción. ¡Qué se puede esperar de alguien que ha caído sepultado bajo un alud! Apenas estoy comenzando a ver la luz. He dejado a un lado la lectura de “Solenoide”, que tanto me estaba gustando y que tanto estaba subrayando. Me falta bagaje lector como a otros les falta bagaje vital. He abandonado porque mientras leía tenía la sensación de estar perdiéndome algo: ¿de qué otros autores se nutre Cărtărescu? De otra parte también me han pasado factura las largas descripciones que no conducen a un desenlace emocional ni intelectual. Estoy demasiado ávido de conocimiento, soy aún demasiado ignorante como para poder permitirme el lujo de pasar de una página a otra

Color ocre

Domingo. Los domingos por la tarde-noche tienen para mí el color ocre de la melancolía. Son como una pequeña muerte.  Esta semana me he comprado dos libros de historia: “El Sacro Imperio Romano Germánico (Mil años de historia de Europa)”, de Peter H. Wilson, y “Almansa (1707 y el triunfo borbónico en España)”, de Aitor Díaz Paredes. Entre los dos tendrán algo más de dos mil páginas. Mi sobrino S. me preguntaba antes por los tatuajes; esta vez que cuándo me los había hecho y que si todavía me gustaban. En otra ocasión, que si eran para siempre. Le he dicho que hace mucho tiempo y que sí, que aún me gustan. Lo cierto es que cada vez me gustan más. Esto se debe a que estéticamente van por libre, no siguen un patrón concreto y son muy personales. Aunque no siempre ha sido así, pues ha habido momentos en los que me he llegado a plantear si había hecho bien o no. Hay que tener en cuenta que el primero, en la pierna, me lo hicieron en 1992. Durante el fin de semana he leído “Solo”, la novela

Soledad y madurez

«El hecho de que nos acostumbremos a reprimir la opinión propia nos hace cobardes». De este modo se pronuncia el protagonista de “Solo”, la novela de August Strindberg, en lo concerniente a la injusticia.  En cierto modo desconfío de los mártires, acuso en su presencia todo el peso de un aura protagonista y egocéntrica, que opaca toda posibilidad de transparencia del carácter y las intenciones.  Opinión muy diferente me inspiran los solitarios, aislados de la sociedad por no tolerar la injusticia y la hipocresía, sus dos estandartes más visibles, por lo que he puesto mi atención en el párrafo de marras y lo he subrayado a conciencia.  Otra cuestión que siempre me ha preocupado ha sido la madurez, algo que, si se alcanza, pues lamentablemente no se da en todos los casos, es con los años.  Siempre he deseado atravesar el tempestuoso océano de la juventud cuanto antes, de ahí que desde muy temprano haya considerado haber nacido “viejo y preocupado”.  En esto último me he identificado tamb

Diarística

Prácticamente cada imagen que veo, cada línea que leo, cada recuerdo que evoco, me incitan a la escritura. Para mí vivir es en una gran parte escribir. La escritura del diario me ayuda a sentirme realizado. Todo lo que escribo es verdad, pero no escribo sobre todo lo que pienso o lo que me sucede. A diferencia de otros diaristas, me reservo la parcela más íntima. No me siento con ánimo para profundizar como Cheever, Pizarnik, Plath o Ionesco, entre otros. Yo juego al escondite. Asomo ligeramente la cabeza cuando pienso que nadie me ve. ¿Qué le puede interesar a nadie una vida anodina como la mía, más si cabe, contada a medias? Quizá si fuera un genio o un drogadicto, un ex atracador de bancos o un loco ilustre... Pero no. Tampoco valgo para dibujar puertas donde no las hay. Ser novelista es un oficio, el diario es un pasatiempo, no requiere de una imaginación prodigiosa; además, no soy el tipo de persona que puede encerrarse en su casa todo el día para escribir, tampoco para leer. Por

Ermita

Soy un hombre solitario, tan solitario como una ermita abandonada en mitad del monte. Hace unos días me encontré a un ex compañero de trabajo y me volvió a dar su teléfono. Le agradezco el gesto. Lo vi en el gimnasio, me dijo que el viernes podía venir y así entrenar juntos. Se lo agradezco. Pero la soledad me atrapa con toda su magia, me ciega con todo su fulgor. Estuvimos hablando sobre cómo nos van a cada uno las cosas y él me enseñó fotos de su moto y de un viaje a París. Yo le conté menos. También es verdad que le llevo unos años. Verdaderamente lo aprecio, es un tipo noble, y le agradezco el interés. He llegado a pensar incluso en mandarle un guásap para quedar antes de entrenar y tomar algo y charlar. Aún estoy a tiempo, pero sé que no lo haré. Me he aislado de la mayoría de las personas porque no puedo hablar con ellas como verdaderamente quisiera. Que sea un hombre solitario no quiere decir que no aprecie a las personas, todo lo contrario; soy mucho más sensible a las muestras

Igualdad

Hace unos días quedaron las tres en el centro comercial. Como yo voy al gimnasio que hay allí, me pasé a saludarlas y a darle un beso al bebé. Al día siguiente ella subió una foto de las tres acompañada de un neologismo: «Terapiamigas». No hay nada que me guste más, o pocas cosas, que sentarme en torno a una mesa de mujeres. De hecho, he escrito una entrada del diario así titulada: “Mesa de mujeres”.  Las mujeres requieren su espacio, es más, su mundo; las mujeres tienen un universo propio donde los hombres, a lo más, somos invitados.  Luego están, claro, los intereses económicos del capital, que nos obligan a interpretar los hechos con ojos de consumidores. La incorporación de la mujer al trabajo, más que una conquista, ha terminado siendo una imposición. No estoy diciendo que el orden de factores anterior fuera más ordenado, ni mucho menos; ahora, tampoco me creo la falacia de la emancipación femenina. Si la mujer se ha incorporado al trabajo es por las necesidades del capitalismo, q

La lacra mayor

La pobreza es la lacra mayor y la que no interesa arreglar de ningún modo. Se adapta a los tiempos, nada más. Pero para la gente rica, para la que maneja el mundo, es primordial mantener al resto preocupado por llegar a final de mes. De este modo no tienen tiempo ni fuerza para reclamar derechos fundamentales.  Todo es una pantomima.  Ahora dicen que ha subido el euríbor, otra macroestafa que quedará impune.  Con la plandemia me terminé de enfadar con el mundo, esta vez, en serio, convencido del todo.  Los ricos robando a los pobres y alguna que otra alimaña royendo los cadáveres que quedan por el camino, esa es la historia de las sociedades humanas.  Estoy enfadado con el mundo de forma pasiva, cosas de la edad, por eso ya no tengo fuerza para ver películas como “En los márgenes”. Me cuenta ella que mientras transcurre el drama de una familia que va a ser desahuciada, se emiten imágenes del telediario cacareando ayudas a las familias para la vivienda que nunca llegan.  El cine de denu

Mesa de mujeres

No se puede desligar la historia de la mujer de ningún tiempo de la del hombre, y así nos lo hace ver Simone de Beauvoir en “El segundo sexo”, esa ambiciosa y magnífica obra fundacional del feminismo. En una entrevista publicada en la revista Magazine Littéraire, París, No. 373, febrero de 1999, bajo el título No soy nihilista: la nada sigue siendo un programa, Cioran asegura coincidir con Sartre cuando este último, poco antes de morir, dijo que siempre se había entendido mucho mejor con las mujeres que con los hombres. Es mi caso; sentado en torno a una mesa de mujeres me siento no solo seguro, sino comprendido. No me es necesario pronunciarme si no es preciso; soy como un fantasma antojadizo que hace aparición cuando verdaderamente le apetece, y entonces todos los ojos circundantes se clavan en mi figura espectral y me hacen cobrar cuerpo, recuperar el sentido, la presencia. En mi catálogo lector hay mujeres variopintas, desde la salvaje e innovadora Mary MacLane, hasta la introverti

Rumanía

Mircea Cărtărescu describe en “Solenoide” Bucarest, su ciudad natal, con un estilo crudo y directo que hace que me detenga y subraye lo que entiendo como una sentencia de muerte, a saber: «Bucarest nació en tablero de dibujo a partir del impulso filosófico de imaginar una ciudad que ilustrase, de la forma más evidente, el destino humano: la ciudad de la ruina, de la decadencia, de las enfermedades, del escombro y del óxido. Es decir, un espacio construido de acuerdo con el aspecto de sus habitantes».  Cioran, por su parte, en “Ejercicios negativos”, habla de una particularidad del carácter de un pueblo, a saber: «La palabra rumana  dor  es una de estas expresiones, de una frecuencia grata y tiránica, que expresan todas las indeterminaciones sentimentales de un alma. Significa nostalgia. Sin embargo, ningún equivalente puede plasmar su sustancia específica. Crece sobre un fondo de sufrimiento y se desarrolla, grácil, sobre el abatimiento de un pueblo, ajeno a la felicidad». Mircea Eliad

Las ciudades son estados de ánimo

«Las ciudades también son estados de ánimo». Eso mismo le acabo de decir a ella, tras explicarle por qué digo lo que digo de Granada. Entonces ha exclamado, como cayendo en la cuenta de algo que había pasado por alto, y me ha invitado a escribir sobre ello.  E., mi lúcido y bondadoso amigo, es un granadino enamorado de su tierra que me reprocha, y con razón, mi desapego al lugar de procedencia que nos une. Uno quiere permanecer o volver allí donde fue feliz, y en mi caso, paradójicamente, he sido más feliz fuera de mi tierra que dentro. A mi pesar, he de reconocer que no asumir la propia tierra es como no asumirse a uno mismo, y yo vivo en una huida constante. No asumo ni la vida ni la tierra.  En cierto modo, me siento como Irina en ”Solenoide”, la novela de Mircea Cărtărescu, cuando dice: «Me gustaría creer que las cosas existen, pero, sinceramente, no soy capaz. En cuanto las toco, me digo: es una ilusión, no son reales. Me toco a mí misma y no puedo creer que me envuelva este cuerp

A por pan

A mi edad sigo luchando por controlar mis impulsos, cada uno lo hace a su modo y con mayor o menor intensidad. Dominar las emociones es una tarea compleja y un trabajo para toda una vida. Una vida que no da para mucho, pues todos morimos incompletos. Esta mañana he ido a por pan. Compro para varios días y lo congelo. Siempre pan integral. La panadera ya me conoce. No es muy simpática, y aunque yo lo sí lo soy, no es algo que me afecte demasiado. En la puerta tiene un cartelito que reza: «No se aceptan pagos en efectivo». Y esa, aparte de porque el pan está bueno, es una de las razones por las que voy allí a comprar. Aprecio cualquier gesto revolucionario, por mínimo que sea. Para ir a la panadería paso por la puerta de una funeraria. Esta mañana había un coche vacío en la puerta. Y ayer por la tarde, un velatorio. Los familiares se abrazaban en la puerta rotos de dolor. Yo he pasado por ahí, por ese trance, quiero decir. En esos momentos nuestra necesidad de consuelo es insaciable.  La

Graná

El protagonista de “Solenoide” es escritor. Escribe un diario. También es profesor. Por ahora no sé mucho más de él puesto que apenas llevo unas setenta páginas de la novela de Mircea Cărtărescu. Antes, mientras iba en la moto, me preguntaba qué es ser escritor. Escritor es el que escribe. El que toma la escritura como forma de vida y de algún modo se sacrifica por ella. Que publique o no, que tenga más o menos éxito o ninguno son cuestiones aparte. Escritor es el que escribe, el que no se puede ir a dormir sin haber escrito si quiera un par de líneas.  Llevo unos días sin leer demasiado. Muy poco, para lo que acostumbro. Las responsabilidades me traen de cabeza. Yo me considero escritor porque escribo, pero también porque leo. Me sucede una cosa curiosa: si no he leído nada en un día, no me siento capacitado para escribir nada. Es algo así como que de cada veinte páginas leídas estoy autorizado para escribir un párrafo o dos de lo que se me ocurra. Principalmente soy diarista, como el