A ojo de buen cubero
Calculo, a ojo de buen cubero, las lecturas de este año que termina. A cincuenta páginas por día, poco más de dieciocho mil. Teniendo en cuenta que ha habido libros que rondaban las mil, y algún otro que las sobrepasaba, y que el resto están, de media, entre las doscientas cincuenta y las quinientas, supero, aunque no con mucho, los cincuenta libros leídos. Cincuenta son los libros que, según los cánones, lee un lector avezado.
Esta mañana de miércoles festivo, unas páginas de Fray Luis de Granada. Dos capítulos de sus obras completas, a saber: “La Presentación ante Pilato y Herodes y los azotes a la columna”, y “La Coronación de espinas y el Ecce Homo”. Acabando el martirio de los azotes, le vino de nuevo otro no menos injurioso a nuestro Señor, Jesucristo, que fue la coronación de espinas.
Durante el desayuno comento con ella el caso de Cratesiclea y sus nietos, quienes fueron ejecutados por Ptolomeo IV. Se emociona. Cratesiclea pidió ser ejecutada antes que a ellos, lo que no se le concedió. De este modo lo narra Plutarco en la “Vida de Cleómenes”: «Llegados al sitio en que los ministros dieron muerte a los niños a la vista de Cratesiclea, y después a ella misma, en medio de tanta aflicción no pronunció más palabras que estás: “¡Hijos míos, adónde habéis venido!”».
Jesús de la Palma
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