Color ocre

Domingo. Los domingos por la tarde-noche tienen para mí el color ocre de la melancolía. Son como una pequeña muerte. 

Esta semana me he comprado dos libros de historia: “El Sacro Imperio Romano Germánico (Mil años de historia de Europa)”, de Peter H. Wilson, y “Almansa (1707 y el triunfo borbónico en España)”, de Aitor Díaz Paredes. Entre los dos tendrán algo más de dos mil páginas.

Mi sobrino S. me preguntaba antes por los tatuajes; esta vez que cuándo me los había hecho y que si todavía me gustaban. En otra ocasión, que si eran para siempre. Le he dicho que hace mucho tiempo y que sí, que aún me gustan. Lo cierto es que cada vez me gustan más. Esto se debe a que estéticamente van por libre, no siguen un patrón concreto y son muy personales. Aunque no siempre ha sido así, pues ha habido momentos en los que me he llegado a plantear si había hecho bien o no. Hay que tener en cuenta que el primero, en la pierna, me lo hicieron en 1992.

Durante el fin de semana he leído “Solo”, la novela de August Strindberg. Mircea Cărtărescu la menciona en “Solenoide” y la he aplazado para su lectura. 

Hubo un tiempo en el que le confería a los tatuajes un espacio notable en mi pensamiento. Hoy le dedicó ese mismo espacio a los libros. En 1992 la gente con tatuajes no dedicaba su tiempo a la lectura, al menos no era lo común. Este aspecto ha cambiado notablemente en 2023. La semana pasada me atendieron en urgencias dos doctoras jóvenes y ambas lucían tatuajes. Discretos, sí, pero tatuajes. 

Esta noche he visto un vídeo de Aníbal Bueno, es doctor en Biología Molecular, pero yo lo conozco por su faceta divulgativa, más relacionada con la antropología. Según asegura, ha recorrido cerca de cien países, pero yo solo le conozco su trayectoria africana. En el momento se encuentra en Eritrea, y es desde allí desde donde ha narrado, de forma rigurosamente documentada, su visión del país. Mientras cenábamos se lo he mostrado a ella y le ha parecido muy interesante. Es un país cerrado al mundo, a este respecto, similar a Corea del Norte, y donde hay bastante seguridad en las calles; solo hay un partido político, y según Naciones Unidas, no se respetan los derechos humanos.

Jesús de la Palma 

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