DNI

Su DNI tiene los cuatro primeros números iguales que los míos. Pero ella no tiene tatuajes. Si alguien le preguntara, respondería: «¡Ni pensarlo!». La doctora de anteayer tenía tatuajes. Uno en el antebrazo, con motivos florales. Me hizo recordar mi primer tatuaje en el antebrazo, no hace tanto tiempo, pero sí el suficiente como para sentir que transgredía todos los dictados morales, que me adentraba en un laberinto de clandestinidad. “Moral” viene de mores, que en latín significa “costumbre”, y entonces no había costumbre de tatuarse los antebrazos. Qué decir del primero, que me lo hice en la pierna, allá por 1992. Ahora mismo, en la cafetería, la mitad de los que estamos sentados tenemos tatuajes, mayores y jóvenes. Y es que, en nombre del Becerro Dorado, lo que antes era considerado inadmisible, hoy es aceptado. Son las leyes sacrílegas del capitalismo, bajo las cuales todo está permitido.

Jesús de la Palma 

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