Wood of chaos

Es sábado por la tarde. El bebé ha probado por primera vez las fresas, se las hemos dado para merendar. Mientras lo miraba, pensaba que no hay nada comparable a mantener viva la capacidad de asombro. Debe de ser terrible creer que se sabe todo, negándose así la oportunidad de dejarse sorprender; principalmente porque esto siempre sucede a raíz una manifiesta operancia de la necedad. Juego con el bebé en la habitación mientras ella estudia. La puerta está abierta y puedo escuchar la melodía. Suena Wood of chaos, el álbum de Rob Costlow. Hacía años que no lo escuchaba, por lo que ha sido doblemente gratificante volverlo a hacer. ¿Cómo puede uno olvidarse de discos y libros que tan grata impresión le causaron en su día. También esto nos sucede con las personas. A veces visito un blog que olvidé hace meses o incluso años, o un perfil de Facebook. Hace un rato consultaba un ensayo sobre la filosofía griega que me ha hecho recordar dos lecturas que empezaban a quedar atrás en el baúl de la memoria, a saber, Los mitos griegos, de Robert Graves, y Paideia: los ideales de la cultura griega, de Werner Jaeger. Sin música, sin amor, sin filosofía, sin memoria, la vida sería un error. 

Jesús de la Palma 

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