La tregua

A cinco páginas de terminar “Un amor”, la novela de Sara Mesa, el bebé se despierta de la siesta. Cierro el libro y jugamos con Chase, un peluche de la Patrulla Canina: «Hola, mi vida, está Chase aquí, mira». Lo toma y se lo lleva a la boca. Lo abraza, sonríe y balbucea: «Ta,ta,ta, ma,ma,ma». Niega con la cabeza mientras yo lo acompaño con tono infantil: «No, no, no». Me he quedado justo en la segunda frase de la página. Mesa se refiere a Nat, la protagonista: «Busca la tregua en el aturdimiento». La he subrayado y la acompaño con un asterisco. Dos ideas me asaltan entonces: primero, aquello que le leí a José María Álvarez de que antes de los antipsicóticos los manicomios olían a locura, pero ¿ha sido buena idea cambiar a Dios por los ansiolíticos?

Jesús de la Palma 

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