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Mostrando entradas de enero, 2023

Marianela

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Ayer quedaron las tres para tomar café y ponerse al día en la cafetería rosa. Me lo contó y comentamos sobre esta. «Sí, se la que es. Es una cafetería de mujeres y para mujeres», advertí. «No te veo yo a ti allí, la verdad», sonrió. Hacen crepes vegetales y de chocolate y venden magdalenas de sabores. Mientras tanto yo me quedé leyendo "Marianela". Pasaba por las páginas aferrado a la historia y a la maestría descriptiva galdosiana. Por momentos me detenía y pensaba en un culmen literario. Lo tenía delante de mí. ¡Cómo puede ser que te esté dando a entender la poca gracia de la criaturita protagonista y aun así se piense en ella como en un ángel! Qué calidad humana, la de Galdós. Otra cosa es la candidez del personaje, que no le basta con la desgracia de no ser bonita para ser huérfana asimismo y despreciada. «Yo no sirvo para nada», llega decir. Y a repetirlo, «Como yo no sirvo para nada...». La narración es a su vez una manantial de citas que invitan a la reflexión; un cald

Cuestiones prácticas

Ayer salimos a comer. Ella es quien marca la agenda de la pareja. También la lúdica. Es un pacto tácito que se ha ido consolidando a través del tiempo. Personalmente he contribuido a ello con la madurez, tras entender que una pareja funciona cuando el hombre obedece a las exigencias prácticas de la mujer. Pondré un ejemplo apelando al discurso de la filósofa Roxana Kreimer: «Dentro del campo filosófico, en promedio, las mujeres nos interesamos más por teorizar sobre cuestiones prácticas, y los hombres en hacerlo sobre cuestiones teóricas. En los congresos de filosofía y en los libros hay más mujeres en ética, que es un área práctica, que en lógica y filosofía de la ciencia. Este interés mayoritario hace que, en promedio, haya más psicólogas mujeres que filósofas mujeres. Por otra parte, este anclaje práctico de la filosofía fue propio de la filosofía antigua, que puso el foco especialmente en la filosofía como arte de vivir». Una vez en el restaurante, elegido por ella, cómo no, nos ll

Kika

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Busco fragmentos de películas de Almodóvar en Youtube. Quiero comentarlos en la clase con Ye, y presentarle su cine, si es que no lo conoce. Tras varios visionados, me quedo con uno de "Kika". Aparecen en escena Rossy de Palma y Verónica Forqué. «Qué jevi eres, Juana», exclama Kika. Aquella, todo carácter y presencia, una fuerza de la naturaleza; esta, todo sensualidad y delicadeza. Pocas voces y miradas más dulces y femeninas que las suyas. Me pregunto cómo pudo tener un final tan abrupto y sufro por ella, por todos y todas los que en un momento de sus vidas transitaron por una senda tan oscura. En la novela de Aramburu, "Los vencejos", se trata el tema del suicidio y se nombra a Cioran y a Jean Améry. La trama gira en torno a la ideación suicida. «Yo he aprendido que una cosa es pensar en el suicidio y otra muy distinta sufrir su callada y constante dominación», sentencia Toni, el protagonista de la trama en un momento dado. Jesús de la Palma 

Soledad

En la clase con Ye hemos visto los cuadros de Edward Hooper. No lo conocía, claro. Tampoco conocía a Paul Newman. Supongo que por la edad; ella es algo más joven que yo, calculo que de la década de los ochenta, año arriba, año abajo; y porque la cultura china es autosuficiente y tiene a sus propios héroes y guapos cinematográficos. De Hooper le he dicho que era el pintor de la soledad; le he mostrado algunas de sus escenas y le he preguntado si a ella le gustaba o se sentía cómoda en soledad; esto tras haber especificado que hay dos tipos de soledad, la forzosa y la elegida. Ninguna. No le gusta la soledad. Me ha hablado de su madre, ella sí pasa más tiempo sola. No he logrado dilucidar si por afición u obligación. Al principio de la conversación pensaba que me estaba entendiendo, pero ha tenido que buscar la palabra soledad en el diccionario. Ni siquiera estaba en su vocabulario. Jesús de la Palma

Águeda

No hay muchos personajes en "Los vencejos", la novela de Aramburu. Al menos es así hasta la página quinientos, por donde voy. Es fácil introducirse en la trama. Águeda es uno de ellos. Chica desgarbada, desaliñada, afectuosa y asexual que Toni, el protagonista, rehuye con desdén. Tal y como la dibuja, me resulta el personaje más entrañable de toda la trama. Lejos de compadecerme, me seducen su entrega y autosuficiencia. Hoy domingo planeo leer un rato por la tarde. Seguiré con la novela. Quizá cincuenta páginas. Hasta dónde dé el ánimo. A medio día unos amigos nos han invitado a almorzar. Por la mañana me levanto temprano y antes de nada me pongo un rato con las redes. En Instagram, la "historia" de un profesor joven de filosofía. Es la respuesta de Noam Chomsky a un correo suyo donde le pide ayuda para su doctorado. Chomsky le recomienda autores; elabora una breve lista bibliográfica. Tomo nota de un par de ellos. El joven filósofo, centrado en la teoría política,

Tormenta de ideas

Necesidad de escribir. Tormenta de ideas. No saber por donde empezar. Todo esto al mismo tiempo. Una ruptura sentimental es un tema rentabilísimo. Debería el Gobierno subvencionar talleres de escritura para los desenamorados. No es mi caso, pero se me ocurre. El desamor es un acontecimiento luctuoso. Cierto contacto de Facebook, que narra con exquisitez artesanal, lleva, por lo que he entendido, dos rupturas sentimentales en poco tiempo. Arma frases largas y tintineantes, vestidas de gala. A mí se me dan mejor las frases cortas, directas. No sé utilizar los adjetivos. Escribo en chándal y zapatillas, como el que va al parque a darse un paseo. A veces escribo como el que va a atracar un banco. La muerte de los padres, se me ocurre, es como asomarse a un abismo. No quiero ni puedo imaginar la muerte de un hijo. ¿Hay quienes escriben sobre ello? Claro que sí. Escribir es una terapia. Esta mañana me he levantado con la idea de la novela de Aramburu, los vencejos. Que si la dejo, que si no.

Ruido

He dejado la lectura por hoy. Lo he hecho en la página quinientos uno, de setecientas veinte. A estas alturas de la novela doy por hecho que la terminaré. No es, quizá, para tanto, como me esperaba, pero sí es una lectura lograda y amena. No soy quién para juzgar. No soy asiduo lector de novelas. Quiero dejar esto claro. Quizá otro opine de "Los vencejos" que es una obra maestra. Tengo casi decidido cuál será mi próxima lectura, de hecho, la comencé antes de la novela de Aramburu, pero a las pocas páginas esta se cruzó en mi camino. Una lectura (relectura) canónica. En estos momentos me encuentro tan confuso que necesito creer en algo. ¡¿En Dios?! Lo que sí sé es que he emprendido un camino que no tiene retorno. Huyo del ruido. Jesús de la Palma 

El final

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La última vez que tomé café aquí, en la cafetería kitch que tanto me gusta y a la que ya dediqué una entrada, papá estaba vivo. Murió el día dos de enero, si no me equivoco. Aún estoy consternado por el acontecimiento. Pasé sus últimas horas y días junto a él, casi sin despegarme de su lado. Excepto la última noche, que me fui a dormir a mi casa. Dormir al lado de alguien al que le han aplicado la sedación paliativa y respira como si en cualquier momento fuese a expirar mediante un estertor, más si cabe si ese alguien es tu amado padre, es una situación indescriptible. Durante los tres días que lo acompañé, lloré con él, a su lado; le ungí la frente con mis lágrimas. Lloré sobre él: piel con piel. Le hablaba. Le trasmitía mi pesar así como me dirigía a él para decirle que me iba a comer o a tomar un café y que regresaría en seguida. Esperó a que yo volviera para expirar, echó su último aliento sobre mi mano. Del mismo modo esperó, más o menos consciente, neurológicamente alerta, hasta