Al borde del precipicio

¿No es terrible? A mí me lo parece. Alentar a las personas a ir al psicólogo cuando se les quebranta el ánimo mediante la imposición de unas condiciones socioeconómicas de precariedad y perversión ideológica es terrible. Eso es ejercer la violencia contra la víctima con total descaro e impunidad. Y para más inri, el sistema sanitario no está capacitado cuantitativamente para brindar una atención psicológica gratuita de calidad, de modo que la fórmula que se genera es la siguiente: si usted no tiene trabajo o su trabajo es precario, a tal punto que su sueldo no le alcanza para cesta de la compra ni para pagar el alquiler; no hablemos de formar una familia o adquirir una vivienda en propiedad; quítese de comer una semana al mes y pague la consulta de un psicólogo, porque el problema lo tiene usted; es suyo, no es estructural. Viene esto a colación de un vídeo que he visto, uno de tantos, en una página de Instagram relacionada con la salud mental, más concretamente con la prevención del suicidio, en el que una chica joven, violentamente ideologizada, claro, se enorgullece de ser débil y normaliza y reivindica la necesidad que tenemos todos de ir a terapia. ¿No es terrible que se inocule la deletérea idea de que somos más débiles de lo que en realidad somos porque se nos ha conducido hasta el borde del precipicio y se nos ha obligado a vivir con la mirada fija al abismo? Claro que hay que ir al psicólogo, pero no precisamente por no poder sustentar económicamente una vida digna. 

Jesús de la Palma 

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