Mala sangre

En Mala sangre, la película, aparece Juliette Binoche. La veo a retazos, mientras escribo y me entretengo con el móvil. Consulto en Wikipedia la edad de ella y también la de otro de los actores, Denis Lavant, que lee. Está caracterizado como lector. En una breve conversación que mantiene con su contrincante en el amor por Binoche, este le dice con ira lo que les sucede a los ávidos lectores: pierden el brillo natural de los ojos. Han corrido el telón y han podido curiosear entre bastidores. Me fijo en los dientes de los actores; primero en los de Binoche, son dientes naturales, dientes de 1986. En el cine han dejado de existir los dientes naturales, y la gente en la vida real quiere imitar al cine. 

Jesús de la Palma 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Yo no soy malo (ficción narrativa)

“Fresas salvajes”, “Olive Kitteridge” y “Panza de burro”

Cuajo