La Gracia de Dios (cafetería)
Uno vuelve a los lugares a donde fue feliz con la esperanza de recuperar sensaciones perdidas.
Vengo a tomar café a uno de los últimos lugares a los que vine con mi padre antes de que ingresara en la residencia. Para aquel entonces ya estaba enfermo y yo aprovechaba cualquier oportunidad para fotografiarlo. Aquella mañana no fue una mañana fácil, pero en la foto que le hice aparece sonriendo, tal como un ángel. Ahora la tengo en el dormitorio, enmarcada, y me acuesto y me levanto con él.
Hoy me siento en la misma silla en la que lo fotografié. Me embarga la emoción y he de contener las lágrimas a menos de dos meses de su fallecimiento.
Este café es por ti, papá.
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