Mayores de setenta y cinco

Hace unos días fuimos con los niños al campo de fútbol a ver jugar a los benjamines. Padres y amigos nos congregamos en torno a la barra del bar. Un señor, si no jubilado, cerca de estarlo, se refería, entre aspavientos y con jactancia, a sus coches y éxitos empresariales. En cierto punto del monólogo, se pronunció de la siguiente guisa: «A los mayores de setenta y cinco años habría que fusilarlos, a todos». Hasta hoy, es cierto, retumbaban sus palabras en mi cabeza, pero no tenía la menor intención de dedicarles la más mínima atención, hasta que me he topado con este aforismo de Joubert: «Una vejez altanera es cosa que hemos de temer».

Jesús de la Palma 

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