La lacra mayor

La pobreza es la lacra mayor y la que no interesa arreglar de ningún modo. Se adapta a los tiempos, nada más. Pero para la gente rica, para la que maneja el mundo, es primordial mantener al resto preocupado por llegar a final de mes. De este modo no tienen tiempo ni fuerza para reclamar derechos fundamentales. 

Todo es una pantomima. 

Ahora dicen que ha subido el euríbor, otra macroestafa que quedará impune. 

Con la plandemia me terminé de enfadar con el mundo, esta vez, en serio, convencido del todo. 

Los ricos robando a los pobres y alguna que otra alimaña royendo los cadáveres que quedan por el camino, esa es la historia de las sociedades humanas. 

Estoy enfadado con el mundo de forma pasiva, cosas de la edad, por eso ya no tengo fuerza para ver películas como “En los márgenes”. Me cuenta ella que mientras transcurre el drama de una familia que va a ser desahuciada, se emiten imágenes del telediario cacareando ayudas a las familias para la vivienda que nunca llegan. 

El cine de denuncia social está bien, es mejor que nada, pero no es más que otra forma que tienen los privilegiados de hacer dinero a costa de los pobres y encima lavar sus conciencias. 

La televisión, incluyendo los telediarios, más si cabe estos últimos, es un lavadero de cerebros. De este modo no es de extrañar que la gente se pelee por ver quien grita más fuerte, y con orgullo, cuántas horas de más ha trabajado, y si son sin cobrar, mejor, más mérito tienen. A este paso vamos a terminar haciendo realidad el mito de las huelgas a la japonesa. Y es que siempre es grato escuchar a un tonto vanagloriarse de haber echado no sé cuántas horas y jactarse de haber pasado más de media vida en un trabajo de mierda sin quejarse. Digo grato por no decir otra cosa, ustedes ya me siguen, claro. 

¡¿Cómo va a ser grato?! Es para tirarse de los pelos. Pero nos educan para tragar penes del tamaño de pepinos sin rechistar, independientemente de si hombres o mujeres.

La cuestión es que estaba leyendo unas páginas de “Solenoide”, la novela, y como no paro de subrayar, pues es una mina de aforismos, en uno de esos párrafos de oro me he detenido y me he dicho: «Venga, Jesús, suelta toda la bilis que tienes dentro, desahógate, que tú sabes cómo hacerlo». Ha sido como plantarme delante de un trampolín. Y, claro, aquí me tienen. 

En cuanto al párrafo en cuestión, Cărtărescu hace referencia a la foto de boda oficial de los padres del protagonista, a saber: «No consiguieron hacer que sonrieran: mi padre está serio y aprieta los dientes como si quisiera matar a alguien; mi madre parece estar pensado ya en las deudas que contraerían después de la boda».

Jesús de la Palma 

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