Gente invisible
En la página “Invisiblepeople (Instagram)”, una chica sin hogar sonríe mientras narra su historia. Ahora mismo está en en Portland, Oregon, y pide para una hamburguesa con patatas con un cartel muy ingenioso. «Llevo aquí una semana, pero normalmente vivo en los bosques; la gente no es muy amable en las ciudades», se dirige al entrevistador.
En el gimnasio, veinticinco minutos de ejercicio cardiovascular y ciento noventa calorías quemadas. Lo busco y equivale a media hamburguesa. En la máquina se puede ver la tele y rutas de viajes por diferentes continentes; pongo La 1: las violentas protestas de los ganaderos en Castilla y León.
Más tarde, Platón. En palabras de Jaeger: «La “República” es, ante todo, una obra de formación humana. No es una obra política en el sentido usual de lo político, sino en sentido socrático (cuidado del alma)».
El alma de nuestro tiempo está muerta. Los poderes económicos la han asesinado. Según José María Álvarez (“Estudios sobre psicología patológica”): «Se diagnostica al paciente enfermo de depresión mediante criterios (seudocientíficos) internacionales elaborados de acuerdo a los grupos farmacológicos y bajo la presión de la industria; en tercer lugar, y conforme a lo anterior, se aplica un tratamiento con psicofármacos, medicamentos que se renuevan de continuo y multiplican su precio».
Caroline, así se llama la chica entrevistada para “Invisiblepeople”, sonriendo y viviendo la mayor parte del tiempo en los bosques, está llevando a cabo el acto más revolucionario que se pueda llevar a término en el mundo actual.
Jesús de la Palma
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