Marianela
Ayer quedaron las tres para tomar café y ponerse al día en la cafetería rosa. Me lo contó y comentamos sobre esta. «Sí, se la que es. Es una cafetería de mujeres y para mujeres», advertí. «No te veo yo a ti allí, la verdad», sonrió. Hacen crepes vegetales y de chocolate y venden magdalenas de sabores. Mientras tanto yo me quedé leyendo "Marianela". Pasaba por las páginas aferrado a la historia y a la maestría descriptiva galdosiana. Por momentos me detenía y pensaba en un culmen literario. Lo tenía delante de mí. ¡Cómo puede ser que te esté dando a entender la poca gracia de la criaturita protagonista y aun así se piense en ella como en un ángel! Qué calidad humana, la de Galdós. Otra cosa es la candidez del personaje, que no le basta con la desgracia de no ser bonita para ser huérfana asimismo y despreciada. «Yo no sirvo para nada», llega decir. Y a repetirlo, «Como yo no sirvo para nada...». La narración es a su vez una manantial de citas que invitan a la reflexión; un cald...