La lectura aísla

La lectura aísla. El solo acto de leer ya es un ejercicio de introspección. Pero yendo un paso más allá, dependiendo del tipo de lecturas que se escojan, el espíritu se separa de la mundanidad, del runrún de lo cotidiano, y entonces el lector comienza a sentirse extranjero entre los suyos. Leer según qué libros no eleva, sino que libera; libera al lector del olor a cadáver, similar al padecimiento que soportaban los condenados a aquella tortura que practicaban los etruscos, atando al condenado de frente, cara a cara, a un cadáver.

Jesús de la Palma 

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