Política a paladas

La esperanza de los países se va por el desagüe en gran medida cuando sus referentes intelectuales son los dirigentes políticos. El grueso de cualquier sociedad de cultura occidental orienta el debate público principalmente a la política, con el inconveniente de que lejos de hacerse con ella un debate analítico, indagatorio, por parte de la ciudadanía, aquella se consume a paladas; cual pelícano engullendo pescado, así se traga la baura ideológica el elector promedio. El debate político es pura demagogia, que en algunos casos llega a cotas de delirio insospechadas. Esto lo veo ahora en Argentina como lo veía no hace ni un mes en España. En cualquier caso, la cuestión viene de antiguo; ya Platón, cuando define al sofista como un ilusionista, quiere resaltar su capacidad de asombrar a los incautos con imitaciones que parecen ser reales.

Jesús de la Palma 

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