Francotirador

Hay personas para todos los públicos. Todo el mundo puede hablar con todo el mundo en un momento dado, en el transcurrir de lo cotidiano, pues los seres humanos, por diferentes que seamos, siempre tendremos más cosas en común que en contra; pero ellas, las personas para todos los públicos, hablan con todos como si hablaran con ellos mismos cuando están a solas, y por eso rehúsan los momentos en soledad. Las personas para todos los públicos nunca, o casi nunca, están solas, y si lo están, llaman por teléfono o envían un mensaje seguros de una pronta respuesta. Luego están las personas clandestinas, entre las que me encuentro. Solitarios con mil y una ideas que callar. El mundo interior del solitario no creo que sea mejor que el de las personas para todos los públicos, tampoco peor; es un mundo singular, que conviene tener a buen resguardo, porque no es para todos los públicos. Una mesa de doce puede ser una bendición para uno y un suplicio para el otro, pero ambos, tanto el solitario como el otro, sangran si se les pincha. Mi soledad elegida radica principalmente en el poco gusto que tengo de hablar sobre los demás. A lo más que llegó es a observar, reflexionar y escribir sobre ello; siempre desde la distancia, como un francotirador que apunta, pero no dispara.

Jesús de la Palma 

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