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Mostrando entradas de julio, 2023

“El bar de las grandes esperanzas”,

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“El bar de las grandes esperanzas”, también en Prime Video. También en esta tarde-noche de domingo granadino caluroso, seco y tedioso. Con un desconocido para mí Tye Sheridan como protagonista, y un Ben Affleck como coprotagonista, se narra la historia de un padre desaparecido, una madre enferma, a la que le extirpan el tiroides, pero que a lo largo de la trama se recupera satisfactoriamente, y un chico pobre enamorado de una chica rica.  El joven protagonista quiere ser escritor, y su tío, de oficio camarero y con una modesta biblioteca, le habla de Sócrates, de Aristóteles, de Tomás de Aquino; es propietario de un bar llamado Dickens.  Una vez adimitido en Yale, aparece el joven protagonista en una clase con un profesor que ha traducido la "Ilíada” y la “Odisea” y las ha reunido en un solo tomo, del cual les encomienda un trabajo de interpretación y redacción a los alumnos recién llegados. La película cierra con una recomendación del tío Charlie a su sobrino que es concluyente:

Calor granadino

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Domingo por la tarde. Domingo caluroso. Calor seco, tedioso. Calor granadino. Nunca me ha gustado Granada. Puedo decir incluso que la detesto. Pero uno tiene que vivir allí donde puede y le dejan. A los granadinos les gusta mucho Granada. Yo también soy granadino, pero no me gusta Granada. Me gustan mucho más otras ciudades; por ejemplo, Málaga. Con esto no quiero decir que esté en posesión de la verdad. Puede que Granada sea una ciudad preciosa y yo no sepa verlo. El caso es que siempre he tratado de huir de aquí.  He visto dos películas ya a última hora. La primera, comenzada, por la mitad o incluso más allá. “El hijo”, en Prime Video. Me ha dejado verdaderamente consternado. Es de un fuerte impacto emocional. Ha habido momentos en los que me ha costado contener las lagrimas.  Cuando era más joven decía que Granada era un pozo. Ya no digo eso. Digo algo peor que me reservaré para la intimidad. Pero esto no quiere decir que lleve razón. Todos los granadinos, o la mayoría, opinan de fo

Docenas de miles de libros

Una persona entregada al estudio y la lectura desde muy temprano no es alguien de este mundo. Le falta esa mácula vital que caracteriza al verdadero ser humano. Encerrado en un espacio seguro desde muy pronto, sin callosidades, sin puñetazos en la cara, sin el hígado estropeado. Alejado de la humanidad, de su parte más sucia y repulsiva; de la necesidad y la humillación. ¿Qué nos puede decir de lo humano alguien que no ha salido de los libros? Poco. De veras. Muy poco. Puede hablar brillantemente desde la teoría, dominar el griego y el latín, conocer los entresijos de la física, del derecho, de la historia, de las matemáticas, de la literatura, de la filosofía... Pero ¿dónde está la sangre mezclada con barro, dónde las lagrimas mezcladas con sangre? Y lo más importante, ¿dónde la revolución? En las prisiones y en los manicomios hay más representatividad de lo humano que en todas las universidades juntas: establos para cabestros. Del mismo modo, tampoco la locura ni la rebeldía por sí m

No hay Lorazepan que te pague el alquiler

En una conferencia que se puede encontrar en su página de Instagram, así como en la de la formación política a la que pertenece, Mónica García, médica y portavoz de Más Madrid, es tajante: «No hay Lorazepan que te pague el alquiler». A continuación, denuncia que en España la recepción de contenedores con ansiolíticos se ha incrementado en un veinticinco por ciento. Jesús de la Palma 

El caballo de Íbico

Se quejaba Jesús Quintero, y con razón, de que los analfabetos de hoy presumen de «no haberse leído un puto libro». Cada uno de nosotros conoce a alguien que cuando se le pregunta que si lee responde con un ¡bah! Lejos de acomplejarse, los que «no se leen ni un puto libro» hoy se parapetan tras una sensación de orgullo inexpugnable. El que no sabe nada cree saberlo todo, de ahí sus exuberantes muestras de soberbia y autosuficiencia. Son como niños pequeños malcriados, pero con la doblez y la fuerza bruta  propias de un adulto. El que opta por la instrucción, por el capital intelectual, se siente como el caballo de Íbico, quien, según narra Platón a través de Parménides, entrenado en la carrera y ya viejo como estaba, cuando iba a entrar en la competencia, uncido al carro, la experiencia que tenía lo hacía temblar, por temor a lo que iba a suceder. Jesús de la Palma 

Francotirador

Hay personas para todos los públicos. Todo el mundo puede hablar con todo el mundo en un momento dado, en el transcurrir de lo cotidiano, pues los seres humanos, por diferentes que seamos, siempre tendremos más cosas en común que en contra; pero ellas, las personas para todos los públicos, hablan con todos como si hablaran con ellos mismos cuando están a solas, y por eso rehúsan los momentos en soledad. Las personas para todos los públicos nunca, o casi nunca, están solas, y si lo están, llaman por teléfono o envían un mensaje seguros de una pronta respuesta. Luego están las personas clandestinas, entre las que me encuentro. Solitarios con mil y una ideas que callar. El mundo interior del solitario no creo que sea mejor que el de las personas para todos los públicos, tampoco peor; es un mundo singular, que conviene tener a buen resguardo, porque no es para todos los públicos. Una mesa de doce puede ser una bendición para uno y un suplicio para el otro, pero ambos, tanto el solitario co

Xanax

Lo acabo de descubrir. Me lo ha sugerido Instagram. Un rapero, o trapero, como ahora se autodenominan. Su apodo es toda una declaración de intenciones: Lil Xan. Xan, de Xanax, claro. El Xanax en España se comercializa con el nombre de Trankimazin; es una benzodiacepina cuyo principio activo es el Alprazolam. El dato que voy a arrojar a continuación es de dominio público, pero he escogido una fuente al azar, de tantas y tantas que se hacen eco de lo que ya se cataloga como epidemia de consumo de benzodiacepinas, a saber: según la revista National Geographic, en 2021, un promedio de ciento diez españoles por cada mil habitantes consumió al menos una dosis de benzodiacepinas al día.  El rostro del joven Xan, que a la fecha cuenta con veintiséis años, es puro nihilismo, cubierto por tatuajes de un estilo denominado como “ignorante”, que se caracteriza por su mala ejecución y su carencia de sentido. Para que nos entendamos, consiste en rayajos y monigotes. Así, el bueno de Bartleby, con su

Plaza de los Girones

M.A. ya pesa más de cinco quilitos y yo lo llamo “mi gordito”. Anoche salimos a cenar y él estuvo dormidito la mayor parte del tiempo, excepto el rato que su mamá de dio el pecho.  A la hora de pedir, el camarero hizo un chiste muy elemental, pero que me hizo gracia y por ello le seguí el juego. Le preguntamos por el aliño de una ensalada, que nos pareció tan exótica como apetecible: «Lleva leche de tigre», exclamó, fingiendo seriedad. «De ese que tienes ahí tatuado en el brazo, ¿no?, le resondí». Volviendo, pasamos por la Plaza de los Girones. Ella hizo alusión a la g: ¿«Girones con ge, no se escribe con jota?». Le dije que seguramente sería un apellido. Más tarde lo busqué, y la casa de Girones, que da nombre a la plaza, perteneció a la familia Téllez-Girón. A unos metros de “la casa” hay una sede de Cáritas que da cobijo a personas sin hogar. Vimos el aviso en la puerta al pasar. El paseo fue gratificante, principalmente por la temperatura: inusualmente fresca para una noche del mes

Elecciones 23J

Anoche seguí por televisión el debate sobre los resultados electorales. La introducción estuvo a cargo de la filósofa Adela Cortina, de quien no hace mucho leí “Ética cosmopolita”. Hizo referencia al desprestigio del debate político actual. En los días previos he podido leer en las redes sociales comentarios de ambos frentes, tanto de izquierda como de derecha, donde se apelaba principalmente a uno de nuestros sentimientos más primarios: el miedo. Miedo a la extrema izquierda y a la extrema derecha. Miedo infundado, pues no hay partido político que no se deba al mandato de la oligarquía. Seguí el debate en torno a los resultados como el que sigue un Real Madrid Barcelona: la emoción se hace extensiva al telespectador, pero quienes ganan son ellos. Jesús de la Palma 

Vestimenta

Yo también tengo un jersey de ciervo. Se suelen asociar con la Navidad, aunque el mío no viene acompañado por motivos navideños. Es sobrio: un ciervo sobre un fondo azul marino. Es un jersey para toda la vida; de poco uso, para ponérselo, como mucho, una o dos veces por temporada. La última vez que lo usé fue en la Navidad de 2021. Tengo una foto junto a ella. En aquella ocasión lo vestía con corbata, camisa azul cielo y pantalón chino. Me gusta el estilo de vestimenta universitario, originariamente denominado como varsity. Supongo que, como eterno estudiante que soy, ese atuendo no está elegido al azar. No obstante, combino diferentes estilos de vestimenta; de ordinario todos sobrios. Esto, he de aclarar, no siempre fue así; he tenido épocas más atrevidas, algo que aún se refleja en ciertos detalles. Ayer, por ejemplo, en el cumpleaños de L., que celebramos en la piscina, me presenté con un pañuelo al cuello. De vuelta, en el coche, y tras preguntarle que cómo me veía, ella me confirm

Vínculos

Hace tres años me fotografiaba con mi padre en Almedinilla. Hoy ya no está. En ese tiempo ya me fotografiaba con él con la idea de que quizá un día, no muy lejano en el tiempo, solo me quedarían de él esas imágenes y una vida llena de recuerdos.  Se tarda toda una vida en tomar conciencia de la muerte, no de querer morir en sentido romántico, figurado, que es la primera experiencia con la muerte de todo ser sensible, ni de la existencia de la muerte como tal, en sentido biológico y genérico; sino en sentido espiritual, cuando se nos revela la idea de que la muerte también existe para uno mismo, que no es materia exclusiva de los otros. Entre ayer y hoy me invade especialmente un sentimiento de nostalgia. Esta mañana, desayunando, me ha venido a la mente algo que me decía mi padre, poniendo énfasis en el adverbio de tiempo, a saber: «Tú jamás, ¡jamás!, nos has faltado el respeto a tu madre o a mí». Hoy vamos a Almedinilla, al cumpleaños de L. Le llevamos un libro: “Mis primeros cuentos

Occupy Wall Street

Ayer por la tarde fuimos al centro comercial. Jóvenes y no tan jóvenes disfrazadas de Barbie inundaban el espacio de color rosa. También vimos algún chico disfrazado. Supuse que acudían al estreno de la película. En el momento no supe bien qué pensar, pero más tarde se me ocurrió que, tal y como están las cosas, los jóvenes de toda España deberían estar fletando autobuses en dirección al distrito financiero y de negocios de Madrid y acampar allí siguiendo la estela de Occupy Wall Street. Jesús de la Palma 

Voto por correo

Elecciones a la vuelta de la esquina. Esta mañana he depositado mi voto por correo. Me he ido a lo más a la izquierda de la izquierda que he podido. No he escuchado los debates, pero dudo que ninguno de los intervinientes y representantes políticos hayan tratado temas tan sensibles como la precariedad laboral, que en realidad es una forma de esclavitud moderna, o el sinhogarismo o el miedo constante y punzante de las familias a perder el trabajo y en consecuencia la vivienda, que en no pocos casos se materializa en tragedia en forma de suicidio. En conclusión, no creo de ningún modo que se hayan pronunciado sobre el verdadero problema de muchos españoles: una vida que no es vida, sino un suplicio colmado de falsas promesas. ¡Hipotecas a cuarenta años y alquileres por encima del salario mínimo interprofesional! ¿En qué momento se ha normalizado semejante aberración? He votado por mansedumbre, porque en realidad a mí lo que se me antoja es sed de venganza contra los milmillonarios que en

Creer

No hace tanto que le preguntaba a mi padre que cómo seguía creyendo en Dios. «¡Con todo lo que pasa en el mundo! ¿Es que no lo ves?», le recriminaba, con una indignación que ahora que pienso en ella me parece un gesto de lo más infantil. Y es que precisamente por eso creía, por todo lo que pasa en el mundo. Menos mal que cuando falleció ya me había enmendado y había dejado de estar en contra Dios y de la Iglesia y llamé al cura para que le diera la extremaunción.  Ahora, cada vez que paso delante de su foto o de la de mi madre, les digo algo y miro hacia arriba, como dirigiendo la mirada al cielo.  No es cuestión de creer o no creer con pleno convencimiento, de establecer criterios más o menos razonables al respecto, no, al menos, en mi caso, allá cada uno; se trata de una cuestión de supervivencia.  Sigo una página en Instagram: “Godbehindbars (Diosentrerejas)”. Se nutre de testimonios de presos con largas condenas, muchos de ellos con varias cadenas perpetuas, que se han convertido a

Nata y chocolate

Esta tarde he ido a Los Italianos y me he pedido un cucurucho de nata con chocolate. Por Plaza Nueva he visto a una anciana que normalmente pernocta en un banco de la Plaza del Campillo. El pelo es una plasta uniforme que le cubre toda la cara, lleva abrigo y pantalón largo, en plena ola de calor, alcanzando los cuarenta y cuatro grados como estamos en Granada. La ropa está sucia de años. Claramente, no conserva plenas sus facultades mentales. Está abandonada. Más adelante, por la Carrera de la Virgen, un señor mayor sin camiseta, sucio y con medio culo al aire, camina sin rumbo. Granada no es una gran ciudad, y los casos así no son comunes, pero en Madrid, no hace mucho, vi un campamento multitudinario de gente sin hogar debajo de un tramo de autovía. En Instagram sigo algunas páginas de personas sin hogar en los Estados Unidos que muestran imágenes que consternarían al más entero. Y hablamos del “primer mundo”, ojo. Luego está el tema de la precariedad laboral y los trabajadores pobr

Reciclaje

En La 1 de televisión emiten de forma recurrente un anuncio del conglomerado empresarial Ecoembes, que fomenta el reciclaje durante el verano. El formato es similar al que usaba Barrio Sésamo para educar a los niños; es más, pretenden instituirlo como “canción del verano”. Esta noche pasada he soñado con ello: me negaba a reciclar. Todo al contenedor único, hasta que no repartieran, como sería de justicia, los millonarios beneficios de este negocio de forma equitativa entre la ciudadanía. En un fragmento de entrevista que circula por las redes sociales, Carl Sagan se muestra clarificador: «Hemos organizado una sociedad basada en la ciencia y la tecnología, y nadie puede entender nada sobre ciencia y tecnología, y esta mezcla combustible de ignorancia y poder tarde o temprano nos va a explotar en la cara». Una vez despierto, esto del sueño, que más ha sido pesadilla, me ha traído a la mente algunas de las acertadas y necesariamente beligerantes declaraciones del mediático historiador Jo

Elecciones

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El debate político se ha desvirtuado de tal modo que, en el mejor de los casos, véase Sumar, se puede hablar de un Barrio Sésamo de la mentira, y en el peor, véase VOX, de violencia abierta en el discurso. PP y PSOE, por su parte, me recuerdan a esos viejos verdes que aún conservan la sonrisa taimada y la mirada lasciva. Jesús de la Palma 

Pies secos, pies mojados

La política de «pies secos, pies mojados» permitía a los inmigrantes cubanos permanecer en los Estados Unidos en el primer caso, y los obligaba a la deportación en el segundo. Fue suprimida por la administración Obama el 12 de enero de 2017. Platón, por su parte, dictamina en las “Leyes” que si un extranjero mata involuntariamente, ya sea a otro extranjero, meteco o ciudadano, debe ser expulsado, con la prohibición de volver a entrar en el pais; ahora bien, si entrara de forma ajena a su voluntad, cuando un naufragio lo arroje desde el mar en el país, debe acampar en la mar, con los pies en el agua, y estar a la espectativa de partir en barco. Jesús de la Palma 

Música clásica

Ella y el niño se van unos días, yo me tengo que quedar por diversas obligaciones. En broma, le digo que “me abandona”. Hace un gesto como de pesadumbre y le digo que no es para tanto, y que Ulises estuvo veinte años fuera de Ítaca, separado de su mujer y de su hijo. Ella leyó a Homero en la adolescencia. Se acaban de marchar y se ha quedado puesta en la televisión la música que teníamos para el bebé: “Songs of Birdland (classical music for babies)”. La casa está vacía sin ellos dos, no importa que yo esté dentro; el ruido es lo que habita una casa, lo que la convierte en hogar. He continuado leyendo a Platón, que en el libro V de las “Leyes” se muestra taxativo: «Ser muy rico siendo muy bueno es imposible». Y poco más adelante, también por voz del ateniense: «No existen los muy ricos buenos, pero si no son buenos, tampoco son felices». Jesús de la Palma 

Fe

No hace tanto que le preguntaba a mi padre que cómo seguía creyendo en Dios. «¡Con todo lo que pasa en el mundo! ¿Es que no lo ves?», le recriminaba, con una indignación que ahora que pienso en ella me parece un gesto de lo más infantil. Y es que precisamente por eso creía, por todo lo que pasa en el mundo. Menos mal que cuando falleció ya me había enmendado y había dejado de estar en contra de Dios y de la Iglesia y llamé al cura para que le diera la extremaunción.  Ahora, cada vez que paso delante de su foto o de la de mi madre, les digo algo y miro hacia arriba, como dirigiendo la mirada al cielo.  No es cuestión de creer o no creer con pleno convencimiento, de establecer criterios más o menos razonables al respecto, no, al menos, en mi caso, allá cada uno; se trata de una cuestión de supervivencia.  Sigo una página en Instagram: “Godbehindbars (Diosentrerejas)”. Se nutre de testimonios de presos con largas condenas, muchos de ellos con varias cadenas perpetuas, que se han convertid

La inmortalidad

Ha muerto Milán Kundera. Lo han dicho en el telediario, es la única noticia decente que han dado. También lo he leído en diversos perfiles de Facebook e Instagram.  Yo no sabía que estaba vivo. Casi todos los autores que leo están muertos, y nunca reparé en la posibilidad de que él estuviera vivo aún.  Pensaba que había leído de él su archiconocido “La insoportable levedad del ser”, pero he ido a buscarlo, por curiosidad, y no lo he encontrado, de modo que puede que no lo haya leído.  Sí he leído, y lo he encontrado en uno de los muebles, “La inmortalidad”. Le he echado una ojeada y lo tengo lleno de subrayados y anotaciones; tiene hasta un pósit asomando, como queriendo decir: «Ojo, que aquí hay algo importante». Y, en efecto, dice algo muy importante, lo cual he subrayado y entrecorcheteado, a saber: «Si todo nuestro tiempo de vida se convierte en un juego de niños, un buen día perecerá el mundo mientras nosotros parloteamos y nos reímos alegremente».  Yo no soy pesimista, pero tampo

Fuego alquitranado

Paso por la puerta de la sede del PP que hay en el Paseo del Emperador Carlos V. Enfrente, cartelería electoral de VOX. Concretamente, cuatro banderines con la fotografía de un Santiago Abascal de mirada altiva, soberbia, que viste con el color verde oliva característico del uniforme militar. Cada banderín tiene un eslogan diferente y en mayúsculas, a pie de foto, a saber: CAMPO, FRONTERAS, SEGURIDAD y LIBERTAD. Estamos en pleno mes de julio, padeciendo una ola de calor infernal, de consecuencias extremas. Se me vienen entonces a la mente dos fragmentos que anota Luis Buñuel justo al comienzo de “Mi último suspiro”, sus memorias. En el primero, se confiesa al lector de lo siguiente: «Soy un enamorado del Norte, del frío, de la nieve, y de los grandes torrentes de las montañas». En el segundo, que aparece apenas un par de páginas más adelante, sentencia: «Se puede decir que, en el pueblo en que yo nací (un 22 de febrero de 1900), la Edad Media se prolongó hasta la Primera Guerra Mundial

Daimon

Imagina que entras a un museo habiendo estudiado historia del arte: conocerás las circunstancias que dieron pie a la realización de cada obra, descubrirás los matices más sutiles, diferenciarás estilos y escuelas, conocerás el mensaje que subyace tras cada imagen; digamos que es lo más parecido a abrir un libro en el propio idioma. De lo contrario, entrar en un museo sin haber estudiado la historia del arte, o, al menos, no teniendo unas nociones básicas, es lo más parecido a abrir un libro en idioma extranjero. Ahora piensa en la vida misma: quien ha estudiado filosofía se asoma a ella como el historiador del arte al museo; quien no, tiene ante sí un libro en idioma extranjero, y debe contentarse con una traducción falaz e interesada. Jesús de la Palma 

Ángeles y forajidos

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¡Increíble! No recuerdo, viendo una película, haber sentido un escalofrío tan intenso como el el que he sentido en un momento de la trama  de “Ángeles y forajidos”, dirigida por J. T. Mollner, a quien no conocía, pero de quien en adelante investigaré su trabajo. Esto sí es cine de altura, independientemente de si se es o no aficionado al género wéstern. Una cinta de suspense respaldada por un sólido y sórdido entramado psicológico, que mantiene el suspense hasta el último segundo. Jesús de la Palma 

Plaza de las Pasiegas

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Ocho de julio, Plaza de las Pasiegas, Granada. El público, mayoritariamente turista, se agolpa ante lo que parece ser un concierto improvisado. Venimos de Plaza Nueva y de tomarnos un helado en Los Italianos; las calles bullen de gente, entre extranjeros y oriundos. Como me crié en el centro, y todas estas calles son mi barrio, le comento a ella que en aquellos tórridos e interminables veranos de la juventud, que tengo grabados a fuego en la memoria, el centro de Granada más parecía un páramo. Jesús de la Palma 

Mundo interior

—El mundo interior, ya sabe usted de qué le hablo. —Hombreee, ¡qué me va usted a contar! —Pues a eso me refiero, que no abunda, es más, siempre ha escaseado. Y, claro, eso se refleja en el lenguaje, que es la herramienta con la que salimos al mundo. Lo que sucede entonces es que cuanto más profundamente se sumerge uno, más se aleja de la superficie, y más se aísla. Pero, oiga usted, que remordimiento, ninguno; bendita soledad elegida. —Si lo sé, lo sé... —Para nosotros quedan las charlas a dos, o a cuatro. —Que cinco ya son multitud. —Hombre... Siempre hay excepciones. —Es un decir. —Ya, ya...  —¿Se da usted cuenta?, usted y yo nos conocemos desde hace años, y cuando nos preguntamos por la familia, es por mera cortesía. —Sí, sí, nada de indagar en la vida del otro. —¿Y cómo llama usted a eso? —Vida interior, si no me equivoco. —A eso me refería. —Claro. —Y es de este modo como nunca me he sentido tentado de faltar a mi cita periódica con usted. Porque no pregunta, porque no juzga más a

Carocas

Mi padre me llevaba a la Plaza de Bibarrambla a ver las carocas del Corpus. La teníamos a un paso. Ahí también me llevaba a jugar de pequeño y ahí lleve yo a jugar a mi hijo mayor de pequeño. Mi padre y yo dábamos “la vuelta al ruedo” leyendo unas viñetas de crítica social que por supuesto yo no entendía, pero de las que me deleitaba con sus monigotes. Mi padre también me compraba tebeos de Zipi y Zape, que también me empeñaba en no leer, contentándome con pasar las hojas con la vista puesta en los gemelos y en don Pantuflo y doña Jaimita. Tengo tan nítido el recuerdo de su imagen que si se me diera bien el dibujo, podría retratarlos  ahora mismo de forma fiel. ¿Cuánto se tarda en superar la muerte de un padre? Mi madre falleció hace más de veinte años y aún no lo he superado. Uno va viviendo, haciendo como que las cosas no han pasado, pero no supera nada. Cada acontecimiento traumático o luctuoso nos deja en el ánimo una marca indeleble. La melancolía es un escudo natural que mantiene

Normatividad

Ayer me probé unos pantalones en una de las tiendas del grupo textil más poderoso de España, más concretamente, en una de las correspondientes a su buque insignia, y me llevé la contradictoria sorpresa de que la talla más grande de pantalón que fabrican, y que denominan XL, es una cuarenta y cuatro. Es, para que nos entendamos, la talla que usaría un maniquí estándar. Si eso no es un plan de eugenesia estético, que baje Dios y lo vea. No quieren, claro, que nadie que no tenga cintura de nadador, tenista o futbolista, lleve su ropa, no vaya a ser que caigan en desprestigio. Eso sí, en el escaparate, propaganda LGTBI, pero solo para figurines, claro, los cuerpos no normativos, fuera; o como diría Torrente: «Baich, baich». Y así sucede también en el plano de las ideas: o entras por el aro ideológico, o vas fuera. En sintonía con Alejandra Pizarnik cuando escribe en sus Diarios: «Los únicos jóvenes que acepto son los bizcos, los cojos, los poetas, los homosexuales, los viudos inconsolables

Demasiado cansado

Quiero escribir algo antes de dormir, pero estoy demasiado cansado. Llevo todo el día dándole vueltas a una entrada que he leído en los “Diarios” de Kafka esta mañana, a saber: «Demasiado cansado». Es la única anotación del seis de julio.  Esta noche, recién entrado el siete de julio, estoy demasiado cansado para leer, para pensar y para escribir; aun así hago el esfuerzo. Como el que se lava los dientes muerto de sueño antes de ir a la cama, así escribo. Leer no puedo. He leído antes, por la tarde. He vuelto a Platón. Unas cuantas páginas de las “Leyes”. Pocas, unas veinticinco.  Escribir sobre que no se sabe qué escribir o que se está demasiado cansado para hacerlo es el recurso universal del diarista.  Hemos cenado fuera y nos hemos tomado un helado en “Los Italianos”. Cada uno un cucurucho de dos sabores. Ella siempre decide por mí. Sabe más o menos lo que me gusta y en función de eso improvisa. Fresquito en Plaza Nueva y Reyes Católicos, y también en la Fuente de las Batallas. M.

Padre y amigo

¿Se puede ser padre y amigo? Ante todo, educador, pero ambos conceptos no son excluyentes. Mi padre fue mi mejor amigo durante toda mi vida con él.  Ahora trato de seguir la misma senda con mi hijo mayor.  Ayer mismo hablábamos y nos entendíamos. También me entendía con mi padre. Hay una característica particular y común en mi relación con ellos: me siento escuchado. Mientras charlábamos saqué a colación el fallecimiento del culturista e influenciador Joe Lindner, a los treinta años de edad. Los diferentes medios de comunicación aducen un aneurisma cerebral.  Aun conociendo el carácter responsable de mi hijo, consciente de su juventud y su consecuente vulnerabilidad emocional, traté de advertirle de que continuara con  su sana afición al deporte y al mundo del culturismo, advirtiéndole de las consecuencias de llevar el cuerpo al límites fatales, como ha sucedido con el trágico caso de Linder. Para que no se dejara embaucar, lo invité a que apostara por modelos de conducta seguros; argu

Analítica

A primera hora, analítica. Control de salud rutinario. Soy el primero. Detrás de mí, una señora mayor, sentada en su andador, comenta con su cuidadora: «Estoy hecha un vendo, no he pegado ojo en toda la noche; de la cama al sofá y del sofá a la cama, y como de pie no puedo estar... El año pasado no lo recuerdo tan malo como este». La enfermera, cuando aprieto, me dice que tengo mucha fuerza y en consecuencia buenas venas. A mi edad, cualquier halago relacionado con la buena salud es una victoria  Tal día como hoy, cuatro de julio, pero de hace un año, estaba leyendo “La casa de Bernarda Alba”. «Estoy deseando que llegue noviembre, los días de lluvia, la escarcha, todo lo que no sea este verano interminable», suspira Martirio. Actualmente estoy inmerso en un ciclo de lectura de los clásicos griegos, pero he hecho un inciso para leer un ensayo de Michael Freeden, “Ideología”. Más tarde, acudo a mi cita gimnástica: treinta minutos guiados de ejercicio cardiovascular, tríceps y pectorales.

Aforismo

Leo para defenderme y escribo para olvidar.

Impacto súbito

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Anoche, tras volver del gimnasio, “Impacto súbito” en la tele; filme perteneciente a la saga de Harry el Sucio. Nunca me ha gustado el cine de Clint Eastwood: mamporros a mansalva, disparos, muertes indiscriminadas y propaganda gubernamental.  Dejé un rato la película por la estética ochentera, que me fascina, y el impresionante porte de Eastwood, que, para qué negarlo, lo tiene. Consulté la fecha de realización de la cinta: 1983. Para ese entonces Eastwood contaba con cincuenta y cuatro años. Su figura era atlética, su mirada dura y su caminar firme, seguro.  Aún me quedan unos años para los cincuenta y cuatro, y me gustaría llegar con la misma cintura que Eastwood, lo que, sin duda, requiere sacrificio. Sería bajar una talla de pantalón tan solo: de la cuarenta y seis a la cuarenta y cuatro. En cuestión de salud, la talla de pantalón del hombre maduro juega un papel primordial.  Llegué al gimnasio sobre las ocho y media de la tarde y estuve hasta poco más de las nueve y media. Nada m

Catalepsia

En realidad estoy leyendo a Platón, cumpliendo un ciclo de lectura platónico, para ser exacto; pero hoy es fin de semana, y considero cubierto el cupo de páginas hasta mañana. La televisión está encendida, sin volumen. Tras terminar “El último mohicano”, con un final apoteósico, que me reconcilia con la vida y le resta peso a la melancolía propia de una calurosa y solitaria  tarde de verano (ella y el bebé están con los primos), se retrasmite a continuación la fiesta del “orgullo” en Madrid. Pancartas de UGT (sindicato) y de Sumar (partido político) y algún político de izquierda en primera plana para la foto. Los reporteros entrevistan al público: se habla de amor, paz y respeto; también lo hacen los comentaristas. Tomo uno de los libros de diarios para hacer la tarde más amena, en este caso, los de Anaïs Nin, y el correr de las páginas me nutre de varias citas que dejo subrayadas, a saber : «Las noticias de la guerra son tan terribles que provocan algo parecido a una catalepsia. Para

Coleccionando recuerdos

Me lo contó mi padre, porque yo no me acuerdo. Hicieron una reforma en el piso del Zacatín y nos fuimos de alquiler durante ese tiempo a Reyes Católicos.  Coleccionamos recuerdos desde muy temprano; al menos yo los tengo desde los cuatro años. Muy difusos, eso sí.  Cuando ya no tienes a nadie delante de ti al que preguntarle qué pasó en realidad, tu vida se desestabiliza, como una mesa que cojea, y precisa de un taco de madera para recuperar el equilibrio. Entra entonces en juego la imaginación. De igual modo que el cuerpo humano está compuesto en un sesenta por ciento de agua, los recuerdos están compuestos por un sesenta por ciento o más de imaginación. Los recuerdos necesitan ser confrontados, a ser posible, por alguien mayor. La imaginación, por tanto, nos complementa, somos seres ficcionales. Hay quienes, no obstante, dan un paso más allá, sobre todo cuando acontecen sucesos traumáticos en el transcurso de una vida; ahí ya se puede hablar de delirio. En cualquier caso, todos nosot