El idioma de los besos

«Por un beso de la flaca daría lo que fuera», dice la canción. 

Desconozco cuál será la mitología alrededor del primer beso romántico, como ese tan deseado de “la flaca”; pero Plutarco arroja luz sobre el origen de la costumbre del beso casto, propio del saludo entre mujeres y hombres, en su Vida de Rómulo, y es que cuenta que los troyanos, que huían de la toma de su ciudad, fueron a recalar en las inmediaciones del río Tíber, y una vez en tierra y sin saber qué hacer, una de ellos, llamada Roma, que sobresalía en linaje y prudencia, propuso prender fuego a las naves para asentarse en aquel lugar; que más tarde se llamó Palacio. No obstante, antes de todo aquello, las mujeres, tras la quema de las naves, y como los hombres comenzaron a impacientarse, por miedo y para templarlos en su ira, comenzaron a saludarlos con besos de respeto y afecto. 

El idioma de los besos es el más complejo y poderoso de los existentes

Todos hemos besado en algún momento de nuestra vida, pero nunca hemos dado el beso perfecto excepto el primero. Ese es el único que recordamos con la mayor claridad. ¿Quién no recuerda su primer beso romántico? A mí me lo dieron. Fue para despedirnos. Un fugaz e inocente beso en los labios. En cuanto cruzé la esquina, eché a correr embargado por una indescriptible sensación de felicidad que nunca después he vuelto a experimentar. 

Jesús de la Palma 

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