La triste rutina

En la sempiterna conversación de guásap que comparto con ella hay desde archivos PDF con libros y documentos hasta listas de la compra, pasando por fotos en común y del bebé y fechas de compromisos y citas de índole variada. Una vida en común con una mujer reflejada en una aplicación de mensajería instantánea. Lo último que se puede leer es: “Leche, biberón, toallitas”. El penúltimo mensaje es un archivo con un libro de Giovanni Reale. El amor verdadero, que no precisa de disfraces o artificios, se viste de cotidianidad. En sus “Diarios”, Sylvia Plath se pregunta «cómo convertir la triste rutina en algo grande, cómo echarle el mejor aliño, intenso, como el zumo de limón». La única respuesta que se me ocurre es el compromiso con los seres amados.

Jesús de la Palma 

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