Necesidad de consuelo
Me levanto con el ánimo turbado por un mal sueño. Siento la necesidad de ser perdonado y la miro a ella, que duerme a mi lado. Me asaltan las palabras de Stig Dagerman: «Nuestra necesidad de consuelo es insaciable». Es más, su sentencia bulle en mi inconsciente de forma perenne; similar al gorgoteo de un huevo duro que se cociera a fuego lento. Mientras rememoro los errores cometidos, me exculpo apoyándome en la idea de que en todos ellos ha sido decisiva la fuerza de las circunstancias. ¿Cómo puede un hombre lidiar a solas con la injusticia y la frustración?
Jesús de la Palma
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