Gobierno progresista

Sin filosofía todo se reduce a la mercatilización de las ideas y a la aniquilación de una ética cosmopolita. Sin filosofía todo se reduce a un debate de partidos, a un diálogo de sordos. Los de derecha embistiendo contra los de izquierda y viceversa. Aquí, puesto que no entra en juego la lógica, y se apela principalmente a las emociones, el miedo juega un papel primordial. El Roto tiene una viñeta ambientada en un laboratorio muy ilustrativa, a saber: «Unas gotitas de miedo nunca vienen mal para consolidar las democracias». El debate se centra entonces en las acusaciones mutuas por parte de los dirigentes políticos y sus allegados, voceros y benefactores; un debate que los electores replican como replica el perro la voz de su amo. Ahora que gobierna “la izquierda” nos inoculan el miedo al fascismo y a la barbarie; a la pérdida de derechos. «Tengo miedo», leía días antes de las recientes elecciones en España en una publicación de redes sociales. El miedo era a VOX; el lobo del cuento de la “izquierda progresista” que gobierna el país. ¿Miedo? Personalmente VOX me inspira un profundo rechazo, pero ningún miedo. Ayer leía un artículo de Irene Vallejo en El País Semanal, titulado “Sacarte de tus casillas”, que trata con fino tacto y agudeza la problemática de los desahucios en España. «Vivir bajo techo —nos dice— se ha convertido en una lucha cotidiana». Me dirijo tras su lectura a consultar las cifras de desahucios en España: según la plataforma “Afectados por la hipoteca”, en 2022 se superaron  los 177 desahucios diarios. Pero ¿qué supone este insignificante inconveniente cuando se vive bajo el amparo de las políticas públicas de un Gobierno progresista?

Jesús de la Palma 

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