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Mostrando entradas de febrero, 2023

El cuerpo mutilado

  El cuerpo marcado y tatuado de las sociedades occidentales en el siglo XXI es, en muchos casos, un lienzo donde plasmar tanto el narcisismo como la frustración. A este respecto, nos ilustra la psicoanalista Silvia Ons en “El cuerpo pornográfico”: «La devaluación de los valores y la caída de los ideales intentan suplirse con el tatuaje como búsqueda de inscripción. Los que padecen en el mundo las consecuencias de un andar sin brújula son los que más apelan al tatuaje para que algo se fije y no se borre».   Ante la imposibilidad de arraigo, de seguridad, de un proyecto a futuro, quedan las marcas en el cuerpo como seña de identidad y como método de autoafirmación.   A su vez, la también psicoanalista Josefina Dartiguelongue, nos ilustra en “El sujeto y los cortes en el cuerpo”: «La práctica de los cortes en el cuerpo cumple con eficacia los principios de esta mutación capitalista del discurso. En los cortes, en estos casos, se trata de una intervención en el cuerpo que no apela al Otro

Cecco Angiolieri

Me detengo en la figura de Cecco Angiolieri por Giuseppe Petronio: «Nació probablemente en Siena, hacia 1260. De familia noble, fue un personaje bohemio y refractario a cualquier disciplina. Pésimo administrador de sus bienes, tras su muerte, ocurrida poco antes de 1312, sus hijos renunciaron a la herencia por las deudas que pesaban sobre ella. De vida desordenada, fue probablemente expulsado de Siena por razones políticas antes de 1300. Sus rasgos se fijaron en el recuerdo de sus contemporáneos y de la posteridad como los de un despreocupado vagabundo: un cuento de Boccaccio (Dec., IX, 4) escrito treinta o cuarenta años después de su muerte lo representa como un burlador burlado, demostrando que sobre su figura se había formado ya una auténtica leyenda». Y es que son este tipo de personajes los que me redimen y reconcilian con el mundo; santos y calaveras; o como escribía Pizarnik: «Los únicos jóvenes que acepto son los bizcos, los cojos, los poetas, los homosexuales, los viudos incon

Tipismo franquista

A última hora he terminado “Tipismo franquista". Me ha llevado cuatro ratos del fin de semana. Recrea con imágenes y palabras muchas de las cosas que mi padre me contaba.  Los jóvenes de las fotos están peinados hacia atrás, como él; es común verlos con chaqueta y corbata hasta para ir al campo; también están las gorras de plato para el funcionariado, como la suya. Mi padre fue producto de su época, como yo de la mía.  Yo nací un mes antes de que muriera Franco, pero viví el franquismo a través de la narrativa paterna; nada politizada, sino costumbrista. Este medio día hemos ido a comer fuera, con la familia. Yo tenía la chimenea detrás. Una chimenea grande que crujía y calentaba al tiempo; haciendo de la sobremesa el refugio perfecto contra el clima gélido del exterior.  Entre charla y charla, miraba el móvil: Facebook y Kindle. Finalmente me he comprado un libro: “Manual de historia política y social de España (1808-2018)”. Terminado “Tipismo franquista”, he comenzado “Historia

Mayores de setenta y cinco

Hace unos días fuimos con los niños al campo de fútbol a ver jugar a los benjamines. Padres y amigos nos congregamos en torno a la barra del bar. Un señor, si no jubilado, cerca de estarlo, se refería, entre aspavientos y con jactancia, a sus coches y éxitos empresariales. En cierto punto del monólogo, se pronunció de la siguiente guisa: «A los mayores de setenta y cinco años habría que fusilarlos, a todos». Hasta hoy, es cierto, retumbaban sus palabras en mi cabeza, pero no tenía la menor intención de dedicarles la más mínima atención, hasta que me he topado con este aforismo de Joubert: «Una vejez altanera es cosa que hemos de temer». Jesús de la Palma 

Lo viejo

Escribir lo viejo, o lo nuevo con ideas viejas. Señala Joubert en el apartado “Las cualidades del escritor” de sus “Pensamientos”: «Acuérdate de dejar que la tinta repose en el tintero». Esto para un tiempo vertiginoso, donde Facebook pregunta qué estás pensando y Twitter incita a la invectiva. Jesús de la Palma 

De Joubert a Cioran

Leo a Joubert en sus “Pensamientos”: «Entre los sabios solo aprecio a los sabios sin profesión».  Por su parte, Cioran, un 25 de enero de 1969: «He ido a la clínica de la Rue d’Assas para que me desatascaran el oído. La buena señora de la caja me pregunta: “¿Trabaja usted en este momento o está parado?”.  »Ahí me tenéis, hundido, sumido en la vergüenza. Si la buena señora me hubiera preguntado: “¿Sigue siendo usted un asesino?”, no me habría causado tanta desazón su pregunta». Jesús de la Palma

La Gracia de Dios (cafetería)

Imagen
  Uno vuelve a los lugares a donde fue feliz con la esperanza de recuperar sensaciones perdidas.   Vengo a tomar café a uno de los últimos lugares a los que vine con mi padre antes de que ingresara en la residencia. Para aquel entonces ya estaba enfermo y yo aprovechaba cualquier oportunidad para fotografiarlo. Aquella mañana no fue una mañana fácil, pero en la foto que le hice aparece sonriendo, tal como un ángel. Ahora la tengo en el dormitorio, enmarcada, y me acuesto y me levanto con él.    Hoy me siento en la misma silla en la que lo fotografié. Me embarga la emoción y he de contener las lágrimas a menos de dos meses de su fallecimiento.   Este café es por ti, papá. Jesús de la Palma

Libertad

Escribe Joubert: «Libertad. La libertad de obrar bien. No hacen falta otras». Y es que la libertad de obrar bien, tan codiciada por todos, se la aprooian siempre los ricos y poderosos a costa de los pobres y desdichados; así, no hay persona rica o poderosa que no incluya en su currículum vital la filantropía, ante lo cual cabe redefinir la definición de parásito social. Jesús de la Palma 

Lecturas pendientes

Me quedan ciento cincuenta páginas para terminar las obras completas en un solo tomo de los moralistas franceses. Mil doscientas noventa y seis páginas. Desde ya trato de marcar mi hoja de ruta lectora y pongo los libros que van a continuación encima del escritorio. Primero “Tipismo franquista”, de David Pallol; después, “Historia de la literatura italiana”, de Giuseppe Petronio; más tarde ensayos de Roland Barthes y R. Bourneuf... Mientras los tomo del mueble me fijo en “Autorretrato”, de Édouard Levé. Lo saco de la fila y lo ojeo. Recuerdo haberlo leído y haber quedado muy satisfecho. El libro está inmaculado porque por aquel entonces no subrayaba. Lo compré en Madrid, eso también lo recuerdo. Me sobreviene un impulso de anteponerlo a las otras lecturas. Está escrito de corrido; sin puntos y aparte. Me lo compré porque se suicidó. Siempre me han interesado los testimonios de los suicidas. No entiendo cómo alguien no puede pensar en el suicidio a lo largo de toda una vida. No creo que

Manuel

Noto por primera vez a Manuel en la barriga de ella.