El pobre es pobre porque quiere
Ya nos advierte Platón sobre la jactancia del ignorante, que no sabiendo nada, cree saberlo todo. Traigo esta idea a colación a raíz de una conversación que mantuve, a través de guásap, hace no mucho, con alguien al que aprecio y respeto. De otra parte, creo conveniente aclarar que ignorantes somos todos en la medida en que, por mucho que sepamos, siempre será infinitamente mayor, si es que el saber se puede cuantificar, lo que desconocemos de lo que conocemos; esto es, que nunca será más la parte que el todo. Pero lo que principalmente me trae por aquí es subrayar la importancia de las ciencias humanas, no solo necesarias para escapar de la barbarie ideológica, y por ende comportamental, sino, a su vez, para el correcto desarrollo de las sociedades, con base en el respeto a la dignidad de cada uno de los ciudadanos, arrinconadas aquellas hoy por el imparable, y a veces ciego, avance de la técnica, lo cual implica que personas altamente cualificadas en un ámbito concreto, emitan opiniones del calado de “el pobre es pobre porque quiere”, o “los desempleados y los inmigrantes son unos vagos que solo quieren vivir de las ayudas del Gobierno”. La conversación de marras, por consiguiente, se desarrollaba por mi parte en los siguientes términos: «Hay diversas ciencias como la sociología, la antropología, la economía, la filosofía, la historia, la psicología, la psiquiatría que, mediante un complejo y elaborado entramado discursivo, generado a raíz de un arduo y riguroso trabajo de investigación, se dedican a estudiar las estructuras socioeconómicas que condicionan la vida del ciudadano de a pie de forma transversal, de modo que cuando se emiten juicios aquejados de una fuerte carga ideológica, del estilo de “el pobre es pobre porque quiere”, o “los desempleados y los inmigrantes son unos vagos que solo quieren vivir de las ayudas del Gobierno”, lo único que se consigue es borrar de un plumazo, con la actitud propia del que nada conoce, y por eso mismo cree conocerlo todo, siglos y siglos del razonamiento humano más elevado, por no decir que asimismo se contribuye al mantenimiento de un orden de acontecimientos establecido que únicamente favorece a las élites política y financiera, la cuales son, a su vez, las creadoras y principales difusoras de esa arcaica, tendenciosa y maniquea forma de pensamiento.
Jesús de la Palma
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