Según que cosas
Empiezo a estar mayor para según qué cosas. Antes me ha salido al paso una foto de John Wayne de vacaciones en México, y según la fecha en que estaba datada, le he calculado al actor cuarenta años de edad. Aparece en bañador y con una camisa abierta.
Me veo mayor, entre otras cosas, para posar en bañador. También para estar fuera hasta muy tarde. Vuelvo paulatinamente a mis orígenes, me refiero a la niñez. Madurar no es hacerse niño, sino recobrar conscientemente ciertos hábitos saludables de la infancia. Recuerdo, por ejemplo, la primera vez que salí con mi padre de madrugada; de camino a la cochera, me llevaba a urgencias, y me advirtió que no me separará de él, pues la noche era peligrosa. El miedo se apoderó de todo mi pequeño ser de aquel entonces.
Ahora me veo bien con ropa oscura y holgada, pasando desapercibido.
El tiempo también lo percibo de otro modo. No transcurre con lentitud y por lo tanto la excitación es menor. Puedo disfrutar de la lectura y el silencio; de la soledad en compañía y de la soledad ocasional.
Me veo mayor para el barullo.
Estoy en esa edad donde la mejor compañía que encuentro es la lectura y la familia; mi mujer e hijos.
Me veo mayor para pretender parecer mayor de lo que soy; pero tampoco pretendo parecer más joven. Aunque me siguen gustando las camisetas de grupos. Antes, de hecho, lo comentaba con ella: «He visto una camiseta de Iron Maiden y no sé si comprármela».
No le ha parecido mal, sabe que llegué a tener varios de sus discos en vinilo, cuando aún no existía el formato cedé.
Me veo mayor para confiar en los desconocidos; cuando era niño, desconfiaba por recomendación paterna, ahora, por la propia experiencia.
Jesús de la Palma
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