El loco de la colina vive

Yo también me había olvidado por un tiempo de Jesús Quintero, y eso que me considero uno de sus más fervientes admiradores. Desaparecido de la escena televisiva, uno se pone a sus cosas y se le olvidan los referentes; se nos olvidan hasta los propios muertos, reparando en ellos de cuando en cuando, ¿cómo no se nos van a olvidar los ídolos? La tarea de la supervivencia es fatigosa hasta la exasperación. Hoy he leído algo sobre el admirado y negligente hombre de negocios; sobre el personaje televisivo más pintoresco, porque ser pintoresco no es ser un fantoche, como pasa en estos días de horas bajas; ser pintoresco, a la forma quinteriana, es ser único y elevado, humana e intelectualmente elevado; "genio y figura", como se dice en nuestra tierra, Andalucía. Leí no hace tanto en el Diario de Sevilla que se le atribuyen estás dos frases entre quienes bien lo conocen: "No me fío del que nunca ha fumado porros ni se ha emborrachado", y "A veces tengo miedo porque creo que hablo demasiado". En mi caso, no me fío de los que hablan poco, mejor dicho, de los que miden sus palabras y siempre guardan la compostura. Yo me aficioné al "Loco de la colina" por mi madre, y ese componente emotivo es en parte responsable de que el espíritu quinteriano me acompañe, aun en las épocas de olvido, allá donde me presente. Quintero es, o al menos así lo entiendo yo, un filósofo de la vida, de los que verdaderamente saben, porque saber no es especializarse en una materia filosófica que se publica en revistas especializadas que leen, siendo generoso, de treinta a cincuenta personas en el mundo; ser sabio, a la manera de Quintero, es tener calidad humana y carisma, mucho carisma, ser capaz de lidiar con la propia unicidad, y no solo eso, sino, siguiendo la estela de pensamiento utilitarista milleniana, beneficiar al mundo con ello; con las propias particularidades, porque lo fácil y sin valor es ser particular de forma egoísta, sin interés para el resto, y es esto lo que encumbra a Quintero a la categoría de inolvidable, de "genio y figura".

Jesús de la Palma

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