La mar

Desde la ventana de la cocina vemos el mar. La mar. Siempre he querido vivir junto al mar. La montaña no me dice nada, la Meseta es cualquier cosa menos paradisiaca. Un drama quijotesco. El mar, la playa, me gustan tanto como desayunar con una taza personalizada que rece «la sociedad es un lavado de cerebro». El mar es horizonte, esperanza. Mi padre tenía un cuadro de pescadores en el salón y a mí me gustaba mirarlo y ver el mar. Hemingway escribió un libro titulado “El viejo y el mar” que nunca entendí. Lo leí hasta en dos ocasiones, pero no me dijo nada, quizá fue porque entonces era demasiado idiota, y puede que si lo leyera ahora le encontrara el sentido, aunque por el momento no tengo previsto hacerlo. El mar es mudo, no tiene mensaje. El mar es el más honesto de los elementos, porque no miente. Es como mirar a los ojos a quien se ama. Para escapar del mundo a veces me basta con mirar al mar, tiene un efecto curativo en mi ánimo difícil de explicar. Me gusta el mar porque no es de este mundo, es de más allá...

Jesús de la Palma 

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