Cuadragésimo octavo cumpleaños

Ha sido un día largo, pero ha esperado despierta hasta las doce y ha venido a sentarse conmigo al sofa.

Ella sabía que yo quería una taza personalizada para mi cumpleaños. Tenía varios mensajes en mente, como “la sociedad es un lavado de cerebro”, “me cago en todo en general” o el bartlebyano “preferería no hacerlo”.

Finalmente ha sido una taza, pero con una fotografía en la que mi padre y yo aparecemos posando, abrazados, en la orilla de un mar que hoy queda tan lejano que solo puedo imaginarlo. 

Detrás de la foto hay un fragmento de un parrafito que escribí no hace mucho sobre el mar que veo desde la ventana de la cocina.

Un hombre como yo necesita una mujer como ella, que es ángel antes que esposa. 

Antes estaban dando en la tele una de Humphrey Bogart, “La reina de África”. La he visto a retazos. Es la única que me faltaba por ver. De Bogart las he visto todas y las tengo todas en DVD. Siempre me ha gustado el cine clásico, en blanco y negro. Mi padre lo sabía y estaba atento a todas las colecciones que salían a la venta en los quioscos y venía a mi casa los sábados o los domingos por la mañana a traérmelas. Algunas las tengo repetidas y otras sin abrir. “Noche de circo” y “El séptimo sello” entre ellas, y la colección completa del quinto Sherlock Holmes, magistralmente interpretado por Basil Rathbone.

Woody Allen, otro del que también tengo en DVD gran parte de su filmografía, habría deseado en algún momento de su vida encarnar el papel seductor de Humphrey Bogart. 

Mientras veía “La reina de África” me preguntaba cuántos jóvenes de hoy conocerían a Bogart, y de esos, teniendo en cuenta cómo han involucionado los cánones estéticos masculinos, cuántos lo considerarían un seductor. 

Jesús de la Palma









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