Riqueza
Tengo al bebé encima de mí, está aprendiendo a tenerse en pie. Las veces que lo consigue mientras le sujeto las manos, emite un agudo y estruendoso chillido de alegría. Lo veo y pienso que está en la cima del mundo. Nada se interpone entre él y la felicidad absoluta; sostiene entre sus manos el Santo Grial, la piedra filosofal. Su riqueza es superior a la de cualquier mortal, extraterrena, ni siquiera comparable a aquello que narra Homero en la “Ilíada” de Erictonio, quien llegó a ser el más próspero de los hombres mortales.
Jesús de la Palma
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