El que inventó la vida
Está tarde se me ha caído la táblet al suelo, ese aparato mágico-maléfico que principalmente uso para leer, y me he cagado en el que inventó la vida. Nada más decirlo me he percatado de lo gracioso de la expresión (al menos a mí me lo ha parecido) y me he tenido que reír. A continuación la he buscado Internet y no he encontrado resultados. «¿Será mía, original?», me he dicho. Sería sin duda la primera vez. Una ocurrencia de ese calibre no es cosa baladí. Es a lo máximo que puedo aspirar como diletante filosófico. Todo el mundo se caga en la vida, en su propia vida; pero no había escuchado antes a nadie cagarse en quien inventó la vida. Me ha venido a la cabeza entonces que por la mañana veía la entrevista a un sacerdote, que también es youtúber; es más joven que yo, de los ochenta. Se deja escuchar, y tanto. Es una persona culta, leída; con licencia para el estudio. Para lo que hay por ahí... Pero ya en los primeros minutos me ha hecho rememorar un nombre: Torquemada. ¿Qué habría pensado si me hubiera escuchado cagarme en quien inventó la vida? No, si yo hubiera sido cura no habría sido como él. No hubiera sido como él por diversos motivos, entre ellos, la terrible duda que siempre me anda rondando, como una nube negra de tormenta que se me posara sobre la cabeza.
Jesús de la Palma
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