Lobos esteparios

Anoche pusimos la tele para cenar. Daban “Rambo. Acorralado, parte II”. A lo largo de los años las he visto todas, o casi todas. Aunque no puedo decir que sea un experto comentarista. Sé de la saga como de cualquier otra cosa, en un tono amateur. La saga que prefiero de Stallone es Rocky, sobre todo las primeras películas; a ella se las pongo por las nubes, y le digo que narran una preciosa historia de amor. 

C. fue a acostarse con la trama aún en marcha y me dijo que ahí no había nada de amor, que este tipo de películas eran para mí, que a ella no le decían nada. 

No me importan el trasfondo patriotero ni los elementales efectos especiales propios de la época. Advertí a una Co Bao empoderada en un tiempo en el que las mujeres en España estaban más cerca del régimen político militar anterior, y a un personaje principal fuera de la sociedad, un lobo solitario de nobles principios que vive “día a día”. Un moderno Aquiles o Ulises.

Al terminar la cinta puse el canal 24 Horas, emitían un monográfico sobre la dictadura chilena; cincuenta años del golpe de Estado que acabó con la democracia. 

Por la mañana fuimos a comprar unas cosas y a devolver otras, en la cola abrí los “Cuadernos” de Cioran en la aplicación de Kindle, los estoy leyendo así, a ratos; reparé en una frase que cierra un párrafo que a su vez narra un acontecimiento cotidiano, a saber: «La gente acostumbrada a mentir, hereditariamente falsa, es imbatible, siempre se te escapa, te aplasta con la sonrisa». 

Si me gustan las sagas de Rocky o Rambo es porque Stallone interpreta en ambas a un personaje honesto, al margen de los dictados sociales, que mide muy bien las sonrisas. 

Me atraen, en sus facetas narrativas, tanto Stallone, a través de sus alteregos Rocky y Rambo, como Cioran con sus escritos, por sus particulares caracteres de hombres al margen de la sociedad, por su condición de lobos esteparios.

Jesús de la Palma 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Yo no soy malo (ficción narrativa)

Lecturas nocturnas

“Fresas salvajes”, “Olive Kitteridge” y “Panza de burro”