Sin término medio; o más acá, o más allá

Para mis intereses, que a este respecto son más bien modestos, el estudio introductorio a la vida y obra de Mariano José de Larra que aparece en la selección de escritos que tengo entre manos, titulada “Artículos y costumbres”, me ha parecido oportuno, decente. Este me remite a uno de sus artículos, titulado “Nochebuena de 1836”, que destila amargura, melancolía; un pesimismo negro. Se me antoja Larra, el autor, un hombre de gesto arrogante, elitista, pero no por ello deja de decir ciertas verdades, como que «en el hombre que sirve, hasta la voz parece pedir permiso para sonar». Y es que no nos educan para servir, la más noble de las tareas, sino para mostrarnos serviles frente a los que desde una posición de privilegio nos agravian y desvalijan sin contemplaciones. Me seducen los escritores pesimistas, su racional negrura de pensamiento. Leerlos es lo más parecido a tomar una onza de chocolate amargo, un delicioso café solo, sin azúcar; quizá encuentro en ellos aquello que tanto anhelo, un atisbo de autenticidad entre tanta impostura. Larra se muestra lúcido e incisivo cuando aduce: «Al pueblo le han dicho: “Hoy es un aniversario”. Y el pueblo ha respondido: “Pues si es un aniversario, comamos, y comamos doble”. ¿Por qué come hoy más que ayer? O ayer pasó hambre u hoy pasará indigestión. Miserable humanidad, destinada siempre a quedarse más acá o ir más allá». Apenas dos meses después de la redacción del artículo, Larra se descerraja un tiro en la sien. El final de la vida en semejantes circunstancias siempre se me antoja doblemente trágico, sin embargo, no puedo ver en tan drásticas decisiones menos razones que en los casos de servilismo exagerado, donde la dignidad queda sepultada bajo toneladas soberbia e injusticia.

Jesús de la Palma 

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