Lecturas nocturnas

Hay noches, como la de hoy, en las que estoy demasiado cansado para seguir el hilo de la lectura que tengo entre manos, sobre todo si es una lectura compleja, de ordinario filosófica. Pero sucede que tampoco me puedo ir a dormir sin leer un par de páginas; si quiera unas líneas. En noches así solo me apetecen los diarios abiertos al azar o temas muy concretos en los que más o menos ando versado; a estos últimos acudo a libros ya leídos y que por lo tanto tienen anotaciones que me guían hacia lo que estimo más relevante. Esta noche he cogido los “Diarios” de Pizarnik y “La esquizofrenia incipiente”, de Klaus Conrad. La esquizofrenia (o más acertadamente, las esquizofrenias) es una enfermedad que me preocupa, por la que siento un profundo interés, quizá porque tenga mucha más relación con la realidad no esquizofrénica de lo que se piensa, pues todo brote psicótico tiene un detonante, una motivación. En cuanto a los diarios, me gusta ir al día en curso y ver lo que allí escribieron unos u otros. Hoy, que ya es diez de agosto, y jueves, puesto que pasan las doce de la noche, me voy a la página ochocientos ochenta y nueve de los “Diarios” de Pizarnik, que escribe, también de madrugada, según ella misma anota, lo que sigue: «Acaricié el sueño de vivir sin tomar notas, sin escribir un diario. El fin consistía en trasmutar mis conflictos en obras, no en anotarlos directamente. Pero me asfixio y a la vez me marea el espacio infinito del vivir sin él límite de un “diario”».

Jesús de la Palma

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