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Yo no soy malo (ficción narrativa)

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El monólogo interior no me aflige. Convivo con él con la más absoluta naturalidad, a la manera de esos médiums que cohabitan con los fantasmas, como en una suerte de comuna platónica. A menudo me pregunto cuándo empezó todo, y en cada ocasión obtengo una respuesta distinta, lo que no es impedimento para que siempre termine encontrando el camino de vuelta a lo que considero que más se acerca a la verdad. Todo pudo empezar cuando, siendo muy chico, y ante una de las regañinas de turno, le repliqué a mi padre que yo tenía mis derechos.  Como ni determinista ni existencialista, no considero que no pudiera haber cambiado de alguna manera mi destino; no obstante, no me cabe duda de que tanto el carácter como las circunstancias influyeron de manera decisiva en quien me terminé convirtiendo. Me gustaría poder contar una historia en la que no hubiera pasado nada; pasearme por los aledaños de los acontecimientos y detenerme en cada detalle; describir cada esquina y cada pilar, cada pared, cada b

Concilio de Elvira

El Concilio de Elvira o de Ilíberis (en latín: Concilium Eliberritanum) fue el primer concilio que se celebró por la Iglesia cristiana en el primer tercio del s.IV. Tuvo lugar en la ciudad de Ilíberis, la actual ciudad de Granada; en la actualidad no existe duda sobre la ubicación de la antigua Ilíberis o Iliberri en el barrio del Albaicín. En catorce cánones relativos al matrimonio, conminó con la acostumbrada y espantosa pena de negar la comunión, aun in hora mortis , entre otros, al marido consentidor en el adulterio de su esposa. El porqué de rescatar esta información tan valiosa se aviene a un innegable e irreprimible principio de fascinación por el cuclillo o marido de la adúltera por mi parte; lo que viene a ser, en lenguaje coloquial, un cornudo consentido . A este respecto, hirientes hasta límites insospechados me resulta Frost (“Noche de circo”), el marido consentidor de ultraje más patético de la historia del cine. Y es que si hay un infierno para el hombre, incomparable a n

Prólogos y nomenclaturas

Ayer, algo más de las densas setenta páginas que conforman el prólogo de de la primera parte de la Historia de los heterodoxos españoles. Una nomenclatura interminable intercalada con justificaciones de la madurez respecto a la juventud, pues la obra en cuestión, al momento (26 de noviembre de 1877), se ha renovado a través de una concienzuda revisión por parte del autor. Aun así, salgo airoso del envite y alcanzo el primer capítulo, que, ahora sí, me abre, tan solo con el título, un horizonte esperanzador:  Propagación del cristianismo en España. Menéndez Pelayo habla de Santiago el Mayor, quien esparció la santa palabra por los ámbitos hespéricos: edificó el primer templo a orillas del Ebro, donde la Santísima Virgen se le apareció sobre el Pilar, y extendió sus predicaciones a tierras de Galicia y Lusitania.  Jesús de la Palma 

Un reló

Esta noche he soñado que deseaba un reloj con la misma intensidad que se tiene un sueño erótico. No era ninguna pieza de alta relojería; un Casio metálico, analógico-digital, con las manecillas tradicionales y una minipantalla en la parte de abajo del cuadrado. Cuando era chico fueron una revolución de estilo y quizá mi ardiente deseo haya sido el reflejo de un anhelo latente por recuperar una infancia feliz y ya demasiado lejana. He mirado el precio y rondan los cuarenta y ocho euros, es una cantidad que, aunque no es pequeña, no me ha parecido desmesurada; digamos que asequible para el ciudadano de a pie. Cela, que yo recuerde, escribía reló, y dudo mucho que vistiera un Casio; lo veo más calzando un Omega en caja de oro y correa de piel negra; pero, quién sabe qué joya llevaba atada a la muñeca el Nobel y monstruo de las letras y del humor. El tema de la relojería de alta gama tiene cuerda para rato. Hay infinidad de perfiles en redes sociales que hablan no solo de los originales, s

Hora de la merienda

Hoy, como ayer, tampoco he merendado. Un plátano. Pero es que comerse un plátano después de las siete no es merendar. Se merienda entre seis y seis y media; siete, a lo sumo, café y media tostada de lo que sea, o una torta de Inés Rosales. He pasado media vida merendando fuera, es un ritual que le ha venido dando sentido a mi existencia durante todo este tiempo. Con mi padre he ido a merendar la mayoría de las veces. He llegado a estar con un amigo y al llegar la hora de merendar salir pitando a donde estuviera mi padre, recogerlo e ir a la cafetería. Los momentos de mayor regocijo y serenidad los recuerdo en una cafetería, solo o con mi padre, con mis hijos o con mi esposa. Las cafeterías son para mí poco menos que un lugar de culto. Hoy he ido a la jazzística a primera hora de la tarde, poco después de comer; he tomado solo café, y después, al parque, donde he avistado a una bebé de más o menos los mismos meses que el mío, y allí que me he plantado. M. A. se ha vuelto loco con la beb

La presentadora del telediario

Me gusta la presentadora del telediario regional y se lo digo a C. Ella está enamorada de Alejandro Sanz y la vida continúa. En ocasiones, cuando aparece en pantalla con un nuevo peinado o un traje que le favorece, C. me dice que ahí la tengo, que mire lo guapa que está, y que si quiero, me vaya con ella. Ni más ni menos que el inofensivo juego que mantiene vivos el humor y la chispa del amor dentro de la pareja.  Hoy le he hablado de la nueva fisioterapeuta que me está tratando: «¿Sabes que hemos estado hablando casi todo el tiempo que dura la sesión y hemos abordado temas como la teoría del conocimiento, las neuronas espejo y, para terminar, y ya en un plano de más actualidad, ella me ha preguntado si tenía conocimiento de la “cárcel de Bukele”, y de ahí hemos pasado a Quentin Tarantino y Charles Manson?».  En esta ocasión me ha dicho que «eso es mentira». Y al yo asegurarle que le hablaba en serio: «Pues ya sabes lo que tienes que hacer. Yo ya tengo lo que quería». Entonces he empez

Zancos por títulos académicos.

Lo que hace triunfar la narrativa de Barley Nigel en “El antropólogo inocente” es su estilo desenfadado, alejado de toda ínfula académica. Es por ello por lo que tras leer un pasaje en el que narra cómo se encuentra con una pareja joven y norteamericana de misioneros en la África más profunda y escribe: «Todos nosotros desprendíamos el intenso aroma de la educación superior», uno solo puede que sonreírse al pensar en esas pobres gentes que caminan por la vida con zancos hechos a partir de sus títulos académicos. Jesús de la Palma